El tratamiento informativo que Dubai da al asesinato de Mahmud al-Mabhuh, un dirigente de Hamás, quizá nos hable de oscuras guerras entre servicios de seguridad.
Al contrario que EE.UU. y Europa, Israel no ha dudado nunca en dar publicidad a algunos de los asesinatos selectivos consumados por sus servicios de seguridad. El modelo canónico quizá siga siendo la operación concebida por Golda Meir de busca, captura y asesinato de los protagonistas palestinos de la matanza de Münich.
Hay muchas otras operaciones de ese tipo imposibles de realizar en Europa y Oriente Medio sin la complicidad activa o pasiva de la CIA, el MI5, el Bundesnachrichtendienst, y, si se me apura, desde la presencia militar española en el Líbano, el CIFAS español. Hasta hubo un tiempo que un afamado traficante de armas instalado en Marbella -finalmente detenido por los servicios especiales de Washington- contó en su favor con la pasividad de algunos servicios de seguridad españoles, con quienes colaboró como informador durante los años 80 del siglo pasado.
Por su parte, los servicios de seguridad de varios países árabes (Siria, Irán, Argelia, Marruecos, Libia, etc.) también han protagonizado asesinatos selectivos, incluso en capitales como París, donde algunos criminales sirios contaron con la pasividad gubernamental para huir impunemente.
La novedad excepcional es que un aliado de Washington decida «tirar de la manta», por razones todavía mal conocidas. Si es que llegan a conocerse algún día. Dubai acusa de complicidad a varios ciudadanos europeos, abriendo una brecha de insondable profundidad, cuando hasta el ministro español de Asuntos Exteriores afirma a quien desea oírle que Israel, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes utilizan hoy un lenguaje muy similar para calificar al mismo enemigo común, Irán, como protector de Hamás. La sangre humana mancha muchísimo.
Juan Pedro Quiñonero
www.abc.es
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