Lo sé. Es una maldad demasiado fácil, pero no siempre hay que contenerse. De vez en cuando bien está concederse una licencia.
Hace ya mucho tiempo que el Premio Nobel de la Paz, no confundir con los otros Nobel que se conceden en Estocolmo, perdió toda credibilidad. La lista de sus agraciados da un susto al miedo y todos juntos conforman uno de los clubes menos prestigiosos del planeta. Para muchos pasar a formar parte de este grupo resultaría humillante, para Obama llega en un momento delicado en que sus iniciativas chocan con grandes resistencias o entran en barrena. Sus asesores podrán sacarle partido mejorando su imagen ante sus propios conciudadanos.
Quienes se lo han concedido han decidido volver a hacer política. Ellos están en su derecho, como nosotros de denunciarlo. Utilizan descaradamente a Obama para reivindicar un tipo de política internacional y rechazar otra. El Presidente norteamericano no lleva ni un año en la Casa Blanca. En estos meses ha incumplido sus compromisos sobre Guantánamo, Iraq y Afganistán, ha hecho el ridículo en la cuestión iraní y ha cedido humillantemente ante las demandas rusas. Pero, a pesar de todo ello, es muy pronto para poder valorar su obra política. Francois Mitterrand tuvo un desastroso primer año para luego rectificar y dejar un legado de cierto relieve en política exterior. Obama puede todavía sorprendernos en un sentido u otro y hay que darle tiempo.
Que los miembros del Comité Nobel noruego den un paso más en la dirección de desprestigiar su Premio me parece bien. Que castiguen los errores de Obama colgándole este "sambenito" también me parece bien. Lo que me sorprende es la falta de visión de tantos europeos a la hora de valorar las consecuencias que sobre nuestras vidas van a tener algunas de sus iniciativas.
Florentino Portero
http://www.abc.es/blogs/florentino-portero
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