sábado, 16 de maio de 2009

Peregrino por la paz

Una vez más, Benedicto XVI supera los prejuicios de ciertos sectores que preveían de forma interesada un Pontificado conservador y de pura transición. El Papa culminó ayer su viaje a Tierra Santa, el espacio geopolítico más conflictivo del planeta, con una nueva expresión del carácter ecuménico que inspira todas sus actuaciones. Peregrino por los lugares sagrados, el mensaje pastoral del Santo Padre ha puesto el acento en los elementos que precisan mayor atención en aquella región, como son los niños que deben permanecer «al margen del fanatismo y la violencia». Es llamativa la reiteración de discursos -tanto en Jordania como en Nazaret- sobre el papel de la mujer, recordando su función indispensable en la «ecología humana». A lo largo de esta intensa semana no ha faltado tampoco la sabia prudencia del intelectual que advierte sobre los límites de la ciencia y muestra un profundo conocimiento y respeto por las múltiples lenguas y culturas que confluyen en aquella zona del mundo.

La visita a Jerusalén, el recuerdo del Holocausto y la oración ante el muro de las lamentaciones han sido el punto culminante de la estancia del Papa en Israel, después de los días tan emotivos vividos bajo la sincera hospitalidad del monarca jordano. Una vez en Israel, Benedicto XVI habló claro y sin rodeos en su condena al antisemitismo, elogiada incluso por los sectores judíos más exigentes en este terreno. También mostró su rechazo en términos inequívocos hacia el muro de separación construido por Israel en Belén. La paz solo es posible si tiene su fundamento en la justicia y, en este sentido, el derecho debe prevalecer sobre la fuerza y el odio. Solo con palabras valientes y sinceras es posible afrontar los horrores de la guerra y sus secuelas en el plano moral y material. Nadie de buena fe podrá acusar a Benedicto XVI de parcialidad en favor de intereses particulares. La gran lección que cabe extraer de estas jornadas históricas es la valentía del mensaje papal en favor de la paz y en contra del poder destructivo del odio, «que mata las almas de los hombres antes de matar sus cuerpos». La autoridad moral del Papa ha superado también la dura prueba de esta difícil visita a Tierra Santa, que refuerza aún más el prestigio de su figura ante todas las gentes de buena voluntad. Cuanto mayores son los problemas que se afrontan, más mérito tiene plantear soluciones basadas en el amor, el respeto mutuo y la plenitud del mensaje cristiano.

Editorial ABC
www.abc.es

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