domingo, 24 de maio de 2009

Libro digital: Jaque a la Galaxia Gutenberg

Un domingo cualquiera, quizá en la primavera de 2015, usted, querido lector, irá al quiosco, un gesto cotidiano como ha hecho esta mañana, en busca de su ABC. Durante toda la semana en la televisión habrán anunciado que, junto al diario, podría encontrar un cupón para canjear en unos grandes almacenes por un dispositivo electrónico de lectura. Un Kindle, por citar el ejemplo de moda, comercializado por Amazon en Estados Unidos. Un domingo empezará todo. Con ese e-reader, el suscriptor de ABC probablemente recibirá una clave para acceder al contenido de su periódico durante todo el año, cada mañana temprano, o actualizado varias veces al día, cada vez que se conecte a una red wifi. Y el comprador de periódicos de siempre se planteará una pregunta de esas que cambian nuestra forma de vida, como el día que empezamos a escuchar mp3 en lugar de discos físicos. ¿El próximo fin de semana volveré a por mi ejemplar en papel o aceptaré la oferta de una suscripción al periódico, una actualización constante, infinidad de servicios añadidos y el nuevo gadget, todo a un precio irrechazable, a cambio de un compromiso de permanencia similar al que utilizan las operadoras telefónicas?

A los expertos del mundo digital les acribillan con escenarios como éste. Quizá les confunden con Ray Bradbury. ¿Qué ocurrirá en 2015? «¿De verdad va a ir al portalibros la mitad de todo el negocio editorial en España?», se preguntaba escéptico en su blog José Antonio Millán, editor, escritor, lingüista y miembro del consejo científico de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Millán no cree en el apocalipsis, sino en «la coexistencia pacífica entre los dos medios». Y eso que su relación con «lo digital» empezó hace una eternidad. «Corría el año 1973... Era estudiante de Filología, y un compañero de Preu se había metido en Informática. ¿Y eso cómo es?, le pregunté. Yo andaba entonces con un trabajo de métrica latina y descubrí que los textos se podían digitalizar y analizar muy fácilmente». Luego vino su web, su escrutinio diario de estos asuntos, su papel de Bradbury. «Es imposible saber qué va a ocurrir en estos tiempos revueltos. Nadie sabe nada, y muchas cábalas obedecen a intereses concretos».

El avance de estos dispositivos ha sido menos veloz de lo que ahora nos parece, fascinados por la estrategia de Amazon. Han sido más bien movimientos espasmódicos, según la definición de Millán. Hacia 1996 apareció el Rocket eBook, un artilugio que hoy ni nos suena. En 2000, Stephen King vendió su novela «Riding the Bullet» sólo por internet. La compraron 500.000 personas. Luego lo intentó con «The Plant», un relato en capítulos por el que sus fans pagaban lo que consideraban justo, o nada, una vez descargado. La apuesta de King, uno de los grandes autores de best sellers de las últimas décadas, no fue suficiente para alimentar el nuevo sector. Y así hasta finales de 2007, cuando Jeff Bezos, el gran jefe de Amazon, parió el primer Kindle, el principio de algo. La segunda versión nació en febrero de 2009. Y la tercera, pensada para leer periódicos, apoyada por el New York Times y el Washington Post, este mes de mayo. Ahora sí, parece que todo va muy deprisa...

El nuevo orden digital

Bezos quiere ser el Steve Jobs (Apple, iPod) de los libros. Dicen que el 6 por ciento de los que vende Amazon.com son ya digitales. Y en el primer semestre del año ha sido capaz de presentar dos modelos del Kindle, que han revuelto las aguas del sector, sobre todo el último (el DX cuesta 498 dólares y el modelo anterior, 359). ¿Es la salvación de los periódicos?, leímos aquí y allá. La «suscripción Kindle» del NYT cuesta 13,99 dólares al mes (Washington Post o Boston Globe, a 9,99), incluida la conexión wireless para realizar la descarga, como en los libros. El NYT estudia rediseñar el periódico para estos dispositivos, y, mientras tanto, se especula con que Apple está a punto de lanzar su e-book, con la tienda iTunes como base de operaciones.

