Estoy seguro de que las liberadas señoras y progresistas caballeros del gobierno fornican a todo tren y llevan una vida sexual de lo más pimpante y satisfactoria, lo cual por otra parte, no me importa lo más mínimo. Pero como ellas y ellos están, más que interesadas /os, empeñadas /os en regular a su modo las actividades y relaciones íntimas de todos los ciudadanos y ciudadanas, me veo obligado a hacer algunas observaciones, por un deber igualmente ciudadano. En tiempos más retrógrados, los gobiernos no se ocupaban de estas cosas, que serían denominadas como una especie de alcahuetería generalizada. También se habrían visto como cosa deshonrosa los robos institucionalizados de los políticos, sus chivatazos y connivencias con los asesinos (incluso la actual AVT parece ir por esa honorable vía, bien orientada por el PP) o su identificación -- por ley, además-- con los chekistas de antaño. Pero en estos tiempos de progresista inversión de los valores, tales ocupaciones se han convertido en un auténtico deber de todo político que se precie.
Fornicación, dice la RAE, es el acto sexual fuera del matrimonio, lo cual puede verse como algo mejor o peor, o como más o menos inevitable, pero hoy se ha convertido en una verdadera filosofía política. La Trini, ministra de no sé qué por la gracia de Zapo, así como el gobierno en pleno y otros muchos políticos, sin excluir los del PP, tienen un interés, ya se entiende que científico, en que los ciudadanos forniquen abundante y satisfactoriamente desde las edades más tempranas posibles. Esto también se llamaba en tiempos más reaccionarios corrupción de menores y pedofilia, pero ahora se ha convertido en actividad oficial del estado, como los “diálogos”, los estatutos anticonstitucionales, los entierros de Montesquieu y otras menudencias. Todo va en el paquete. Hay que suponer que los políticos saben lo que se hacen, para eso han sido elegidos por voluntad popular, según dicen. No estoy muy seguro de si todo ello iba incluido en su programa, pero, vamos, tampoco tiene mayor importancia: si están en el gobierno es para divertirse, entre otras cosas. Que tengamos unos políticos y políticas alcahuetes, fornicantes, corruptores de menores, colaboradores y chivatos de los terroristas, masacradotes de Montesquieu, amigos de los Balcanes, y demás, puede parecer muy mal a los reaccionarios de siempre, pero cualquier persona progresista solo puede verlo como un timbre de gloria.
Vistas las cosas imparcialmente, sin embargo, debo insistir en la obligación de estos señores y señoras políticos de dar ejemplo, sin tabúes ni inhibiciones. Un paso, muy tímido por cierto, lo dio una distinguida y liberada política del PP, pero ahí ha quedado todo, para frustración del ciudadano de a pie. Pues este tiene derecho a exigir que las políticas y políticos den trigo y no solo prediquen. Su predicación afirma que lo del sexo es simplemente una actividad agradable, da igual con qué o con quién se practique, aunque, eso sí, debe hacerse con responsabilidad y cariño, a fin de evitar molestas enfermedades y demás historias, y en caso necesario, que suele serlo, liquidando el embrión las féminas, que para eso deciden (y deciden no parir por lo general, si tienen algo de feministas).
Llevo largo tiempo insistiendo en la obligación de nuestros gobernantes de aprovechar ese magnífico instrumento de educación pública que es la televisión, y salir en ella masturbándose y practicando sus artes digamos amatorias entre ellos y ellas, entre ellas y ellas y entre ellos y ellos, y también con niños, que conviene enseñarles pronto, y con ovejas o cerdos o burros, que ya urge acabar de una vez con esos estereotipos sexuales que tanto perjudican el goce adecuado. Es una obligación de nuestros hombres públicos y nuestras mujeres públicas, por simple sentido de la responsabilidad. Al final del espectáculo, ellas y ellos, sonrientes y cogidos de la mano, podrían entonar el Imagine de Lennon y concluir: “¿Ven como no es nada del otro jueves? ¡Todo está al alcance de cualquier ciudadano! Nosotras y nosotros, aunque pobres, como hemos demostrado con nuestras declaraciones de bienes, ¡somos tan felices…! ¡El cielo es el límite, créannos!”
Los ciudadanos deben movilizarse. Vuelvo a sugerir una recogida de firmas exigiendo al gobierno dar ejemplo de una vez, que ya cansa. Pienso elaborar una modesta proposición al respecto, a ver si por fin….
Pío Moa
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado
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