Dicen que no existe el zapaterismo. Falso. Quien mantenga que Zapatero no ha impuesto una forma personalista, casi autoritaria, de ejercer el poder o miente o es su principal "argumento" para convertirse en un colaboracionista del político socialista, que está destruyendo las principales bases de convivencia de nuestra vida política. No creo que nadie, capaz de escribir un editorial de prensa, pueda sostener con decencia argumentativa la inexistencia del zapaterismo, cuando en el mismo periódico el número dos del PSOE, José Blanco, reconoce que "a Zapatero sólo le va a suceder Zapatero". Mayor muestra de personalismo es difícil hallar en otros períodos de la historia de gobiernos socialistas, incluida la de Felipe González que rompió la autonomía del poder judicial y también ejerció el poder despóticamente.
Los ideológicos análisis que salvan a Zapatero frente a las fuertes personalidades de Felipe González y José María Aznar, en mi opinión, confunden la realidad con sus intereses, o mejor dicho, esconden el drama democrático que estamos viviendo los españoles para salvar sus empresas periodísticas. La negación del principal drama de España, a saber, que todo, absolutamente todo, en este país depende de la manera atrabiliaria y "personalista", arbitraria y contingente, de ejercer el poder Zapatero, es de tal gravedad intelectual y política que pudiera, más pronto que tarde, hacerle perder toda la credibilidad intelectual y política a ese medio de comunicación.
Las perversidades totalitarias cometidas por Zapatero nada más llegar al poder son incomparables con la formas, más o menos personalistas y susceptibles de todo tipo de crítica, que utilizaron en el pasado Felipe González y José María Aznar. Éstos ejercieron el poder sabiendo y, sobre todo, respetando los límites que les imponía a sus actuaciones un marco democrático, mientras que Zapatero ha ejercido el poder rompiendo, fracturando conscientemente ese ámbito de convivencia entre españoles de diferentes credos, ideologías y pensamientos. El liderazgo populista de Zapatero es "total" comparado con otros presidentes anteriores de gobiernos de España. La maquinaria de su partido, cientos de medios de comunicación y, en fin, todos los instrumentos del Estado se mueven, nadie lo dude, según los humores de Zapatero.
Zapatero ha dicho y hecho las cosas más bárbaras de toda la reciente historia de la democracia española, pero apenas nadie de su partido o de sus aledaños se atrevió o, sencillamente, tuvo capacidad para enfrentarse a su inmenso poderío personal. Jamás nadie se ha atrevido a afearle las conductas más personalistas. Desde que declarase que España como nación era un concepto discutido y discutible, pasando por la negociación con ETA que él dirigió personalmente, hasta hoy que sigue ejerciendo presiones también personales sobre el Tribunal Constitucional acerca de la sentencia del Estatuto de Cataluña, no ha cesado jamás de decir y hacer sin consultar jamás con nadie a excepción de dos o tres personajes sin apenas relevancia intelectual y política. Zapatero es paradigmático a la hora de marcar una tendencia personalista, o sea, populista, sobre su partido, el resto de los ámbitos políticos y, por supuesto, sobre la sociedad de forma mucho más honda que el felipismo o el aznarismo.
El personalismo de Zapatero enerva los ánimos y, sobre todo, enfrenta irracionalmente a los españoles sin que nadie sea capaz de limitarlo. Los personalismos y exageraciones de González y Aznar al lado del zapaterismo son juegos de niño. Zapatero es el presidente más personalista, casi hasta rozar el autoritarismo, que ha tenido España, entre otros motivos, porque ha tomado las decisiones más descabelladas y las ha impuesto, como si fueran normales, también de modo "autista" y al margen de todos los mecanismos de control de su partido y de las instituciones del Estado. Recuerden, por ejemplo, la retirada de las tropas de Irak y la destrucción del Plan Hidrológico Nacional.
En fin, quien niegue ese componente tan diabólico como personal en la manera de ejercer poder de Zapatero, sin duda alguna, está "legitimando" torticeramente al político más autoritario que ha dado la "democracia" española. Vale.
Agapito Maestre
http://www.libertaddigital.com
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