terça-feira, 26 de janeiro de 2010

Calentamiento... ¿global o político?

¿Cómo hemos de separar la magia de la ciencia en una época en la que se hace cada vez más difícil diferenciar la una de la otra? La cosa es aún peor cuando grupos políticos o ideológicos adoptan temas ambientales como caballos de Troya para impulsar sus agendas particulares.

Me parece que la única forma pasa por estudiar un poco los temas para mejor separar la broza del arroz.

¿Cómo sabemos que estamos ante una embestida política o ideológica? Más que nada porque, a diferencia de lo que ocurre con las cuestiones de orden ideológico, la ciencia se nutre del intercambio. En la arena político-ideológica, como bien sabemos, la mofa del adversario es moneda corriente.

Los temas relacionados con la ecología y el medioambiente han suscitado la atención de grupos con curiosas agendas a cuyos integrantes oímos decir, con todo el aplomo, que el calentamiento global definitivamente es antropogénico, es decir, causado por el hombre. Ningún grupo puede erigirse en oráculo santificado en esos asuntos, y quien así procede deja en evidencia su torcido sesgo. Debemos tener bien presente que los errores cometidos en asuntos de tal magnitud pueden tener consecuencias tan o más desastrosas que los mismos fenómenos que se supone van a evitar.

El gran problema es que desde el momento mismo en que se aborda la cuestión desde el punto de vista político-ideológico se pierde toda esperanza de entablar una discusión razonable; lo único que buscan las partes es ganar territorio, como en un frente de batalla. La lógica y la evidencia pierden importancia: se usan cuando conviene y se descartan cuando no; así que lo que debería ser una discusión de crucial importancia se convierte en un pugilato peligroso y sin sentido.

Los grupos más duchos en estas prácticas son los socialistas extremos, que consiguen hacerse oír con bastante frecuencia, por muy loca que sea la idea que lancen a los cuatro vientos. No son raras las ocasiones en que la gente queda confundida; y se lleva el gato al agua quien logra suscitar las emociones más fuertes. Los agitadores de esta clase encuentran una buena acogida en muchos medios, dada su capacidad para atraer grandes audiencias. Lo triste es que a la larga embrutecen a la población.

No es tan difícil diferenciar entre un fanático y alguien que no lo es: éste habla sin darse aires ni calentarse en exceso, y aquél es como los líderes de las más bizarras sectas.

Lo cierto es que los riesgos derivados de un supuesto calentamiento global, o de un cambio climático, son muy difíciles de prever; además, no ocurrirán de un día para otro, lo cual hace muy difícil decidir qué, cómo y cuánto hacer, particularmente si tomamos en cuenta los costos... Por si esto fuera poco, ha de decirse que la evolución científica y tecnológica dificulta el hacerse una idea de conjunto de la cuestión, ya que a diario se logran adelantos que cambian sustancialmente el panorama.

En todo caso, no debemos politizar algo tan delicado y en lo que tanto tiene que decir la ciencia. Tengamos presente que está en juego nuestro futuro.


© AIPE

JOHN A. BENNETT N., analista panameño.

http://revista.libertaddigital.com

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