sábado, 10 de outubro de 2009

Humphrey Slater en la Guerra de España

Humphrey Slater.
De todos los escritores que vinieron a España a contar la Guerra Civil o a combatir en ella, Humphrey Slater (1906-1958) protagoniza, sin duda, la peripecia más fascinante.

Brigadista y estratega militar en las filas del Partido Comunista británico, Slater se convirtió, tras su experiencia en la guerra española con los enviados de la Komiternn y su observación directa de las feroces purgas en el bando republicano, en un relator mordaz y descarnado del error y el horror del comunismo. En La mentalidad soviética, Isaiah Berlín se refiere a Koestler, Serge y Slater como "los tres escritores que mejor habían comprendido el verdadero rostro del comunismo".

La vida de Humphrey Francis Slater es la del típico héroe romántico, un poco a lo T. E. Lawrence, capaz de inspirar una novela de aventuras con su sola biografía. Fue un estimable pintor abstracto en el clima de las vanguardias estéticas del periodo de entreguerras. Militó activamente en el PC británico; y no sólo eso, llegó a ser uno de sus teóricos militares de mayor rango. Durante los años 30, viajó por toda Europa propagando la doctrina comunista. Escribió libros de táctica y estrategia militar, y al regresar de España, en 1939, entrenó a la Guardia Nacional británica en técnicas de guerrilla urbana.

La II Guerra Mundial dio la puntilla a su fe comunista, y desde 1945 se convirtió en un escritor anti-comunista a tiempo completo. Junto a George Orwell, compañero de andanzas en la Guerra Civil, fundó la revista Polemics, que se definía a sí misma con el elocuente subtítulo de "favorable a la ciencia, hostil a las manifestaciones intelectuales del romanticismo y marcadamente anticomunista". De esta época (en concreto, a partir de 1947) data la publicación de su corta obra novelística, entre la que destacan Los herejes y El conspirador (cuya versión cinematográfica contó con la participación de Elizabeth Taylor).

El frenético activismo político de Slater no pasó inadvertido al servicio secreto británico, que llegó a atesorar un dosier de más de 500 folios sobre nuestro autor.

Si la vida de Slater estuvo llena de aventuras, su misteriosa muerte lo convirtió en una leyenda. En 1958 regresó a España, a los mismos lugares de sus correrías bélicas. Sabemos que en esos días inició la redacción de sus memorias. A partir de ahí, se pierde su pista... Simplemente, desapareció en unas circunstancias que nunca han sido esclarecidas.

Nial Binns destaca, en su obra de referencia La llamada de España. Escritores extranjeros en la Guerra Civil (Montesinos), el prodigio estructural de Los herejes, ese corte temporal entre la primera y la segunda parte de la novela que nos lleva de la Europa de las persecuciones religiosas del siglo XIII a la España de la paranoia anti-trotskista de 1936-1939. Las dos partes son como dos novelas independientes, aunque trabadas por una elipsis de personajes y temas que hace que funcionen perfectamente como unidad.

La primera parte cuenta la historia de Paul, Elizabeth y Simon, tres niños de la calle en la Avignon del siglo XIII, cuando la persecución contra los herejes albigenses emprendida por Inocencio III. Los tres son hijos de padres torturados y ejecutados en autos de fe. Su orfandad los convierte en vagabundos y, finalmente, en carne de cañón de una leva infantil para las Cruzadas (1212).

Al comienzo de la segunda parte nos encontramos en Málaga, el 17 de julio de 1936. Paul, Elizabeth y Simon son, ahora, tres estudiantes británicos que trabajan como ayudantes de un científico en cierto experimento con simios. La escena inicial transcurre en la terraza de un café. Lo vemos todo desde el punto de vista del coronel Jesús María Cortés Hernández y Córdova, un joven bien dotado intelectualmente, militar de carrera, estudioso de la ciencia de la guerra, convencido de sus ideas republicanas y progresistas. Los estudiantes británicos están hablando de una novela que acaban de leer sobre tres niños vagabundos, hijos de herejes, forzados a combatir en las Cruzadas. Uno de ellos, Paul, relaciona la persecución de los herejes en 1212 con las campañas de eliminaciones masivas que se están llevando a cabo en 1936 en Italia, Alemania y Japón, y con la persecución de trotskistas y disidentes por el régimen estalinista. Dos de los personajes de esta escena, el joven coronel español y la joven estudiante inglesa, se enamoran, unen sus vidas y tiran de la historia hasta el final.

Asistimos al estallido de la Guerra, al caos que se desata en la calles en los primeros días, con las mafias sindicales y de los partidos políticos campando a sus anchas, las requisas, los asesinatos arbitrarios y brutales, el saqueo e incendio de propiedades, la temible chusma arrasándolo todo. Parece que estuviésemos leyendo uno de los Episodios Nacionales de Galdós. La violencia se describe con precisión, pero sin recreaciones, y el odio cainita y pendenciero del populacho se percibe en detalles como las conductas delatoras que se dan entre los estratos más bajos. Camareros y taxistas se dedican a informar a sus sindicatos de lo que hacen los vecinos.

El ascenso de Cortés en el escalafón militar discurre en paralelo a su desencanto con la promesa de redención de la utopía comunista. La arrogante ignorancia de los asesores soviéticos sobre España, la liturgia fanática de la disciplina comunista en el campo de batalla, la obsesión por liquidar disidentes, la delación y el espionaje entre íntimos como método de cohesión de las propias filas... todo eso va descubriendo desde su privilegiado puesto de miembro del Comité de Estrategia Operativa del bando republicano, primero, y de asesor del ministro de la Guerra , después.

La relación de los cuatro personajes se verá sacudida por su diferente reacción ante "el verdadero rostro del comunismo", como dice Berlin. Como en la vida real, algunos se negarán a ver y serán los más despiadados para con sus semejantes, como Simon, y otros, como el general Cortés, se caerán del caballo, intentarán pactar de buena fe con el enemigo y arrostrarán con resignación su herejía en uno y otro bando.

Un rescate oportuno y hermoso, en medio de los fastos de la memoria histórica. Los herejes es una novela contra los autos de fe que todas las utopías engendran y un delicado alegato por el individualismo.


HUMPHREY SLATER: EL HEREJE. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores (Barcelona), 2009, 267 páginas.

Víctor Gago
http://libros.libertaddigital.com

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