quarta-feira, 13 de outubro de 2010

Abanderado indispuesto

Existen en el lenguaje diplomático múltiples maneras de manifestar el descontento de un país. Y, lo que es peor, hay muchas más de hacer el ridículo. El caso que nos ocupa es ya de conocimiento general. En el desfile de la Fiesta Nacional de ayer se conmemoraba también la independencia de las naciones que en 1810 quisieron romper con la Corona española y seguir su propio rumbo. Bajo la presidencia del Rey, España entera quería rendir tributo a unas independencias que costaron la vida de muchos españoles que lucharon en América en defensa de nuestros intereses. En el gran desfile nacional, la memoria de quienes dieron su vida por España allende los mares es jaleada ensalzando las independencias frente a las que los nuestros perdieron sus vidas. Es un gesto de reconciliación.

Lo malo viene cuando se tiende la mano de la reconciliación a quien nunca ha dejado de arremeter contra la herencia hispánica que ha configurado su país. Contra quien hasta hoy no pide cuentas a los miembros de su Administración que han acogido y entrenado a terroristas etarras para que puedan volver a España y asesinar a quien les plazca.

Chávez tiene muchos defectos, pero nadie debe dudar de que políticamente es un zorro. Mientras el actual Gobierno español se cubre de indignidad no ayudando a que la Justicia ejerza sus funciones en la persecución de quienes entrenan a asesinos de españoles al otro lado del Atlántico, Chávez desaira al Rey de España y a todos los españoles retirando la bandera de Venezuela del desfile por estar el abanderado indispuesto. Tampoco el embajador de Venezuela acudió, seguro que por estar pendiente de la salud de su abanderado. Y en el salón del Palacio Real en el que se ofreció el cóctel posterior al desfile, tampoco fue visto Moratinos. Estaría interesándose por la salud del abanderado.

Ramón Pérez-Maura

www.abc.es

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