segunda-feira, 31 de agosto de 2009

«Ternera» brava

Josu Ternera, terrorista-asesino etarra.

«Esos son vascos, gente brava». Así definió un alto funcionario del Ministerio del Interior de la Nicaragua sandinista a un grupo de etarras, a los que había contratado el presidente Daniel Ortega en 1983 para que formaran parte de sus Servicios Secretos, conocidos como «Dirección Quinta».

Fue José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, «Josu Ternera», entonces responsable del «aparato internacional» y actualmente en paradero desconocido tras liderar durante algún tiempo las conversaciones con el gobierno de Zapatero, el encargado de sentar las bases para la colaboración entre ETA y el régimen sandinista. Por lo general, los etarras eran adiestrados en el país centroamericano en el manejo de explosivos y, al mismo tiempo, realizaban «operaciones especiales» para los Servicios Secretos que controlaba el ministro del Interior Tomás Borges.

La nómina

Por ejemplo, el pistolero Inciarte Gallardo, además de dedicarse a realizar «barridos» en bases claves del régimen sandinista para comprobar que no estuvieran siendo espiados por Servicios Secretos extranjeros, especialmente la CIA, intervino en el asesinato de un alto responsable de la Contra, perpetrado en Honduras. Por su parte, el etarra Gregorio Jiménez Morales, «Pistolas», fue detenido en Costa Rica tras participar en un plan para acabar con la vida de Edén Pastora, «Comandante Cero», opuesto al régimen sandinista. También colaboraron con la «Dirección Quinta» Ángel María Galarraga, «Pototo», muerto después en San Sebastián en un tiroteo; Sebastián Etxaniz, «Sebas»; Miguel Zubiarráin Ibáñez; Felipe Iza Dorronsoro; Miguel Ángel Apalategi, «Apala»; Ramón Etxeberría, «Kokotxas»; José Zaldúa, «Aitona»; Manuel Makazaga; Rita Arana; así como los expertos en explosivos Luis Ignacio Irutetagoiena; Félix Esparza Luri, o Eusebio Arzalluz,«Paticorto.

Este último era el responsable del «zulo» de Managua que ocultaba armas para la guerrilla salvadoreña, y que estalló en 1993. Todos estos etarras estaban coordinados por el cabecilla Larreategi Cuadra. Muchos de ellos regresaron luego a Francia o España para planear y cometer atentados.

J. P. Madrid
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ETA busca refugio

Las Fuerzas de Seguridad del Estado creen que Nicaragua puede estar convirtiéndose en el nuevo refugio etarra en Iberoamérica, después de que los gobiernos de Violeta Chamorro invirtieran la situación y dieran respuesta a las peticiones de entrega hechas por las autoridades españolas. La vuelta al poder del sandinista Daniel Ortega en 2006 habría permitido a etarras huidos encontrar en suelo nicaragüense la tranquilidad perdida en otros países de la región, como México, plenamente comprometido en una política de cooperación antiterrorista con España. Un ejemplo de esta colaboración del gobierno mejicano fue la reciente expulsión del terrorista Juan Manuel Inciarte Gallardo, detenido en cuanto llegó al aeropuerto de Barajas y puesto a disposición judicial para responder de su implicación en seis asesinatos. La creación de un nuevo santuario en Iberoamérica sería para ETA un apoyo logístico fundamental, precisamente cuando el apoyo internacional a esta banda terrorista ha caído a mínimos históricos, dando paso no sólo a un repudio generalizado de las opiniones públicas, sino también a nuevas políticas compartidas entre España y los países donde los etarras tenían mayor respaldo social e ideológico.

La radicalización evidente del gobierno nicaragüense y su asociación a un movimiento regional de izquierda extremista son datos que deberían tenerse en cuenta como contexto de esta mudanza de terroristas de ETA. Si las FARC, que atacan despiadadamente a una democracia como la de Colombia, cuentan con simpatías e incluso apoyos cada día más explícitos de gobiernos vecinos, no sería extraño que esa simpatía por la violencia terrorista se extendiera también a la banda etarra.

La confirmación de esta nueva estrategia internacional de ETA debería ir seguida de una contundente respuesta del Gobierno español, olvidando sus indulgencias hacia los movimientos populistas de Iberoamérica y exigiendo garantías fiables a Daniel Ortega de que no está dando, por activa o por pasiva, amparo a etarras huidos de la justicia española. El retroceso organizativo de ETA tuvo un hito decisivo cuando los gobiernos europeos dejaron de verla como un «grupo armado» y empezaron a tratarla como un banda terrorista. El desmantelamiento de su frente internacional -ilegalización de Xaki- y la creación de instrumentos jurídicos bilaterales -Acuerdos de Perpiñán, con Francia, en 2001- y multilaterales, como la orden europea de detención y entrega, han reducido a ETA a su condición natural de banda asesina, sin adiciones políticas ni discursos legitimadores. También la mayoría de los gobiernos iberoamericanos, no todos, pasaron de la tolerancia hacia ETA a la cooperación con el Estado español, expulsando a etarras hacia nuestro país, bien por estancia ilegal, bien directamente por extradición.

