La sociedad española ha demostrado que pocas otras -quizás ninguna en el mundo desarrollado- la superan en tolerancia de la mentira. Nunca un Gobierno en democracia les había mentido tanto, de forma tan abierta, obscena, confirmada y hasta reconocida por los mentirosos. Pero el ambiente general de indolencia y resignación han llevado a la práctica abolición del reproche social de la mentira. Se ha generalizado la convicción de que todos mienten en política y fuera de ella y de que las mentiras gubernamentales son piadosas dadas las excelsas intenciones de su Gran Timonel. Así las cosas, es lógico que las mentiras que se refieren a realidades remotas se asuman sin problema.
Desde hace un par de meses, los medios cercanos al Gobierno de Zapatero -casi todos cuando hablamos de los audiovisuales- nos ofrecen una imagen entusiasta de las «reformas» de Raúl Castro en Cuba. Un día venden como inmenso avance el permiso a los ciudadanos cubanos a entrar en hoteles que les estaban vedados por ley y lo siguen estando de hecho. Al otro lanzan como conquista democrática la autorización de compra de ordenadores que, inasequibles, sirven poco más que de máquina de escribir sin acceso a la red. Eso sí, cuando las «Damas de Blanco», las mujeres e hijas de presos políticos, son agredidas por la policía y el lumpen «revolucionario», el hecho apenas merece mención.
Lo cierto es que la farsa transformista de la dictadura cubana tiene aquí muchos cómplices. Agotado, salvo para los paleocomunistas más obcecados, el mito de la Cuba del éxito en educación y sanidad, evidentes sus miserias profundas y generales, se trata de salvar la cara con la voluntad de reforma de la dictadura. El mayor aliado del castrismo en Europa es el Gobierno español. Se volcó en una operación para restar visibilidad a la disidencia y desactivar las sanciones de la UE contra Cuba tras el macrojuicio de la Primavera negra de 2003. Desaparecida la oposición de las recepciones oficiales de nuestra embajada, se llegó en dicha complicidad hasta la grotesca creación de un órgano bilateral sobre derechos humanos. La mentira de la estrategia del apaciguamiento es evidente. La desmovilización de la sociedad española en la lucha contra el régimen castrista es un hecho. Cuando el martes, la miembro de las «Damas de Blanco» Berta Antúnez, hermana de un preso con 17 años de cárcel a sus espaldas, presentaba en Madrid la Campaña de Apadrinamiento a presos políticos cubanos, casi todos los medios de comunicación y los políticos estaban ausentes. Una vergüenza más. Miles de cubanos se juegan a diario la libertad en su resistencia como refleja el anuario de «Pasos a la libertad» distribuido en el acto. No hay siquiera cientos de políticos, periodistas o ciudadanos en España que sacrifiquen algo de su tiempo por recordarlos. Otro éxito de las mentiras de Zapatero.
Hermann Tertsch
www.abc.es
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