Ni 'Jimmy Jump', el cretino de la barretina, desconcentró a Roger Federer en su camino hacia su primer título de Roland Garros, hacia su cita con la leyenda. Tampoco Robin Soderling alteró el guión. Su juego plano, a la altura de la cintura, supuso un regalo para el suizo. Sin despeinarse, alzó al fin, en su cuarta final en París, la Copa de los Mosqueteros, tras un cómodo 6-1, 7-6 (1) y 6-4, en una hora y 55 minutos. Ya puede mirar de frente a Sampras, Laver, Agassi y compañía. [Narración y estadísticas]
El irrepetible tenista de Las Vegas, requerido para tan señalada ocasión, entregó el trofeo a un, cómo no, lacrimógeno campeón. En la victoria o en la derrota, Federer siempre llora. "Gracias por estar aquí, Andre", dijo ya repuesto, la Copa de los Mosqueteros al fin entre sus manos. "Tú fuiste el último en completar el Grand Slam. Ahora yo sé lo que se siente". Como Agassi, Federer triunfó en la capital francesa al undécimo intento.
Tras un partido más propio de primera ronda, el número dos del mundo, con opciones de recuperar el primer puesto en Wimbledon si finalmente Nadal no llega a tiempo a la cita, igualó el récord de 14 'grandes' que hasta hoy ostentaba en solitario Pete Sampras. El estadounidense lo logró tras 52 ‘majors’ disputados, superada la treintena, mientras que Federer suma 27 años y disputó su 40º Grand Slam.
También obtuvo el exclusivo carné de socio para el club de los campeones de los cuatro torneos más importantes del mundo. Federer entra en él como sexto hombre tras Fred Perry (1935), Donald Budge (1938), Rod Laver (1962), Roy Emerson (1964) y Andre Agassi (1999).
Sin recursos, más allá de algunas tímidas subidas a la red, el tremendo sueco volvió a ser un tenista más, del montón, en su primera gran final, ante un tenista al que sólo ha arrebatado un set tras 10 enfrentamientos. Sólo en el segundo parcial se intuyó al nuevo jugador, capaz de rendir a gran altura sobre una superficie en la que nunca destacó. Forzó el juego de desempate, pero Federer respondió entonces con cuatro servicios directos en otros tantos intentos. Incontestable.
Durante el resto del encuentro, antes y después, Soderling ejerció de mera comparsa en la fiesta del emperador, a quien la tormenta, amenazante durante toda la final, presente de forma intermitente –aunque nunca lo suficiente como para interrumpir el duelo-, tampoco quiso molestar. "Me has dado una lección de cómo se juega al tenis, Roger", dijo en la ceremonia Soderling, poco afectado por la derrota. "Para mí, eres el mejor de la historia. Mereces esta victoria".
Soderling, número 12 del mundo
El tenista escandinavo, que a partir del lunes saltará hasta el duodécimo puesto de la clasificación, mostró una cara más amable que de costumbre. "Antes de la final, hablando con Magnus [Norman, su entrenador], prometimos que nadie podría ganarme 10 veces seguidas", comentó. "Ahora digo que nadie podrá derrotarme 11 veces seguidas". Los derechos de autor de la broma, en cualquier caso, pertenecen a Vitas Gerulaitis. "Nadie vence a Gerulaitis 14 veces seguidas", dijo un día antes de enfrentarse a Bjorn Borg. No fueron 14 sino 16 las ocasiones en que el estadounidense cayó de forma consecutiva ante el 'invencible' de la época.
Federer, como en días anteriores, volvió a recurrir a las dejadas que tanto detestó en el pasado, de nuevo quedó claro que ya no sufre tanto alejado de la línea de fondo, que tras 11 participaciones en París ha aprendido a sufrir sobre la superficie lenta. Sólo se enfrentó a dos puntos de 'break' en contra, uno en el cuarto juego de la tercera manga, resuelto con una derecha magistral, y otro cuando sacaba para cerrar el partido, solventado gracias a un error de Soderling. Luego se dejó caer sobre la arcilla. "Ahora ya puedo estar tranquilo", declaró a la televisión francesa. "He ganado Roland Garros".
Óscar Fornet (Enviado especial, Paris) - http://www.elmundo.es
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