Hay mucho que perder sólo con que ETA encuentre resguardo en un país como Nicaragua y, desde allí, pueda aprovechar en su beneficio, como un parásito, los cambios políticos que los gobiernos populistas de izquierda están impulsando por la región. El Gobierno de Rodríguez Zapatero está luchando ahora eficazmente contra ETA, con la comunidad internacional a favor. No debe consentir que los etarras se sientan seguros en Nicaragua ni en ningún otro lugar.

Editorial ABC
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sábado, 29 de agosto de 2009

Chávez fracasa en Bariloche

La reunión de mandatarios sudamericanos en la ciudad andina de Bariloche con motivo de la cumbre de Unasur no ha terminado como el autócrata venezolano Hugo Chávez tenía previsto. Llevaba en el maletín la condena del acuerdo que su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, ha firmado con los Estados Unidos. Aspiraba a laminarle públicamente con el apoyo incondicional de sus parroquianos habituales, del boliviano Morales y, especialmente, del ecuatoriano Correa -enfrentado recientemente con Colombia-, pero, contra todo pronóstico, ha salido de Bariloche con el rabo entre las piernas esperando mejor ocasión de ajustar cuentas con su archienemigo y vecino.

El acuerdo que Uribe ha suscrito con Obama no tiene nada de anormal y entra dentro de la lógica diplomática. Colombia es un país azotado por dos lacras: el terrorismo guerrillero y el narcotráfico, ambas interrelacionadas y conviviendo en estado de perfecta simbiosis. Para los norteamericanos el verdadero problema no es tanto la guerrilla que, a fin de cuentas, no les afecta a ellos, como el tráfico de drogas, bestia negra de todas las administraciones norteamericanas desde hace medio siglo. Es por eso que Uribe no tiene nada que explicar y nada de lo que avergonzarse. Muy a diferencia de Chávez, padrino oficioso de las FARC, una organización terrorista cuyos vínculos con el narcotráfico son bien conocidos.

Pero Uribe no se ha conformado con asistir cabizbajo al festival de demagogia y antiamericanismo desatado por Chávez y sus trasuntos boliviano y ecuatoriano. Muy al contrario, ha puesto al mal tiempo buena cara consiguiendo dar la vuelta a una cumbre cuyo primer y único punto del orden del día era someterle a un infame linchamiento verbal con el beneplácito de la anfitriona, Cristina Fernández de Kirchner, y el aplauso del resto de líderes políticos de la región; todos, salvo excepciones contadas, atemorizados por el ímpetu bravucón de Hugo Chávez.

El episodio de Bariloche es uno de los primeros síntomas de que al chavismo, poco a poco, se le van viendo las cartas. Los aspavientos, insultos y escenas circenses tan propias del presidente venezolano empiezan a hartar en Hispanoamérica. Su estrategia maestra, que consiste en resucitar el socialismo aliándose con cualquiera que sea anticapitalista, sin importar si éstos son furibundos islamistas como los iraníes o ex comunistas reconvertidos como los rusos y los chinos, está ya tan a la vista de todos que sus proyectos carecen de la más mínima credibilidad incluso para antiguos amigos de la causa, como el brasileño Lula da Silva.

Esto, sumado al indigno papelón que Chávez jugó en el golpe hondureño de este verano, viene a confirmar que Chávez ya no es novedad sino rutina y que su expansionismo y ansías incontenibles de meterse en todo forman parte de la receta bolivariana. Hace unos años se pensaba que sólo los Estados Unidos podrían evitar que Hispanoamérica fuese de nuevo pasto del populismo dictatorial. Washington, tal y como ha hecho en Honduras, se inhibe y están siendo los propios hispanoamericanos los protagonistas de un rechazo que aumenta de un modo sostenido en todos los países, incluyendo, naturalmente, en los que el chavismo en sus distintas variantes se ha hecho con el poder. Y esto, se mire desde donde se mire, es una buena noticia.

Editorial LD

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Al son de Hugo Chávez

Sobre la lamentable reunión de Unasur celebrada ayer en Bariloche, Argentina, por la presión de las bravatas y amenazas de Hugo Chávez, lo más estimulante fue entrar, también ayer, en los foros de debate del diario argentino «La Nación» para encontrarme con muchos ciudadanos argentinos condenando a Hugo Chávez, los motivos de la reunión y el discurso de su presidenta, y ofreciendo su apoyo a Álvaro Uribe y a Colombia en su lucha contra el terrorismo.

Coincido con uno de esos blogueros en su afirmación de que esta reunión es un espectáculo moralmente denigrante. Y lo es, en primer término, por algo que también denunciaba Carlos Alberto Montaner en un excelente artículo en «El Nuevo Herald» de Miami a principios de mes. Que ningún país latinoamericano ha ofrecido jamás ayuda a Colombia en su lucha contra el terrorismo. Y, sin embargo, América Latina se moviliza ahora al son marcado por Chávez para poner en cuestión al único país americano que sí colabora con Colombia, Estados Unidos.

