terça-feira, 20 de maio de 2008

Chávez por el suelo

La V Cumbre EU-LAC (ALC-UE), celebrada en Lima en los últimos días, culminó con las habituales liturgias de protocolos y expresiones de buena voluntad materializadas en la Declaración de Lima, que desplegó lugares comunes e imprecisiones amplias en las dos líneas de acción de lucha contra la pobreza y la salvaguarda del medio ambiente, imprescindibles para lograr el rápido acuerdo sobre el texto del citado documento.

En ninguno de los cincuenta y siete puntos de la Declaración de Lima hubo mención a un tema clave de las relaciones entre los países de América Latina, el Caribe y la Unión Europea: las amenazas a la libertad, que en Latinoamérica son parte de una escalada planificada con financiación de petrodólares venezolanos y ante las que los europeos se ponen de perfil para no chocar directamente. Ahí está, por ejemplo, la negativa del Parlamento Europeo para incluir en su lista de grupos terroristas al peruano MRTA, responsable del secuestro de cientos de personas en la residencia del Embajador de Japón en Perú en 1997 y de miles de asesinatos perpetrados en conjunto con Sendero Luminoso.

Parece que en Europa se considera que los exabruptos de personajes como Chávez, y sus aprendices júnior Morales o Correa sólo son expresiones folclóricas de ex colonias que reflejan su colorido ancestral. Es como si nos vieran muy lejanos, con problemáticas muy distantes. Esa debe ser la explicación de que mientras en Europa ciertos grupos terroristas azotan a algunas democracias y merezcan el repudio de los ciudadanos, cuando organizaciones similares hacen lo mismo en Latinoamérica no se les encuentre igualmente deleznable. E incluso, merezcan la solidaridad de los socialistas y el silencio de los liberales del Viejo Mundo.

Esta distancia se materializa en algo tan concreto como las ampliaciones del comercio internacional. La Unión Europea sólo considera la política de negociación con bloques de países. Sin embargo, no parece comprender que esto equivale a negar la posibilidad de tratados de libre comercio. Sólo por poner un ejemplo: la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Sencillamente no es factible que Perú y Colombia, que están embarcados en políticas de apertura comercial agresiva, encuentren convergencias con los proyectos retrógrados de Bolivia y Ecuador, cuyos gobiernos funcionan como satélites de los dictados de Caracas y que son enemigos declarados de los mercados abiertos. Los motivos para creer que se puede llegar a un acuerdo con la CAN van desde la ingenuidad más idiota hasta la maledicencia calculada del que no se atreve a decir "no", pero genera todas las condiciones para hacer imposible un "sí".

A propósito del dictador venezolano, el comandante Chávez quiso convertirse en la estrella desde antes de llegar a suelo peruano. Por eso, desplegó desde Caracas toda su matonería de bravucón de ventana, atacando al presidente colombiano Álvaro Uribe y a la canciller alemana Angela Merkel. Para abonar en este intento de protagonismo, pretendió descalificar el modelo económico peruano y dar un espaldarazo a los alicaídos socialistas peruanos que le administran sus "Casas del Alba", con el ensalzamiento del dictador socialista Velasco Alvarado. El general peruano que hizo en Perú hace cuarenta años lo que el comandante venezolano pretende revender como "nuevo" socialismo (¿?), es decir, empobrecimiento del agro, elevamiento de la deuda pública, engrosamiento del aparato estatal a través de la hemorragia de "nacionalizaciones" y "estatizaciones", proteccionismo comercial, mercantilismo empresarial y políticas seudo redistributivas de pobreza. Es el mismo que convirtió a las tasas de crecimiento de 4,7 y 5,3% de los cincuenta y sesenta en las magras tasas de 3,1 y -0,9% de los setenta y ochenta, respectivamente.

La realidad le golpeó en la cara al señor Chávez. Su presencia en Lima pasó apercibida solamente por su conocido despliegue mediático y de logística "de nuevo rico", con frondoso personal de seguridad y caravanas de automóviles de lujo, ambulancia incluida, pero carente de fervor auténticamente popular. Después de sus indecisiones de si venía o no venía, ya en suelo peruano, pretendió desdecirse de sus declaraciones injuriosas a la cancillera alemana y le pidió disculpas. Tampoco tuvo el valor de repetirle en la cara a Álvaro Uribe o al mismo Alan García la sarta de agravios que les volcó desde su segura tribuna televisiva. Finalmente, hasta se acobardó de participar como el orador más promocionado por los organizadores de la autodenominada "Cumbre de los Pueblos". Simplemente, no fue y dejó plantados a Evo y al comandante Ollanta Humala, su émulo más destacado en el Perú.

Quizá el temor que le asaltó a Chávez fue el reducido impacto que tuvo este evento, que los organizadores liderados por la crema y nata del socialismo peruano, concibieron como un nuevo "mayo del 68" anti-globalización. La realidad marcó que, a pesar que se realizó en una universidad pública ubicada en una de las zonas más populosas de Lima, no tuvo ni la más elemental adhesión popular ni representó el más pequeño amago de amenaza a la Cumbre EU-LAC. Esto resulta aún más evidente teniendo en cuenta que el Gobierno Peruano le brindó toda clase de facilidades y garantías para que la "Cumbre de los Pueblos" se realizara con total normalidad. Especialmente gráfica fue la exigua concurrencia de la clausura en la otrora temible Plaza Dos de Mayo, donde Evo y Ollanta hacían sus mejores esfuerzos para animar a los presentes.

Todo esto demostró además que en el Perú existe una democracia y también libertad para expresar lo que uno desea. Hay que preguntarse si en Venezuela, Bolivia o Ecuador podría ir cualquier presidente extranjero a organizar actos públicos, dictar conferencias y brindar declaraciones que denuesten a los gobiernos de Chávez, Morales o Correa, como sí se ha permitido en el Perú durante la EU-LAC.

En territorio peruano, la fiera se convirtió en una mansa mascota. Y se fue con poco ruido y sin nueces. En suma, otra derrota más para el comandante Chávez. Como decimos los peruanos, "se chupó". Su paso por Lima puede resumirse en la siguiente frase: en la cumbre, por el suelo.

Eugenio D´Medina Lora
Director ejecutivo del Centro de Estudios Públicos - Perú (CEPPER).

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