Javier Celaya, creador de Dosdoce.com, «predicador» del nuevo orden digital en colegios o en editoriales, dice que este año aparecerán unos quince modelos nuevos similares al Kindle y se muestra convencido de que, en diez años, la mitad de los ingresos de las editoriales no procederá del papel. A nuestra cita, en una librería de Madrid, un gesto de buena vecindad, llega con el i-Rex que utiliza para sus clases. «Los e-reader de primera generación (1995 -2003) emitían luz como los ordenadores y cansaban la vista. Los de segunda, como éste, utilizan tinta electrónica, una experiencia de lectura parecida a la de un libro. Además, podemos tomar notas o subrayar. Pero cada mes se perfeccionará algo: paso de páginas más rápido, incorporación del color y de los formatos multimedia, más capacidad, wifi...».

Celaya habla de los esfuerzos de algunas editoriales francesas, inglesas o alemanas por hincar el diente a los nuevos tiempos, pero la realidad en España aún es perezosa. El día 29 comienza en Madrid la Feria de Libro, una cita para «tocar» el papel y hasta a los autores. Hace años hubo un pabellón dedicado al libro electrónico, pero el invento murió, según Teodoro Sacristán, director de la Feria, por falta de interés. «En la edición de 2009 —aclara— nadie del sector de los contenidos o de los soportes ha solicitado participar en este encuentro. He estado en la feria de Fráncfort, busqué el Sony Reader por curiosidad y lo encontré en un pequeño stand de un rincón». Sacristán recuerda, en cambio, que el Ministerio de Educación sí organiza dentro de la Feria las «Jornadas sobre el libro digital: Del sinodal al digital». «Va a haber mucho debate y durante mucho tiempo, y eso es bueno».

¿Pero de verdad no hay interés entre los editores? ¿Ven lo digital como un futuro muy, muy lejano? Hace unos días hubo en Barcelona una cumbre en la que participaron representantes de Planeta, Alfaguara, Tusquets o Random House Mondadori. Allí se habló de cómo replantear los contratos de derechos con los autores y sus agentes para empezar a abrir el melón digital. Y hace unos meses, la empresa navarra Leer-e (www.leer-e.es), que vende soportes y contenido, anunció un acuerdo con la agencia literaria de Carmen Balcells para poner en marcha el proyecto Palabras Mayores, la edición en formato electrónico de obras clásicas de Goytisolo, Marsé, Delibes, Vargas Llosa o García Márquez.

Convivencia pacífica

Claudio López Lamadrid, director editorial de la división literaria de Random House, lleva mucho tiempo en el negocio. Es un lector profesional. Y, desde hace menos de un año, su vida resulta mucho más cómoda. En el verano de 2008 su empresa regaló un Sony Reader a todos los editores. En esas tripas que hacen bip bip viaja ahora la última novela de Orhan Pamuk, «El museo de la inocencia», ochocientas páginas que en otra época hubiera llevado por el mundo en su maletín. «Tenía uno antes de que me lo regalaran. Lo compré en Nueva York y me entusiasmó. Pero sólo lo utilizo para leer material de trabajo». Lamadrid también cree en la convivencia pacífica, y menciona el «elemento ideológico» que supone viajar o ir por la calle con un autor y no otro. «Los libros se tienen que ver y tocar».

En Planeta, uno de los gigantes del sector editorial en España, llevan un año trabajando en ello. «Falta que los dispositivos desembarquen definitivamente en España», apunta Santos Palazzi, director del área de Mass Market de la editorial. «A partir de 2010 las novedades emprenderán dos caminos: la imprenta y los e-books. Y nuestro fondo editorial —10.000 títulos— tendrá que ser digitalizado». El coste de adaptación no es ninguna broma: entre dos y tres millones de euros. También habrá que negociar los derechos digitales y la parte del pastel que se llevan los intermediarios. Los libreros tradicionales tendrán que ponerse las pilas y crear plataformas para ofrecer el producto al destinatario final a un precio más económico que un libro físico.

¿Cuánto? Algunos títulos clásicos se venden hoy a 9,99 euros. El PVP recomendado suele ir a misa en nuestro país y no parece que esa situación vaya a cambiar con el nuevo formato; sin embargo, en EE.UU. no hay política de precios fijos y por eso empresas como Amazon son tan agresivas.