Pero hay un segundo motivo que hace aún más lamentable la reunión. Me refiero a las credenciales democráticas de su provocador, Hugo Chávez. Me pongo en la tesitura de que un gobernante europeo no democrático y simpatizante de ETA provocara una reunión de la UE para cuestionar un acuerdo de colaboración antiterrorista entre las democracias española y estadounidense. Y me encuentro en la tremenda constatación de que esa tesitura es la realidad en América.

Como decía otro bloguero de «La Nación» sobre la equiparación hecha en Bariloche por Cristina Kirchner entre las bases americanas en Colombia y Las Malvinas, «yo prefiero ser una colonia de los ingleses a ser lo que somos, una colonia de Chávez». Y es que ése es el problema de una buena parte de los países americanos, su seguidismo -en algunos casos, su sumisión- de Chávez. Un líder político que lleva inexorablemente a su país a la liquidación de todo resto de democracia.

El último cierre de emisoras de radio y televisión más la nueva ley contra «los delitos mediáticos» que está preparando Chávez dejan, de hecho, a Venezuela fuera de todos los estándares democráticos. Si este periódico fuera venezolano, y afortunadamente para la libertad de expresión no es el caso, el periódico o yo misma seríamos procesados por esa nueva ley, puesto que una de sus previsiones es perseguir informaciones como las referidas a las armas venezolanas encontradas en las FARC. Y lo que me dispongo a recordar es algo más grave que eso. Y es que las armas venezolanas no cayeron por casualidad en los campamentos de las FARC, sino que documentos hallados en manos de dirigentes terroristas muertos o detenidos demuestran las relaciones entre las FARC y miembros del gobierno de Venezuela. Lo denunciaba ayer de nuevo el ex viceministro de Defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón, en las páginas de «El Espectador»: es Colombia quien tiene que exigir algo a Venezuela, que cese el apoyo de Chávez a las FARC y al ELN.

Iván Márquez, uno de los líderes de las FARC, afirmaba hace unos meses que «ni el fuego, ni las bombas de las operaciones militares de las oligarquías y del imperio, ni las marchas manipuladas lograrán desarticular la resistencia y la lucha de una Colombia bolivariana». He ahí la sustancia ideológica de la extrema izquierda latinoamericana, sea de las FARC, de ELN o de Hugo Chávez. O de Noam Chomsky. La extrema izquierda estadounidense y europea también aporta su granito de arena a la revolución bolivariana. Acaba de enviar a Caracas a su líder intelectual máximo, el mismo que alienta a destruir las democracias que protegen su discurso antidemocrático.

Edurne Uriarte
Catedrática de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco

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quarta-feira, 26 de agosto de 2009

Chomsky y Chávez - Otro mundo posible

Todos los dictadores que han sentado sus reales en alguna parte de este mundo han albergado la pretensión de cambiarlo. Han imaginado una sociedad a su medida; han soñado con ser una especie de Dr. Frankenstein social capaz de crear el mundo, asimilando su fatuo poder al ejercido por Yahvé en el Génesis. No se libra de esta tentación Hugo Chávez, como tampoco se libraron Hitler, Stalin, Sabino Arana y tantos otros cuya pretensión fue la construcción de un mundo diferente. Ahora bien, todos ellos tienen en común un odio cerval a la libertad, una falta absoluta de fe en los individuos, y la certeza de la tendencia al adormecimiento en las sociedades a medida que se incrementa el carácter tuitivo del Estado.

Hasta aquí lo escrito es público y notorio; en cambio, se da por supuesto, y aquí radica la gravedad, es que la progresía, bajo un hálito de defensa de la libertad y pavoneándose de una supuesta sensibilidad hacia los problemas de los más pobres, ha emprendido una cruzada contra la libertad individual en todo el planeta. Los progres representan la verdadera internacional. Jamás soñó Marx con una estructura tan homogénea, coordinada, obediente a la consigna y bajo la influencia de los pseudointelectuales que funcionase como un reloj de Breguet.

Uno de los cabecillas de semejante ola de homogeneización de pensamiento, uno de los tiranos de la intolerancia progre, es Noam Chomsky. Este sujeto octogenario, ilustre lingüista, encarna perfectamente lo que Hayek ya denominaba los propagandistas del falso individualismo. Son aquellos que parten del racionalismo cartesiano y acaban mostrando una falta de confianza absoluta en las personas. Pretenden liquidar todas las instituciones intermedias de la sociedad civil que nacen de forma natural y sin un propósito previo para situar al individuo aislado frente al Estado. Según estos dictadores del pensamiento, como decía mi amigo Denis Jeambar, una institución sólo es buena si es un producto pensado y cuyo objetivo se encamina hacia una intervención del Estado en detrimento de la libertad.

