El día de hoy, 2 de mayo de 1808, pasará a la historia como una jornada de infamia, pero también como una página de gloria y honor para nuestro país. El Ejército francés ha enseñado su atroz faz con la complicidad de un grupo de traidores que ha abandonado al pueblo a su suerte en la defensa del Rey Fernando. Los militares enemigos han aplastado la rebelión de Madrid. La carnicería ha sido brutal. Cientos de cadáveres yacen en las calles ensangrentadas. Otras decenas de inocentes son a estas horas pasados por las armas. Pero nada está perdido. El sacrificio de los madrileños no ha sido el final, sino el principio de una lucha por la libertad. Los héroes de Monteleón, de Sol, de la Puerta de Toledo o la Plaza Mayor han iluminado con su sacrificio nuestra misión. La guerra contra el invasor es un hecho y todos los españoles de bien están llamados a empuñar un arma hasta que el último francés haya salido por la frontera. No habrá tampoco cuartel para los traidores. Deben saber que correrán la misma suerte que sus protectores. Compatriotas, mientras se escriben estas líneas, y resuenan las descargas de los fusilamientos, nuestra cólera y nuestra furia crecen sin cesar. España necesita a todos y cada uno de sus hijos para defenderla. A las armas. Por la patria, por la libertad.
Editorial - www.larazon.es
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