50 años después y ETA continúa asesinando, ahora a dos guardias civiles. Y en muchos se ratifica la falsa percepción de que no es posible acabar con ETA, de que hay que negociar, darles lo que piden, porque nunca la derrotaremos.
Y, sin embargo, ésa es una de las tres causas que explican los cincuenta años de ETA. La debilidad, el desistimiento, el miedo, la tentación de ceder y negociar. Si ETA se mantiene viva es porque percibe esa debilidad, porque ha logrado sentar varias veces al Estado a negociar y aún tiene la esperanza de lograrlo de nuevo.
Poco cabe añadir a la segunda causa, la única sobre la que hay un amplio consenso. El apoyo, la legitimación, la cobertura que ETA ha recibido del nacionalismo. Por supuesto que una democracia puede acabar con un grupo terrorista. Siempre, claro está, que no esté protegido por las propias instituciones políticas de la democracia. Las autonómicas y las locales, en este caso. Que es lo que ha ocurrido, sin que el Estado haya sido capaz de evitarlo.
Y aún hay una tercera causa que concierne a la izquierda y sus guiños y vacilaciones para con los terroristas. Toda la memoria histórica que la izquierda ha hecho con la derecha y el franquismo es la memoria que no ha hecho con ella misma y su responsabilidad en la longevidad de ETA.
Hasta bien entrados los noventa, una buena parte de la izquierda española aún encontraba excusas para el terrorismo. Y cuando parecía que, por fin, era capaz de enfrentarse con claridad a ETA, el Pacto Antiterrorista, una nueva vacilación quebró la lucha antiterrorista. Hace tan sólo tres años, Zapatero se sentó a negociar con ETA y le dio un nuevo soplo de legitimación y de esperanza. Un soplo con que ha llegado a su 50 cumpleaños y ha vuelto a asesinar a dos españoles.
Edurne Uriarte
Catedrática de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco
www.abc.es
Nenhum comentário:
Postar um comentário