Este Chomsky, por supuesto, nacido y criado en la costa Este de los Estados Unidos, es uno de los adalides mundiales del la "Internacional progre", junto a Petit, Annan, Stiglitz y casi el cien por cien de los cineastas europeos y la mitad de los americanos. Este antisemita venerado por el boletín de la progresía americana, el New York Times, acaba de descubrir las bondades del tiránico régimen de Chávez en Venezuela. Le hemos podido contemplar sonriente con el dictador caribeño anunciando el advenimiento de un nuevo mundo gracias al esfuerzo de Chávez. Esta loa de la tiranía es propia de la izquierda posterior a la guerra fría, que no pudo enterrar la libertad a base de bota y Kalashnikov y ahora intenta subyugarla a base de populismo de inspiración peronista a ambos lados del Atlántico; esto sí que representa una amenaza digna de ser tomada en cuenta.

A todos los creadores del pensamiento de la "Internacional Progre" les molesta Israel; les gustan los tiranos musulmanes; odian a los Estados Unidos y acuden raudos en socorro mediático de cualquier tiranuelo que, para ocultar la subyugación de su pueblo, distrae la opinión con grandes alharacas antiamericanas. Lo que de verdad me preocupa es el grado de global aceptación que este movimiento liberticida está alcanzando. Por el bien de todos, espero que nunca se haga realidad ese otro mundo frankensteiniano y hediondo de Chomsky y Chávez.

Juan Morote
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terça-feira, 25 de agosto de 2009

Adeus ao Estado laico

"Dai pois a César o que é de César, e a Deus o que é de Deus" Marcos:12:17

Os gregos inventaram a política e foram os pais da democracia. O sucesso da política estava no comprometimento do grego com os direitos e deveres do Estado. Os cidadãos participavam ativamente das decisões e tinham, claramente, a consciência da separação entre as coisas do Estado e a vida privada.

O discurso religioso, que legitimou a fase mitológica grega, cedeu lugar ao discurso racional, voltado, exclusivamente, às necessidades materiais da sociedade. As leis eram aplicadas por magistrados que fundamentavam suas decisões no direito e não nos oráculos divinos. Destarte, da nítida separação entre religião, vida privada e política, adveio a ideia de Estado laico. Porém, quando a decadência da democracia grega se fez sentir, mormente no fim do século IV a.C., os novos líderes associaram os cargos públicos aos cultos religiosos e as funções clássicas do Estado passaram a ser confundidas com a amizade pessoal e com interesses de grupos ou facções.

Em síntese, como afirma M.I. Finley: "A política desaparecera; não havia legado da cidade-estado como organismo político, no mundo grego pós-Alexandre."

A herança grega muito nos ensina. Em primeiro lugar, religião e política não se confundem. Não se quer advogar uma ideologia que defenda a dicotomia política/religião.

O fiel é aquele que acredita no seu destino como escolhido por Deus, mas, também, luta pela transformação da sociedade, participando de associações de moradores, de partidos políticos, ou simplesmente exercendo o direito de voto. Contudo, o crente deve separar a sua religiosidade dos destinos terrenos do Estado. Em segundo lugar, a participação na vida política é impessoal.

Os líderes políticos não podem utilizar-se da fé para alcançar seus desígnios, fazendo da religião um discurso mediador da política. Aquele que invoca a Deus como senhor de seu projeto político e manipula os crentes, infundindo-lhes o proselitismo eleitoral, assume, unicamente, uma estratégia personalista. Afirmar que a vontade de Deus é que guiará o seu destino como político é forjar a despolitização, transformando a religião em instrumento a serviço de uma missão puramente pessoal.

Em terceiro lugar, a politização da religião destrói o ideal de um Estado laico, concebido para respeitar o pluralismo em sociedade, sem qualquer vinculação a grupos religiosos. O político messiânico, ao incorporar a religião como ideologia partidária, cultiva a formação de guetos, inspira o fanatismo e aniquila a possibilidade da construção de uma consciência cívica. Em consequência, a política deixa de ser a expressão da cidadania participativa e passa a figurar como vocação pessoal, que nasce do carisma do líder. Assim, a associação da política com a religião se transforma numa âncora de uma ideologia narcisista e populista, infundindo falsamente no crente a ideia de que a sua fé está irremediavelmente condicionada aos apelos do pseudoprofeta, investido de político.

A Igreja Universal é um típico exemplo desse modelo de banalização da espiritualidade, pois não é somente uma seita religiosa. É uma agremiação partidário-religiosa que utiliza a religião como meio para consolidar o seu poder político (fim), além daqueles espaços de poder que já conquistou nas áreas empresariais de comunicação, como rádio e TV. Os seguidores da Igreja Universal obedecem sem questionar às ordens políticas dos "líderes religiosos" e são incapazes de votar em outro candidato que não seja aquele escolhido e ungido pela cúpula da Igreja. O método usado pela Igreja Universal despreza qualquer ideologia partidária: o importante é transformar fé em votos e ganhar as eleições. Nesse sentido, estamos vivendo um momento em que religião e política se fundem num propósito exclusivamente eleitoral.

