No sé si es uno más de los trillones de proverbios chinos, pero se non è vero... Éste lo he encontrado en un comentario colgado el sábado 11 por un netizen han en el China Digital Times: una mosca no se posa en un huevo que no está roto. A juzgar por el bajo perfil de los dirigentes y la prensa occidentales ante el reciente brote de violencia en la región autónoma de Xinjiang, cualquiera diría que en la República Popular China no se rompe un huevo ni para hacer una tortilla, y que hay menos moscas vivas que en la Casa Blanca. |
Hace ocho días, Urumqi (o Ürümqi, como escriben los turcófilos), capital de la región autónoma de Xinjiang, fue escenario de los peores enfrentamientos interétnicos registrados en China desde la violenta represión de monjes tibetanos en Lhasa en marzo de 2008. Las más recientes cifras oficiales, publicadas el 10 de julio, sitúan el saldo de víctimas de los enfrentamientos del 5 de julio en 184 muertos y más de un millar de heridos. Rebiya Kadeer, disidente uigur que preside la UAA (Asociación Americana de Uigures) y el WUC, el Congreso Mundial Uigur (una organización con sede en Munich que dice representar "los intereses colectivos del pueblo uigur tanto en el Turquestán Oriental como en el extranjero"), eleva la cifra de probables muertos a entre uno y tres millares, y habla de 5.000 detenidos.
Si nadie rompe huevos en China y las moscas locales se muestran más prudentes aun que en presencia de Obama, ¿cómo explicar el repentino hedor a huevo podrido e insecticida? La versión oficial de Pekín es tan fantástica como la hipótesis de que ni uno solo de los más de 1.300 millones de habitantes de la República Popular China (1.330.044.605 a mediados de 2008) jamás rompe un huevo: los ocho millones y medio de uigures de Xinjiang, la principal minoría de esta región autónoma, habrían sido manipulados por Kadeer. Kadeer fue encarcelada en 1999 por "poner en peligro la seguridad nacional" (o sea, por enviar recortes de prensa a su marido, un activista uigur detenido en la década de 1970 que a la sazón vivía exiliado en Estados Unidos), y gracias a gestiones de Condoleezza Rice fue liberada en 2005. Dos de sus hijos siguen encarcelados en China.
Sí, fantástica hipótesis, pero perfectamente acorde a la ortodoxia inamovible de cualquier régimen comunista: los conflictos internos siempre son atribuidos a injerencias foráneas. Ya el año pasado, las autoridades chinas culparon a separatistas uigures de haber planificado y llevado a cabo una serie de atentados en Pekín, incluido el lanzamiento de bombas de fabricación casera contra edificios del gobierno, poco antes de celebrarse en esta ciudad los Juegos Olímpicos. El atentado más grave (la explosión de una bomba en un autobús en Shanghai, que dejó un saldo de tres muertos y más de 20 heridos) ha sido atribuido por las autoridades a separatistas uigures, a pesar de que ningún grupo de este perfil haya revindicado ese ni los siguientes atentados. No será por falta de medios: los uigures, además de organizados en el exilio, disponen de un centro de información (East Turkistan Information Center) y su propio portal de noticias.
La explicación alternativa del WUC no es menos inverosímil: los uigures habrían salido a las calles de Urumqi dispuestos a saquear comercios y violentar a sus vecinos de etnia han en respuesta a la muerte, diez días antes, de dos uigures en una pelea desatada entre trabajadores han y uigures en una fábrica de juguetes de Shaoguan, en el norte de Guandong (Kuangtung). Guandong (capital Cantón) es una provincia del sureste de China que dista más de 4.800 kilómetros de Xinjiang. ¿Qué hacían más de 800 uigures (según un medio occidental, exactamente 818) tan lejos de Xinjiang? Las autoridades chinas, para combatir el paro, que afecta a millón y medio de uigures en Xinjiang, ordenaron el traslado de mano de obra uigur a la fábrica de juguetes Xuri. Los primeros llegaron a comienzos de mayo, menos de dos meses antes de la pelea entre trabajadores de Xuri.
Aunque con menos intensidad que en otros países, la crisis económica también está afectando a China. Un país, por otra parte, cuyo milagro económico en parte es debido a unas condiciones laborales que ni siquiera en los países más pobres de América Latina serían de recibo. El caso es que la economía china está desacelerándose: el crecimiento del PIB bajó tres puntos en un año, de un 12% en 2007 a un 9% en 2008. Y, según el FMI, en 2009 y 2010 crecerá entre un 6,5 y un 7,5%. Uno de los sectores productivos más florecientes del país en la última década, pero que desde 2008 ha experimentado el cierre de varias fábricas (con el consiguiente despido de trabajadores y aumento del paro), no es otro que el juguetero. Se calcula que cerca de 2.000 de las 3.800 fábricas de juguetes instaladas en la provincia de Guandong en los años de bonanza económica china han puesto el cerrojo o lo harán próximamente, lo que dejará en la calle a millones de trabajadores.
