Acabar con los terroristas es uno de los objetivos más difíciles de los sistemas democráticos. No cabe establecer un Estado policial y los criminales utilizan todos los espacios de libertad en su beneficio. Ni siquiera los gobiernos de Aznar pudieron lograrlo, a pesar de que fueron los primeros con una voluntad clara de acabar definitivamente con ellos. Sin concesiones y sin juegos políticos.
El problema del resto de gobiernos, muy especialmente los de Zapatero, es que ha faltado esa voluntad clara de acabar definitivamente con ETA, sin concesiones, sin negociación, sin historias de terroristas malos y buenos, sin coqueteos con Batasuna, sin miedo. Y no es posible saber si esa voluntad de acabar con ellos ha llegado al Gobierno de Zapatero, cuando no ha habido una sola palabra de rectificación y de perdón por todos los enormes errores cometidos en estos últimos años.
A pesar del discurso más duro contra ETA escuchado a Patxi López en los últimos tiempos. Si ese discurso tiene detrás la voluntad de enseñar a los terroristas el camino de la cárcel y no el camino del hotel en el que el PSE se reunió con Batasuna en plena negociación con ETA, lo veremos el resto de la legislatura.
Y si López demuestra que es así, el PSOE tiene en sus manos lo que el Estado nunca tuvo. La fuerza de las instituciones vascas y otro cuerpo policial, la Ertzaintza, suficientes para afrontar la gran asignatura pendiente de la lucha antiterrorista, la deslegitimación del discurso terrorista en la sociedad vasca. Claro que para eso no se puede cometer el error en el que López incurrió ayer mismo, tras su enérgico discurso contra ETA: convocar una manifestación «Por la paz y por la libertad». Eduardo Puelles no ha muerto en una guerra. Ha sido asesinado por una banda de criminales. Y a los criminales no se les pide la paz. Simplemente se acaba con ellos.
Edurne Uriarte
Catedrática de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco
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