Adeus Estado laico... Finalmente, quem acredita em Deus com decência e honestidade sabe que a pior alienação é a banalização da espiritualidade, com a utilização da religião como meio para se alcançar um determinado fim político-partidário.

Manoel Messias Peixinho, teólogo, doutor em direito constitucional e professor de Direito da PUC-RIO.

E-mail: mm.peixinho@uol.com.br

O Globo (26-8-2009)

Granada, un paraíso en España

El verano no es vulgar en sí mismo. Es cierto que el calor disipa la disciplina, favorece la molicie y dispara la horterada. Hay unas cuantas soluciones para huir de las masas descamisadas que se extienden como una pandemia por las plazas playeras. Podemos viajar al hemisferio sur y disfrutar del verano plagado de nubes y precipitaciones de Buenos Aires.

O realizar un estupendo viaje pasado por agua allende los Pirineos. Pero también en España cabe la oportunidad de disfrutar del turismo urbano. Para quienes la playa nos parece un lugar inhóspito y la montaña demasiado primitiva. Para quienes anhelamos el asfalto, los edificios de más de dos plantas y un cielo nocturno ensuciado por la contaminación lumínica, hay ciudades que merecen, más allá de una superficial visita de turista accidental, que nos instalemos en ellas con la actitud de un ciudadano transitorio pero no por ello menos esencial.

Junto a las grandes, en el sentido aristocrático, ciudades del Norte –San Sebastián, Santander, La Coruña–, en el profundo Sur hay un lugar que destaca por ser un enclave privilegiado entre el mar y la montaña, con visitas culturales de calado, una oferta gastronómica más allá del trillado populismo y ese sabor cosmopolita que sólo tienen aquellas en las que la Universidad, aún en verano, deja su impronta. Granada es el destino perfecto para los que deseen compaginar la alta cultura con el consumismo desenfrenado. O alternar en un mismo espectáculo con el guiri despistado, el aflamencao de piel de aceituna y el indígena burgués malafollá.

Lo primero, naturalmente, es el alojamiento. Desde establecimientos céntricos y lujosos –sobre todo la joya de la corona de la red de Paradores, el San Francisco, situado junto al Palacio de Carlos V–, a hoteles familiares con encanto y vistas extraordinarias como el Arabeluj, pasando por la posibilidad de alquilar un apartamento en el Albaicín, el barrio que se eleva en la colina de enfrente a la Alhambra, para disfrutar desde su terraza de uno de los monumentos más bellos de la creación (parece emerger naturalmente el palacio nazarí del bosque que lo rodea).

Del coche mejor olvidarse. La ciudad está en obras con un empeño que haría palidecer de envidia a Ruiz Gallardón. Lo mejor es alquilar un scooter, un segway, una bicicleta o, aún mejor, patearse la ciudad, que es pequeña pero matona por sus empinadas cuestas, siguiendo los cauces del Genil y del Darro que traen el agua de Sierra Nevada. Naturalmente hay que visitar la Alhambra y el Generalife preferiblemente de noche, pero son igualmente necesarias aunque mucho más humildes la visita a la casa de campo propiedad de los Lorca y al museo dedicado al pintor José Guerrero. Los Lorca vivían en una casona a un par de kilómetros de la ciudad, aunque los edificios han terminado rodeándola como unos salvajes sioux a una resistente caravana de cuáqueros. Las huertas originarias de la vega granadina han sido sustituidas por un gran parque en el que juegan los niños a los columpios y los mayores a la petanca, las guiris toman el sol en el césped y los deportistas corren su perímetro al amanecer y al atardecer. La casa solariega se ha mantenido con orgullo limpio y, además de comprar las obras completas de Lorca en pequeños libros bellamente editados, podemos admirar el equilibrio luminoso del salón, la coqueta cocina y, sobre todo, su dormitorio en el que se conserva la cama y el gran pero sobrio escritorio en el que Federico compuso gran parte de su obra, sobre todo la teatral, cuando descansaba los veranos en una intensa actividad creativa.

En Granada, claro, se vive un culto a Lorca, a veces mero negocio, en ocasiones excusa para cobrar deudas que aún escuecen. En la Plaza de la Romanilla está a medio construir el edificio que albergará su Fundación y en el Generalife todos los años por estas fechas se organiza un gran espectáculo de danza y cante inspirado en él. Parece inevitable caer en el cliché del duende, el gitaneo y el acento andaluz forzado. Así la obra de este año, Poema del Cante Jondo en el Café de Chinitas, representa al Lorca putrefacto y folclorista que criticaron Dalí y Buñuel cuando lo llamaron "perro andaluz". Sin embargo, es recomendable visitar los conciertos de flamenco que se celebran en El Corral del Carbón o subir al Sacromonte, a disfrutar de una sesión de cine bajo las estrellas, entre chumberas y jazmines.