¿El papel tiene los días contados? «A corto plazo, rotundamente no», afirma Santos Palazzi. «Hasta que un gadget electrónico no llega al 3 por 100 del público no se considera implantado. Hay 15 millones de hogares en España; haría falta que unos 450.000 dispusieran de esos lectores para hablar de un nicho de mercado interesante. Si tenemos en cuenta que en la actualidad el 50 por ciento de la población española no lee ni un libro al año... Los libros electrónicos suponen el 0,7 por 100 de la venta editorial en Estados Unidos, país pionero donde, por ahora, hay mucha oferta y pocas compras. Los dispositivos son caros; en cambio, tienes un libro de bolsillo que te proporciona unas diez horas de ocio por diez euros».

Y sin embargo, el lema de Grammata, una empresa granadina que vende el e-book Papyre, es «Hacia el libro sin papel». Su propietario, Juan González de la Cámara, empezó a creer hace cuatro años que la tinta electrónica era una realidad. Investigó. En 2007 llegó a un acuerdo con un fabricante chino para distribuir en España el modelo Papyre, un lector electrónico que se entrega con 600 libros de dominio público. En el segundo trimestre de 2008 vendieron 4.500 unidades, y en 2009 esperan llegar a las 20.000. «Venimos a sumar y no a sustituir, sobre todo en determinados campos, como la Universidad», afirma Jesús María Pagalajar, director de Marketing. En la Universidad de Granada todas las facultades utilizan ya o están a punto de hacerlo el Papyre como sistema de consulta.

«Hay que coger el toro por los cuernos», señala Javier Cámara, gerente de la conocida Librería Cámara, de Bilbao, y miembro de la junta directiva de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), que reúne a 1.600 establecimientos. «¿Qué somos, sino vendedores de contenidos? Hablamos de un nuevo formato, como en su día fueron los audiolibros... Es algo tan sencillo como proporcionar al cliente lo que demande». En su tienda venden 150 títulos clásicos, no sujetos a derechos, en el interior de artilugios como el Papyre, el iLiad o el Hanlin, cuyo precio oscila entre los 300 y los 700 euros, según los documentos que contengan (el tamaño de la pantalla, de 6 a 10 pulgadas, también condiciona el precio). ¿Y el público? Cámara cree que surgirá un nuevo perfil de usuario, poco acostumbrado a leer pero al que le mola ese punto fashion de las nuevas tecnologías. Santos Palazzi, de Planeta, añade que este producto será muy atractivo para la gente de cierta edad a la que le fatiga la tipografía de los libros tradicionales. «En los electrónicos se puede elegir el tipo y el tamaño de la letra para hacer los textos más cómodos a la lectura».

El fin de las pesadas mochilas

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (www.cervantesvirtual.com) fue concebida hace diez años por la Universidad de Alicante con el apoyo del Banco de Santander y la Fundación Marcelino Botín. Arrancó con un puñado de entusiastas y con 2.000 registros bibliográficos. Hoy cuenta con 115.000 registros —que incluyen la mayor parte de las obras maestras de la literatura en lengua española—, un gancho para que cada mes sirva 12 millones de páginas (725 millones desde 1999). Su director general, Manuel Bravo, piensa que las bibliotecas virtuales no acabarán con las reales. «Coexistirán. El formato electrónico no puede compararse al placer de tocar un libro. Pero internet abarata las pequeñas ediciones, apoya la venta en general y ofrece accesibilidad a todo el mundo». Para 2010 planean crear un portal móvil con 120 obras imprescindibles de nuestras letras, aunque la aspiración es llegar al millar. Se podrán descargar en portalibros y en teléfonos móviles. Falta negociar con el fabricante del soporte.

Las clases sin libros y el fin de esas mochilas pesadísimas forman parte de un futuro no muy lejano, según los expertos, y más aún tras el anuncio del presidente Zapatero de que los portátiles van a llegar a las aulas. ¿Ocurrirá de verdad así? Un estudio de la empresa The Cocktail Analysis apunta que los consumidores españoles están dispuestos a pagar 75 euros por uno de estos aparatos, cuando, hoy, ninguno vale menos de 299. En el sector creen que será un inconveniente pasajero: los e-reader tenderán a costar lo que un mp3. Entonces tal vez asistamos al principio del fin de la imprenta.

Juan Francisco Alonso y Miguel Ángel Barroso
www.abc.es

Nenhum comentário:

 
Locations of visitors to this page