quinta-feira, 7 de outubro de 2010

Vargas Llosa y la orgía perpetua del Nobel


Desde la puerta de la luna de las mil noches y una noche, el rey Sahrigar Mario Vargas Llosa mira por fin, con amor desde la una de esta tarde, la avenida del premio Nobel de Literatura, un galardón al que estaba predestinado y que su nombre engrandece. La vida de Mario Vargas Llosa debe leerse como una novela, como un auténtica obra maestra, como una fiesta literaria. Una de las mejores personas que le conocen, J. J. Armas Marcelo, tiene dicho y escrito que Mario es un paradigma contemporáneo y de los que no hay más de doce en este momento. Lo suscribimos absolutamente. Es un escritor que crea conciencia con lo que escribe, rechazo o aceptación, pero nunca pasa inadvertido porque nada de lo que dice ni nada de lo que escribe es prescindible.

Decía Carlos Barral que Mario Vargas Llosa era el único escritor que conoce que “trabaja como un obrero y vive como un burgués”. Un auténtico animal literario. Mario contempla una disciplina marcial, casi militar de trabajo y de obsesión. Antonio Muñoz Molina, otro vargasllosiano convicto y confeso, le confesó a Armas Marcelo en la sierra madrileña, después de una gran cena veraniega: «Chico, cuando nos levantemos mañana a las diez, tú en tu casa y yo en la mía, Vargas Llosa tendrá ya un nuevo capítulo de su novela escrita».

En efecto, cuando hoy nos hemos levantado con la buena nueva del Nobel a Mario, ya tiene una novela recién salida del horno: “El sueño del celta”, que se publicará justamente dentro de un mes. En Vargas Llosa se acentúa el vicio de escribir. Del llamado «boom», Mario Vargas Llosa es el único escritor que sigue creciendo... Y hay pocos que se acerquen a él; muy pocos. La literatura de Vargas Llosa es la de la Humanidad porque es una búsqueda imparable de la libertad. Dice él que Isaiah Berlin, al que ha estudiado muy bien, tiene cuatrocientas descripciones, delimitaciones y designaciones de lo que es libertad. Pero él busca la suya con toda honestidad y a sus lectores nos ha enseñado, y nos enseña, mucho. Cuando se dice que Vargas “es muy ambicioso, muy vanidoso y un “señorito de derechas”, a todos esos los vargallosianoadictos, como mi amigo Juancho y el que suscribe, les respondemos: Mario es un tipo que está contra todos los nacionalismos, un tipo que es lo más antiracista del mundo en su ideología y en su escritura, “¡un tipo que tiene todas esas cosas y que por el mero hecho de creer en la libertad de mercado resulta que le llaman "fascista"!,!coño!”, les espetamos a los que intentan insultar a Mario.

Una vida intensa

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (1936, Arequipa, Perú) vino al mundo cuando sus padres ya estaban separados, por lo que no conocería a su progenitor hasta los diez años de edad. Reencontrarse con él supuso un cambio en la formación del adolescente. A los dieciocho años decide contraer matrimonio con su tía política Julia Urquidi, lo que aumentó sus urgencias económicas. Paralelamente a sus estudios desempeña hasta siete trabajos diferentes: redactar noticias en Radio Central (hoy Radio Panamericana), fichar libros, revisar los nombres de las tumbas de un cementerio. tiempos de hambre y letras hasta que se decide a cruzar el océano y conquistar Europa: Madrid, París, entre la escasez y la angustia por sobrevivir. Hasta que en 1959, con el conjunto de relatos «Los jefes», obtiene el premio Leopoldo Alas.

En 1964 regresa a Perú, se divorcia de su tía Julia Urquidi y realiza su segundo viaje a la selva donde recoge material sobre el Amazonas y sus habitantes. Viaja a La Habana en 1965, hasta que «el caso Padilla» marcó su distanciamiento definitivo de la revolución cubana en 1971. En 1965 se casa con Patricia Llosa. De la unión nacen Álvaro (1966), Gonzalo (1967) y Morgana (1974). En 1967 trabajó como traductor para la Unesco en Grecia, junto a Julio Cortázar; hasta 1974 su vida y la de su familia transcurre en Europa, residiendo alternadamente en París, Londres y Barcelona.