Junto a una de las calles en las que el comercio brilla con más intensidad –perderse de compras por las calles Mesones, Recogidas o Zacatín es una satisfacción capitalista al alcance de todas las carteras, sobre todo en época de rebajas– la joya cultural escondida de la ciudad es el Centro que guarda la obra del pintor granadino José Guerrero. Acondicionado en lo que fue la sede del antiguo periódico estatal Patria, junto a la Capilla Real, la visita merece la pena tanto por la restauración del edificio en sí –columnas de hierro, techos altísimos, pared de ladrillo visto– como, claro, por la obra luminosa, sencilla y diáfana del artista granadino que compartió visión con Pollock y Rothko en el Nueva York expresionista de los años 50 y 60. En esta semana, mientras los habituales del Resentimiento Histórico volvían a protagonizar un espectáculo entre rancio y cursi conmemorando el terrible asesinato del poeta más genial de la Generación del 27, resulta adecuado y delicado acercarse a contemplar La brecha de Viznar, la interpretación rotunda y doliente que hizo el pintor sobre la tragedia de su paisano. Negro y rojo trazan un abismo de tinieblas y muerte encajonado por dos llamaradas de blanco fulgor, como dos disparos.

Santiago Navajas
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El caso Stork

Nunca he confiado en las Organizaciones No Gubernamentales. En primera acepción, son entelequias que se ocupan de cosas de las que se supone que deberían ocuparse los gobiernos pero que, por una u otra razón, éstos dejan a un lado. Defienden causas que, al parecer, están por encima—o por debajo— de los Estados y de los partidos políticos. Nadie sabe si habría médicos europeos en África si su reclutamiento dependiera de los gobiernos o, como fue tradición durante cerca de dos siglos, de las iglesias cristianas, aunque la Fundación Vicente Ferrer parece demostrar que sí.

Y arquitectos, e ingenieros, y geólogos sin fronteras. Hay de todo sin fronteras, incluso Payasos Sin Fronteras, que van a actuar a Palestina, por ejemplo.

Hace poco, en La Vanguardia de Barcelona (16/6/2009), Wallace S. Broecker, padre de la expresión "cambio climático", declaraba que "la física básica dice que el planeta se calentará [...] 3,5 grados. La incertidumbre está en saber si esta predicción es correcta, excesiva o se queda corta. No nos podemos permitir el lujo de esperar a que haya pruebas. Tenemos la obligación de prepararnos para hacer frente al problema y si luego no lo hay, guardar lo aprendido (sic)". Personalidades de esa calidad intelectual han regido y rigen ideológicamente en ONGs tan importantes como Greenpeace, "una organización ecologista y pacifista internacional, económica y políticamente independiente, que no acepta donaciones ni presiones de gobiernos, partidos políticos o empresas", pero que cuenta con presupuesto suficiente para permitirse sustituir de forma casi inmediata un barco (el Rainbow Warrior) hundido por la marina francesa en el atolón de Mururoa, escenario de pruebas nucleares de nuestro país vecino.

La lista de ONGs de dudosa financiación es inacabable. Y no hay una sola web que responda con transparencia a la pregunta sobre el origen de sus fondos ni sobre el alcance de sus fondos.

Como Naciones Unidas es en realidad un paraíso para las dictaduras —baste con recordar que China y Rusia son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y que la Comisión de Derechos Humanos fue presidida por Libia—, hubo quien consideró necesario crear una ONG de control "sin influencias externas" que hiciese las veces de guardián del guardián. Es el caso de Human Rights Watch (HRW).

El pasado 13 de agosto, HRW publicó un informe, firmado por Joe Stork, en el que se aseveraba que el pasado enero, en Gaza, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) habían asesinado a tiros a doce civiles palestinos, incluyendo niños, que agitaban banderas blancas. No voy a discutir aquí el detalle de esas acciones, perfectamente documentadas y en este momento bajo investigación de las FDI. Tendría que escribir varios artículos cada día para aclarar puntualmente cada una de las afirmaciones que en internet, en la radio, en la televisión y en la prensa de papel se hacen contra Israel de manera permanente. Los israelíes no puede darse el lujo de ignorarlas, de modo que el Ministerio de Exteriores produjo una refutación de las acusaciones de 163 páginas, que no voy a resumir por parecerme ocioso.

Lo que sí me interesa exponer es el carácter de la fuente del informe acusatorio, tanto en lo que se refiere al autor como a la organización que lo respalda.

La directora del Departamento de Medio Oriente de HRW, Sara Leah Whitson, pertenció con anterioridad a organizaciones proárabes, y recientemente ha viajado a Arabia Saudí en busca de fondos para su ONG, que le fueron concedidos. Según Ben-Dror Yemini, en Maariv del 21 de agosto, cuando Stork empezó en HRW "no tenía especial experiencia en este campo" y "su único talento fue una serie de artículos especialmente hostiles hacia Israel". Yemini, editor de opinión de Maariv, había publicado el 16 de agosto, tres días después de la aparición del Informe HRW, otro artículo con el elocuente título Autor de Informe contra Israel apoyó la masacre de Munich. Pues sí, de ahí viene Stork: del MERIP (Middle East Report and Information Project).

