sábado, 25 de julho de 2009

Problemas Castilla-Aragón

El agravio padecido por Castilla (al recaer en ella la mayor parte del peso de la monarquía) se compensaba moralmente con su identificación prioritaria con España, de lo que protestaba el catalán Cristófol Despuig en 1557: "Casi todos los historiógrafos castellanos se empeñan en llamar Castilla a toda España, cuando esta provincia (Cataluña) no solo es España, sino la mejor de España". Quejas parecidas expresaba el valenciano Gaspar Escolano. El historiador vasco Esteban de Garibay, por el contrario, se ufanaba de que su tierra fuera parte de Castilla, "el mejor y más espacioso reino de todos los de España". Los vascos solían considerarse lo españoles más genuinos y antiguos.

Una extensa bibliografía se ha complacido en subrayar las diferencias legales y políticas entre Aragón y Castilla, sin especificar que las "libertades" invocadas eran las del una oligarquía especialmente opresiva en Aragón, mientras que la defensa común recaía sobre Castilla (la cual, debe recordarse, agrupaba a Galicia, León, Vascongadas, Extremadura, Andalucía y Canarias, aparte de la Castilla propia. De igual modo, Aragón incluía a Cataluña, Valencia y Baleares, además del propio Aragón). Al contrario que aquellos nobles, el pueblo común deseaba un poder regio más fuerte, también más lejano, y tenía sobrados motivos para odiar la inmediatez de unos déspotas nobiliarios, con sus malos usos nunca extinguidos pese a las medidas de Fernando el Católico. Y prefería una ley aplicada por letrados ajenos a los intereses creados en sus regiones. El obispo de Vich, recoge el historiador J. H. Elliott, expondría en 1615 la demanda popular de que el rey fuese allí con tropas para imponer justicia y quitar "los malos usos y costumbres que la impiden". Lo mismo se aplica al Justicia de Aragón, cargo vinculado a una familia y a clanes oligárquicos, cuyo titular no solía ser experto en leyes, ni aun en los fueros del reino. La población lamentaba el "fuerte y horrendo poder de los señores de Aragón", y en las Cortes de 1585 denunciaron unos arcaísmos que los reducían "a mayor calamidad y miseria que los de otras provincias y reynos".

La monarquía era considerada en todas partes el poder superior, generador del derecho y, pese a la renuencia de las oligarquías, durante el siglo avanzó el derecho real sobre los derechos feudales, aun sin eliminar estos. En Castilla, y más aún en Aragón, abundaban los recursos del pueblo contra los abusos de nobles y eclesiásticos, o contra los ayuntamientos manejados por estos. Un sistema que racionalizó la justicia fue el de las Audiencias, extendidas por toda España, presididas por el virrey o por un gobernador, integradas por letrados y sometidas a "encuesta" o investigación bianual para evitar corruptelas, como recuerda L. González Antón. Las audiencias mantenían los fueros, pero aplicaban una justicia más homogénea e independiente.

En Aragón había quejas por el predominio de castellanos en la administración del imperio. Pero ese predominio reflejaba tanto el mucho mayor compromiso político general de Castilla como el particularismo de las oligarquías regionales, celosas de su absoluto predominio en las respectivas regiones y desentendidas, incluso, de la defensa de sus fronteras externas. El particularismo era mayor en el reino de Aragón, que no aceptaba siquiera virreyes castellanos, que en Cataluña, que sí los aceptaba. Las Cortes catalanas fueron en ocasiones más generosas que las de Valencia y Aragón ante las necesidades de la monarquía, y acogieron con más calor que las castellanas o las valencianas la empresa imperial de Carlos I; y no faltaron nobles catalanes en cargos como embajadas, jefatura de la flota de galeras o virreinatos: nombres como los de Cardona y Requeséns, son indicativos. Un alto número de catalanes participó en la guerra de las Alpujarras, en Flandes, en Italia, y destacaron en Lepanto. Las atarazanas de Barcelona cumplieron un papel clave en la construcción de galeras. En general, la corona de Aragón se interesaba más en la empresas mediterráneas que en las atlánticas.

Problema específico de Cataluña fue el de un bandolerismo muy extendido, debido a los malos usos, a la ruina de campesinos y de muchos de los sobreabundantes nobles de nivel inferior, y a las dificultades del comercio mediterráneo causadas por la actividad de turcos y sobre todo de berberiscos, también después de la tregua con Constantinopla.

Pío Moa

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado (22/7/2009)

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