En la primavera de 1940, miles de oficiales polacos fueron ejecutados en el bosque de Katyn, un triste acontecimiento histórico que ahora ha recreado magistralmente el cineasta Andrzej Wajda en una cinta homónima que fue candidata a los Oscar en el apartado de Mejor Película Extranjera de Habla no Inglesa y que llegó a la cartelera española el pasado viernes.
Todo comenzó cuando Lavrenti Beria, el hombre que controlaba los servicios de seguridad soviéticos y que se dedicaba a ejecutar con la mayor displicencia y frialdad las pavorosas órdenes de Stalin, mandó establecer una serie de campos de concentración para los prisioneros de guerra polacos. No durarían mucho allí, pues entre el 3 de abril y el 19 de mayo de 1940 fueron ejecutados más de veinte mil soldados.
Una horrible matanza que cobra nueva actualidad gracias al filme de Wajda y del que ABC rindió cumplida cuenta conforme se iban conociendo detalles de lo sucedido.
Así por ejemplo, el 2 de mayo de 1943 Giménez Caballero firmaba un artículo titulado «Katyn o la venganza de Boris Godunof» en el que se internaba en esa cámara de los horrores en la que se había convertido un bosque cuya atmósfera se había llenado de una «pesantez hedionda». «Se me hizo recorrer el inmenso matadero. Contemplar estratos de cadáveres -hasta catorce- unos sobre otros aplastados, en una hoya redonda y basta como una plaza de toros. Por el momento iban excavados cerca de 3.000 cuerpos. Con un profundo respeto los iban alineando soldados alemanes en los claros del bosque: en formación bélica, en escuadrones funerales y solemnes, como tributo de honor a la hecatombe de todo ejército. ¡Pobre Polonia!», comentaba Giménez Caballero, quien recordaba que el crimen había ocurrido en la primavera de 1940 y se preguntaba: «¿Fueron los cuervos quienes con sus graznidos y revoloteos sobre la fosa descubrieron el crimen, al modo que en el célebre cuento oriental?»
Tres días después, ABC se hacía eco de los resultados de un informe del comité médico encargado de examinar a las víctimas de Katyn y revelaba que los soviéticos habían plantado árboles en las tumbas para tratar de borrar las huellas del crimen. El 15 de septiembre de ese mismo año, se anunciaba la identificación de cuatro mil cadáveres por parte del ministerio de Exteriores del Reich.
Sepultada en el proceso de Núremberg
El 9 de marzo de 1946, ABC informaba de que el tribunal de Núremberg encargado de analizar los crímenes de guerra analizaría al día siguiente la matanza de Katyn, después de que el abogado defensor de Goering solicitase que fuese llamado a declarar el teniente alemán Arhens con el fin de demostrar que los nazis no habían sido los culpables de lo sucedido. El 2 de julio, el diario volvía al proceso de Núremberg, donde varios testigos denunciaban «el crimen más abominable» perpetrado durante la Segunda Guerra Mundial.
A pesar del fin del conflicto, las heridas seguían abiertas. El 13 de septiembre de 1952, ABC llevaba a su portada la fotografía de un polaco residente en Estados Unidos que había sido testigo de la matanza de Katyn y que declaraba sobre la misma ante la comisión que estudiaba en Washington los hechos acaecidos en la primavera de 1940.
Ya en 1972, los archivos británicos revelaban los informes secretos sobre la matanza de Katyn, hecho que ABC aprovechaba para recordar cómo la masacre había quedado relegada al olvido después del proceso de Núremberg.
Pero, como tantos otros crímenes históricos, aún quedaba mucho por desentrañar en torno a lo sucedido en Katyn. Así, el 17 de noviembre de 1992 José Grau informaba sobre las nuevas revelaciones aportadas por los documentos que el presidente ruso Boris Yeltsin había entregado al presidente polaco Lech Walesa. El expediente sobre Katyn incluía la decisión del 5 de marzo de 1940 del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la URSS aprobando el fusilamiento de 14.700 oficiales y de otros 11.000 ciudadanos polacos más. La resolución estaba firmada por Stalin, Beria y Molotov, ministro de Exteriores de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial.
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