Ante la acusación de Yemini, Stork envió una carta a Meeriv en la que afirma que aquellas eran sus opiniones hace muchos años. Pero en 1993, en un artículo sobre las relaciones entre Israel y los Estados Unidos, Stork no sólo insistió en sus ideas de la época del MERIP, sino que se citó a sí mismo en notas al pie, con textos procedentes de su antiguo medio.

Stork alega también que, en relación con Munich, él sólo fue "uno de los siete" que elaboraron el apoyo de MERIP a la masacre de los atletas israelíes en la ciudad alemana en 1972, perpetrada por un comando de Setiembre Negro, rama de la OLP de Arafat. Pero su currículum en la página de HRW recuerda que él había sido uno de los creadores del medio y era su editor en jefe.

Dejemos a Stork y a HRW, ya suficientemente retratados —no se necesita gran cosa—, para hacernos unas cuantas preguntas sobre el nivel de poder que poseen, altísimo. Creo que lo descubrieron los negros americanos post-Luher King, los de Farrakhan, los negros racistas de los lobbies de Washington: cuanto más notoria sea tu organización y más reducidos sean los miembros calificados del colectivo minoritario que representas, más fácil es conseguir dinero público para financiarlo, aumentando el número de tus funcionarios y los salarios de los mismos, empezando por el tuyo, que, además, puedes ser representante o diputado en corto tiempo. Eso sí: tienes que estar dispuesto a todo, a más que los políticos, que tienen cierto control, y a más que los cuadros de las Organizaciones Gubernamentales o Paragubernamentales o, aún más, Supragubernamentales. Greenpeace puede ir mucho más lejos que el euroempleado dedicado a la salud de los bosques del continente, pueden presionarlo, justificar sus decisiones políticas, jalearlo por ello y hasta hacerlo reelegir. Tiene más poder que el poder. Son, en lo esencial, organizaciones de propaganda, de "concienciación", dicen ellos, en perfecta enemistad con la lengua española. Determinan, fabrican, al menos la mitad de las ideas que llenan las perezosas cabezas de la mayoría, incapaces de generar algunas propias.

Las de Stork son especialmente peligrosas, pero las más inocuas, la de que hay que salvar a las ballenas o a los elefantes, cambiantes según convenga a la WWF, manejada por casa real británica de acuerdo con sus intereses africanos, mueven millones en safaris y limosnas de progres.

Por favor, querido lector, dele al mendigo de toda la vida, el que está como los profetas sentado a la puerta de un templo; no suelte un céntimo para derechos humanos, que puede acabar formando parte de un billete para pariente de etarra preso lejos del País Vasco (o sea, tal vez, en Burgos o en Madrid).

Horacio Vázquez-Rial

vazquezrial@gmail.com
www.vazquezrial.com

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Laicismo - Contra la objeción, contra la libertad, contra Dios

Asistimos en este verano a una muy sugestiva serie de declaraciones de importantes dirigentes políticos socialistas sobre la impertinencia de la objeción de conciencia de sanitarios respecto del crimen del aborto.

Igualmente, se nos cuelan en los medios de comunicación posibles contenidos de la futura Ley de Libertad Religiosa –eliminación de cualquier símbolo religioso en los centros docentes públicos y quién sabe si también en los concertados, predominantemente católicos.

Lenta pero pertinazmente se dispone a la sociedad a la aceptación de la eutanasia como un bien personal, al cual el Estado no se puede negar. Naturalmente, la idea de que el crimen del aborto es un derecho de la mujer ya ha calado suficientemente en una sociedad adormecida por el calor de la apatía y del aburrimiento. Si a todo ello sumamos el control de la educación por parte del poder político y la escasez de medios de comunicación ajenos a la dictadura de lo políticamente correcto, el paisaje es desolador.

Creo que para poder salir de esta situación, o al menos luchar contra ella proponiendo a nuestros conciudadanos respuestas válidas, es necesario hacer un esfuerzo previo de comprensión. No es fácil dar con claves que expliquen el porqué de esta situación. No basta con constatar los hechos que observamos, ni mencionar las finalidades políticas o ideológicas de este o aquel partido. No es suficiente aludir a "un proyecto de ingeniería social" que, por motivos oscuros, se quiere implantar en España.

