Voy a ser políticamente incorrecto. Con el debido respeto al presidente de mi Gobierno decir en un mitin que en el tema del aborto la derecha quiere imponer su ideología es una simpleza. O peor, es una manipulación impresentable. ¿Desde cuándo no se puede discrepar de las ocurrencias ideológicas de otros o defender unos principios propios? Es de primero en la asignatura de libertades. O tal vez es un nuevo capítulo de progresismo mal entendido, pero con bula para decir cualquier tontería.
La Ley del Aborto es de nuevo la matrícula de honor del Gobierno: crear problemas donde no los hay y además asegurar que se tiene la solución. La ministra Bibiana Aído no puede ser ministra del Gobierno de España. Porque no da la talla y dice tonterías impropias de su cargo, como asegurar que el feto es un ser vivo pero no humano. Vale. Ese día hizo novillos en el bachillerato a la clase de Biología. Pero el presidente Zapatero, lejos de cesarla, la aplaude y asegura que los padres no tiene nada que decir si una joven de 16 años quiere abortar porque sería una injerencia determinante.
Presidente: ¿y cuál es el papel de los padres? Mas fuegos artificiales en el fondo de una ley en la que el aborto pasa de ser un delito a ser un derecho de la mujer en aras a su dignidad. Ése es el auténtico debate. Más madera ideológica para la división. Somos los más avanzados a la hora de legislar, pero miramos a otra parte en los problemas de cada día. ¿Qué pasa con la unidad de mercado entre 17 autonomías? ¿Y la educación? ¿Y la igualdad de derechos de los españoles vivan donde vivan? ¿Y el uso de una lengua común? ¿Que la derecha quiere imponer su ideología? ¡Anda ya!
Ernesto Sáenz de Buruaga
www.larazon.es
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