sábado, 17 de maio de 2008

Venezuela-Colombia: la herida que supura

Más allá de las apariencias, en el trasfondo de la crisis suramericana está la supervivencia de los Estados, la tradicional pugna por el dominio de la zona entre sistemas políticos opuestos y la rivalidad económica. Los problemas fronterizos vienen de antiguo. El Congreso de Venezuela y la Constitución de Nueva Granada, de 1830 y 1831, crearon una indefinición en los límites tras la disolución de la Gran Colombia. Bogotá nunca ha dejado de reclamar la Península Guajira, que le daría el control de la mitad del Golfo de Venezuela, lugar privilegiado por sus recursos energéticos.

Este antiguo ingrediente se ha visto aderezado por el choque ideológico. Por un lado, el sistema socialista-progresista liderado por el presidente Chávez y plasmado en su Iniciativa Bolivariana para las Américas (proyecto ALBA), que pretende liberar a los pueblos del sometimiento de los países más desarrollados, encabezados por EEUU. Por otro, el movimiento conservador, representado por el principal aliado norteamericano en la zona, Colombia, y respaldado por la potente elite económica dominante en estos países.

El presidente colombiano, Álvaro Uribe va ganando de calle. De un país al borde del desmoronamiento, colapsado por la rampante criminalidad y los permanentes secuestros, ha conseguido arrinconar a los guerrilleros de las FARC en limitadas zonas selváticas, poner orden en el caos del narcotráfico e imponer la presencia institucional en todo el territorio. Con una economía que se va consolidando, ha desmovilizado a 31.000 paramilitares de las Autodefensas Unidas, y encaminado las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional. Y cuenta con un Ejército bien dotado y mejor instruido, al tiempo que dispone de un amplio apoyo de la población, cansada de años de violencia. Sin duda, mucho han tenido que ver en ello los 50.000 millones de dólares del Plan Colombia financiados por EEUU.

Para Venezuela, temerosa del creciente poder de Colombia, ha sido muy fuerte la tentación de emplear a las FARC como vehículo de expansión ideológica y de mecanismo de desestabilización del gobierno de Bogotá. Pero ésta puede ser una trampa mortal para Chávez. De confirmarse su apoyo a un grupo considerado como terrorista incluso por la UE, Caracas podría verse en la lista de países que financian el terrorismo internacional, con las graves consecuencias que se podrían derivar.

Hoy día las FARC están muy desprestigiadas, han perdido su encanto inicial de lucha por la desigualdad social y contra la corrupción, a duras penas mantienen un débil apoyo popular mediante el terror, y están involucradas en todo tipo de actividades criminales, como secuestros, extorsiones y protección del narcotráfico.

A todo ello se añade la rivalidad económica. Con la mejor de las intenciones, Chávez estableció precios fijos para todos los productos, pero lo que ha provocado es un lucrativo contrabando con otros países. En las zonas fronterizas, la población más humilde carece de leche, huevos y verduras, creándose enormes tensiones sociales y la caída en picado de la popularidad del presidente. El combustible, comprado a 4 céntimos de euro en territorio venezolano, se vende en Colombia 20 veces más caro, generando pérdidas enormes a Caracas, con el beneplácito de Bogotá, a quien no le importa el origen mientras los minoristas paguen sus impuestos locales. Así, 3,5 millones de litros cruzan impunemente la frontera cada año. Nada nuevo bajo el sol iberoamericano. Sólo sorprende la prudente postura adoptada por Cuba, signo inequívoco del gran cambio que se está fraguando.

Pedro Baños
Teniente Coronel, profesor de Estrategia y Relaciones Internacionales en la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas - España (CESEDEN)

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