Desde luego, parece un poco menos inverosímil la hipótesis de que las violencias interétnicas de Shaoguan y Urumqi (y asimismo de Kashgar, donde se registraron saqueos y violencias el martes 7, y que desde entonces ha sido tomada por el ejército y las tropas especiales y cerrada a la prensa) tengan algo que ver con la degradación de la economía china y las tensiones que pudieran derivarse de la crisis. Pero lo menos que puede decirse de los comentarios y análisis voceados por los medios occidentales a raíz de los incidentes en Xinjiang es que no la toman en cuenta. Los medios dan por buenas las dos primeras hipótesis, la oficial del gobierno chino y la no menos oficial del principal órgano en el exilio representante de los uigures del "Turquestán Oriental".
Es imposible, claro, hacer una tortilla sin romper huevos, o eliminar todas las moscas con el método obamita. Pero sí es posible meter los huevos en la alacena y sellar puertas y ventanas para que no entren insectos. En estas tareas domésticas de escamoteo, los medios occidentales han aquilatado suficientemente su reputación de perfectas amas de casa. ¿Para qué perder el tiempo en otras ocupaciones? Además, de la actual crisis económica todos esperamos salir cuando lo haya hecho la economía estadounidense, un horizonte que fatalmente se alejaría si el comercio entre China y Estados Unidos se instalara en su actual tendencia bajista. Porque, a pesar de que el déficit comercial de Estados Unidos con China es importante, lo único que indican estas cifras es que los estadounidenses consumen más que los chinos, y que China aún está lejos de haber desarrollado plenamente su capacidad de producción. Pero el comercio con este país es vital para Estados Unidos, que exporta a China desde tecnología punta (por ejemplo, aeronáutica y material médico) hasta 7.000 millones de dólares anuales de plantas oleaginosas para la elaboración de aceites comestibles.
Por último, la hipótesis terrorista. Las autoridades chinas la manejan con su acostumbrado tacticismo. Cuando conviene, desempolvan lo que llaman "los tres grandes males": separatismo, terrorismo, violencia extremista. Lo han vuelto a hacer en esta oportunidad, pero llama la atención que hayan puesto el acento en el primero y no el segundo término de la tríada. Nada indica que el separatismo uigur se haya fortalecido recientemente. En cambio, expertos en estudios estratégicos que han estudiado los nexos entre islamistas uigures y Al Qaeda señalan que las autoridades chinas, después de los atentados del 11-S, adoptaron la línea de vincular las manifestaciones de descontento de los uigures con el terrorismo internacional, al mismo tiempo que imponían restricciones en la práctica del islam entre los musulmanes chinos, especialmente en Xinjiang.
No cabe duda que los islamistas de Al Qaeda tienen al menos una franquicia entre los uigures, confesionalmente suníes: el ETIM, Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, activo desde 1996. En Guantánamo todavía hay uigures detenidos (cinco fueron liberados en 2006 y reubicados en Albania). Algunos campos de entrenamiento del ETIM han sido localizados y desmantelados en Afganistán. En China, en febrero de 2006 las autoridades se incautaron de varios depósitos de armas y explosivos (hasta 3.000 kilos de explosivos, 4.000 cartuchos de dinamita, 600 armas y municiones), adquiridos por este grupo, según fuentes solventes, con dinero de la diáspora uigur. Es posible que el empeño de la oficialidad china en responsabilizar a los uigures exiliados de los recientes sucesos en Xinjiang responda a una de sus preocupaciones: aunque la infraestructura del ETIM en China aparentemente ha sido desmantelada, Pekín está convencido de que este grupo recibe apoyo, sobre todo financiero, de los uigures del exterior. Sobre todo de la comunidad más activa, instalada en Munich. Donde también tiene su sede el Congreso Mundial Uigur.
A la hora de diseñar, si no los métodos de represión de las recientes violencias, al menos la estrategia de comunicación de cara a Occidente, es muy posible que en el ánimo de las autoridades chinas haya pesado el actual contexto de crisis económica. Lo que menos le conviene a China en estos momentos es reconocer abiertamente que entre sus fronteras hay algo más que moscas y huevos, rotos o no: un caldo de cultivo, ya fértil, para el terrorismo islamista. Pero que los medios de comunicación occidentales hayan demostrado, una vez más, que prefieren la inercia de las versiones oficiales al fatigoso atar cabos sueltos no debiera bastar para desentenderse de la hipótesis más preocupante de todas: que el gigantesco huevo chino, sometido a las presiones de la crisis económica, se resquebraje. Y que por su cáscara rota asome la cabeza la serpiente del terrorismo islamista.
Ana Nuño
http://exteriores.libertaddigital.com
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