sábado, 10 de outubro de 2009

El complejo

La Derecha española, democrática, libre y progresista, tiene que dejarse de complejos. Esa debilidad es la que anima a crecer el sectarismo de determinada Izquierda, nada democrática por cierto. ¿Es democrática la ignorante «seño» comunista que impide un homenaje a Agustín de Foxá? No lo puede ser. El objetivo del comunismo nunca fue la libertad y la democracia, sino el poder. La libertad, en la España del último tramo republicano, en la URSS, en los países del Telón de Acero, en Cuba, en Corea del Norte, en donde hayan padecido la experiencia del comunismo, jamás existió.

¿Bienestar a cambio de libertad? Tampoco. El comunismo, económicamente, ha sido una ruina. Prisión y ruina. El bien supremo del ser humano, después de la vida, es el de la libertad. Hay que dejarse de complejos. Una buena parte de estos ignorantes que exteriorizan su memez y su incultura amparados en una norma prescindible, militan en el comunismo o el socialismo sectario porque se sienten enfadados con la vida. Sólo ellos son capaces de borrar el nombre de un héroe del siglo XIX español de una calle de Sevilla para sustituirlo por el de una actriz secundaria y de reparto cuyo único mérito ha sido liderar al sector más politizado del cine hacia el desprecio general.

Resulta penoso el sistemático silencio de la Derecha ante las humillaciones de una Izquierda alzada que somete su reacción. Un comunista no puede hablar de democracia. Un comunista no puede dar lecciones de libertad. Un comunista no tiene ningún fundamento para usar la imagen del progreso. Están ahí, estancados en su derrota y en su rencor. Pero son maestros en la manipulación y la propaganda, eso que tan rematadamente mal hacen los políticos de la Derecha.

La Ley de la Memoria Histórica no contempla a Paracuellos del Jarama, por poner el ejemplo más sangriento de nuestra Guerra Civil. Y setenta años más tarde, prohíben un homenaje a un gran escritor que no mató a nadie. A Santiago Carrillo, el actual ministro de Educación, le hizo «Doctor Honoris Causa» dos años atrás. Y la reacción de la Derecha democrática fue respetuosa y tolerante. La colaboración de Rafael Alberti en la tortura de presos en la checa de Bellas Artes ha pasado desapercibida. El Sistema no permite que un poeta comunista haya sido, además de prodigioso poeta, una mala persona. ¿Se figuran a José María Pemán, o al reconvertido Ortega y Gasset disfrutando del dolor de unos prisioneros republicanos? Son maestros en borrar las sombras de los suyos y los nubarrones de la Historia. La Guerra Civil fue una clamorosa reunión de canalladas, en un bando y en otro. Pero sólo se recuerdan y condenan las del lado de los vencedores. El victimismo de la derrota vende muy bien.

Agustín de Foxá era de derechas, como Dionisio Ridruejo, Eugenio Montes, Luis Rosales, Pedro Laín, Leopoldo Panero, Rafael Duyos, José María Pemán, José Luís López Aranguren, Rafael García Serrano y Ernesto Giménez Caballero. Escribieron y no mataron. No aceptarlos por su condición de «fascistas» desde el comunismo y el socialismo resentido, produce estupor y vergüenza ajena.

Póngase fin, ya es hora, al complejo de inferioridad y al silencio. Ningún comunista puede dar lecciones de libertad, vida y democracia a nadie.

Alfonso Ussía
www.larazon.es

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