Junto a su pasión literaria (con títulos imprescindibles para la literatura mundial como «La ciudad y los perros», «La casa verde», «Los cachorros», «Conversación en La Catedral», «Pantaleón y las visitadoras», «La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary», «La tía Julia y el escribidor», «La guerra del fin del mundo», «Historia de Mayta», «Elogio de la madrastra» o «Pantaleón y las visitadoras», Mario Vargas Llosa se perfila como líder político al mando del Movimiento Libertad, que se opone a la «estatización» de la banca que proponía el entonces presidente de la República del Perú Alan García Pérez. En 1990 participó como candidato a la presidencia de la República por el Frente Democrático-FREDEMO. Luego de dos disputados procesos electorales (primera y segunda vuelta), pierde las elecciones y regresa a Londres, donde retoma su actividad literaria. Muchos críticos que le hicieron la «suerte» de matarlo civilmente cuando las elecciones al Perú votaron al «chino» (Alberto Fujimori, un completo cáncer para Perú) para no votar al primero de la clase. «Mario no ganó porque toda la mugre se unió para que no ganara. Afortunadamente, hemos rescatado al mejor Mario Vargas Llosa, y el ejemplo está ahí: "La fiesta del chivo"», se felicita su amigo Armas Marcelo. Premio Cervantes y Príncipe de Asturias, en marzo de 1993 Mario Vargas Llosa, que posee los doctorados en las grandes universidades del orbe, obtuvo la nacionalidad española, sin renunciar a la peruana. Un año después ingresó en la Real Academia Española.

Mario Vargas Llosa, que preside la Fundación Internacional para la Libertad (FIL), siempre se ha mostrado muy crítico con la actitud europea hacia el inmigrante: «Creo que esa paranoia está muy alentada por los prejuicios xenófobos y racistas... como si la inmigración fuera portadora del terror, como si la inmigración viniera a destruir el empleo o a amenazar las llamadas identidades nacionales, que sí son para mí un hechizo. Y creo que eso debe ser combatido porque detrás viene la xenofobia, el racismo y el nacionalismo, que es uno de los grandes flagelos de la Humanidad».

Pasión por Onetti

Una de las grandes pasiones literarias de Mario Vargas Llosa es Juan Carlos Onetti, al que descubrió con entusiasmo en los años sesenta. Le subyugó una obra literaria íntegramente concebida para mostrar la sutil y frondosa manera cómo junto a la vida verdadera los seres humanos hemos ido construyendo una vida paralela, de palabras e imágenes, tan mentirosas como persuasivas donde refugiarnos para escapar de los desastres. Es el primer escritor moderno, Juan Carlos Onetti, que extraía destreza de la boca de las gentes de las calles. Una constante, una situación se repite una y otra vez en sus novelas: un hombre, una mujer viven una situación de gran tensión económica, sentimental, psicológica, que los lleva a las orillas de un abismo de desesperación, ruptura, desplome, y entonces fuga. «¿A dónde fugan? Hacia lo imaginario. Como el comienzo fascinante de “La vida breve”, la primera novela moderna que se escribe en su sentido técnico», dice Vargas Llosa.

La obra de Onetti, según Vargas Llosa, se organiza de acuerdo a un sistema narrativo que aprovecha de una manera creativa y original las lecciones de los grandes maestros de la literatura moderna: Proust, Joyce, Faulkner, Celine.., que Onetti devoró y aprovechó para darle al mundo que llevaba dentro una enorme sabiduría. Para Vargas Llosa , «El infierno tan temido» es uno de los cuentos más perfectos e inquietantes jamás creado. La obra de Onetti es la de la frustración de Iberoamérica. Personalmente Onetti era curiosidad, pasión, fobias y muchas filias, timidez, incapacidad para la lucha por la vida. «Una persona desprovista de armas para entrar en esa selva que es a lo que nos referimos cuando hablamos de la lucha por la vida», evoca Vargas Llosa, para quien Onetti vive la literatura de una manera genial, apasionada, inmortal. Como MVLL, un Nobel que ahora une su nombre a otro Nobel grande de las letras hispanoamericanas: Gabriel García Márquez. Ambos rompieron su amistad por el puñetazo que, supuestamente, Mario propinó a Gabo hace 34 años a las puertas de un cine de México. ¿Los motivos? Vargas Llosa siempre habla de un "pacto tácito" para no pronunciarse sobre el KO técnico a García Márquez. Ahora ambos están empatados a Nobel.

Antonio Astorga

www.abc.es

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