Lo cierto es que el vídeo socialista para la campaña de las elecciones europeas estremece, sobre todo, porque su autor debe de ser un racista inmundo. Todos los figurantes son blanquitos y con pinta de nórdicos. Hasta el que hace de cura ostenta un cráneo braquicéfalo como los que exigía Himmler para llegar a furriel en las SS. Por aquí hay mucho progre que piensa -mejor dicho, opina- que, con no sacar un moro haciendo de malo en la película, cumple con el expediente de la corrección humanitaria, pero se le ve la oreja cuando pretende hacernos creer que todos los malos de Europa resultan fácilmente identificables por su fenotipo caucásico. En fin, sólo los cretinos de este jaez siguen apegados a los mitos raciales. Son los tíos Tom de la posmodernidad, los blancos con alma negra, incapaces de comprender que la pigmentación de la piel no implica caracterizaciones morales.
Si esta es la visión que tienen de Europa los socialistas, y me temo que sí, no sé qué pegas le encuentran a Le Pen. Estigmatizar una determinada apariencia física es racismo en cualquier tierra de garbanzos, y el vídeo de marras rebosa antropologismo zafio por todas las esquinas. La derecha -y la Iglesia, de paso- como raza inferior. Qué ingenioso. Algo parecido intentaron ya los bolcheviques con los perversos kulaks que se negaban a entregarles la cosecha (no vamos a ponérselo fácil apuntando a los nazis). Ya que se trataba de matar burgueses, había que transmutarlos previamente en antropoides, como Hitler hacía con los no arios en general y con los judíos muy en particular.
El actual Papa, por cierto, ha mostrado una particular predilección por los cristianos árabes y subsaharianos, o sea, negros de solemnidad, pero no ha cometido la estupidez de satanizar a los europeos de piel blanca ni, mucho menos, de sostener que en Europa sólo hay lugar para una religión. Esas paridas, y al vídeo me remito, sólo se le ocurren hoy a la izquierda, y es una pena, porque los de mi edad todavía podemos recordar que existió una izquierda menos lerda. Incluso Ramón Jáuregui, el candidato que encabeza la lista del PSOE para Europa, parecía más despierto cuando nos conocimos, hace la tira de años. No me imagino al Jáuregui de los setenta diciendo que las cosas son tal como las pinta el vídeo. Una de dos: o se ha vuelto un cínico o un tonto macizo, y, la verdad, preferiría creer lo primero.
En cualquier caso, es una izquierda de caricatura. Y, hablando de caricaturas en el año de Darwin, no está de más recordar aquella estupenda que un oscuro grabador hizo del padre del evolucionismo para la etiqueta del Anís del Mono. Los rasgos faciales del mono en cuestión corresponden a Darwin, y no a Alfredo Pérez Rubalcaba, como algunos afirman. Pérez Rubalcaba es un científico eminente, pero en otra rama (del árbol de la Ciencia, no se me entienda mal), la Química recreativa, aunque ya no se acuerde de cuándo vio por última vez un tubo de ensayo. La que quedaría ideal en una etiqueta feminista de la misma marca es, sin duda, la Miembra, injertada en mona Chita, con una botella en una mano, un plátano pelado en la otra y un cartel desplegado por las patas traseras donde se lea aquello de «la Ciencia lo dijo y yo no miento, y punto redondo por más que me enmiende Gabilondo».
En cuanto al vídeo, supongo que el autor confía en que le servirá para salvar el pellejo cuando los de al-Qaeda reconquisten al-Ándalus. Y es que se trata justamente de eso. De una típica majadería de quintacolumnista dotado de un vacío mental a presión como el que mantiene milagrosamente separadas las orejas de Bibiana.
Jon Juaristi
Poeta y ensayista español nacido en Bilbao en 1951.
Doctor en Filología Románica, ha sido catedrático de Filología Española en la Universidad del País Vasco y en New York University; asimismo ha sido profesor investigador en el Colegio de México, México D.F. profesor titular de la Cátedra de Pensamiento Contemporáneo de la Fundación Cañada Blanch en la Universidad de Valencia y director de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes.
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