A mi juicio el nexo que vincula todos los asuntos referidos anteriormente es la religión. Pensemos en la objeción de conciencia. Cuando los que defendemos la objeción a EpC afirmábamos que un no creyente podía ser un objetor (como en efecto ha sucedido), el Gobierno y sus corifeos se obstinaban en interpretar la objeción como un instrumento de oposición política de la Iglesia (entiéndase: la Jerarquía). Cuando, con argumentos científicos, se defiende la existencia de la vida humana desde el mismo momento de la concepción, se apunta con desdén a que no se puede legislar desde el fanatismo religioso. Cuando se quiere elaborar una Ley de Libertad Religiosa, que no es necesaria y nadie demanda, lo que se quiere es avanzar en la laicidad del Estado y para ello se pretende erradicar cualquier vestigio público de Cristo en nuestras vidas (crucifijos, sacerdotes en hospitales, símbolos religiosos...).

Es una verdad histórica demostrada que en Occidente la religión es el primer enemigo a batir de todo tipo de totalitarismo. O bien éste intenta falsificarla, domesticándola a su antojo –y por lo tanto prostituyéndola–, o bien pretende destruirla. Ahora bien, ¿por qué esta obsesión totalitaria contra el cristianismo, la religión de Europa? Porque el cristianismo es libertad, que es lo que no puede tolerar ni el comunismo, ni el nazismo, ni ahora el totalitarismo laicista.

Una religión que afirme que "la verdad os hará libres" (Jn 8, 32) tiene que ser, obligatoriamente, un enemigo de toda dictadura y de esta cultura de la muerte en la que vivimos. (No es baladí la rectificación atea de Zapatero de esta frase evangélica. Recuérdese: "la libertad os hará verdaderos"). Una religión que busca la plena realización de los hombres –esto es, su libertad– vinculada no a ningún factor político, ni siquiera temporal o mundano, sino a Dios mismo es un peligro para quien desee sojuzgar al ser humano. Por eso la Iglesia es la patria de la libertad.

La discusión sobre la objeción de conciencia es un ejemplo de lo anterior. Los totalitarismos no sólo se han caracterizado por sus aparatos represivos, sino por la necesidad de configurar una ideología que diera sentido al modelo de sociedad impuesto. El control de la educación, de la ciencia, de la filosofía, de los mass media, la invención del pasado y la reinterpretación de la historia son aspectos consustanciales a toda dictadura. Y transformar el Derecho en un instrumento de persecución y amedrantamiento contra cualquier atisbo de oposición. Pero la culminación del éxito de la sumisión no está en todo ello; está en la construcción de una nueva conciencia moral acorde con la nueva tiranía laicista en ciernes. No otra cosa pretende, como es sabido, la nefanda Educación para la Ciudadanía. Almas muertas parásitas de cuerpos que sólo reaccionan ante los estímulos hedonistas de una sociedad de consumo. Por suerte una cosa es el ideal totalitario y otra lo que finalmente la nueva tiranía puede conseguir.

Sabemos que la conciencia moral "es el núcleo más secreto y sagrario del hombre, en el que está [el hombre] sólo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (Gaudium et spes 16). Así pues, parece lógico que cualquier ideología que quiera dominar al hombre vea en el cristianismo –en particular el catolicismo– a un enemigo: primero es menester erradicar o hacer irrelevante la presencia de Dios en la sociedad reduciéndola a mera creencia subjetiva y, después, sustituir al verdadero Dios por un nuevo dios, el flamante Estado que vela por nosotros y atiende solícito nuestras necesidades "más íntimas" (por ejemplo, la de matarnos).

La objeción de conciencia así es inaceptable para el poder político, pues troncha de raíz el intento de manipular y dominar el núcleo más íntimo al que desea acceder con voracidad: la intimidad de la conciencia, en la que resuena la voz de Dios.

En 2004 el aún cardenal Ratzinger escribía lo siguiente cuando aludía a cuestiones bioéticas:

El legislador, partiendo del principio comúnmente reconocido de la libertad de conciencia, debería, en este ámbito, conceder carta de naturaleza a la objeción de conciencia: la Iglesia no quiere imponer a los demás lo que no comprenden, pero espera de ellos al menos respeto a la conciencia de aquellos cuya razón se guía por la fe cristiana. (Sin raíces, p. 128).

Palabras sabias, pero inaudibles en una sociedad sorda y embotada.

La educación, el aborto, la ley de libertad religiosa, la eutanasia no son asuntos que sirvan para "distraer" la atención de la crisis económica, como afirman los políticos lerdos. Son expresión del "hombre nuevo", arrullado por la aparente comodidad de una sociedad hedonista, presta a ofrecer satisfacción a cualquier capricho subjetivo por extravagante que sea.

Ante esta situación los cristianos debemos denunciar y rebelarnos ante el proyecto destructivo del hombre que está en marcha. Pero de un modo diferente a como se suele entender. Necesitamos sobre todo hombres y mujeres que vivan todo aquello en lo que creen, pero más aún, hombres y mujeres que gocen y expresen la Verdad que les habita. Si no somos testigos del Dios que conocemos y que nos vive, nuestras denuncias, quejas y argumentos, aunque verdaderos, serán anecdóticos. Ya lo decía Burke, basta que los hombres buenos dejen de hacer el bien, para que venza el mal.

Carlos Jariod Borrego, presidente de Educación y Persona

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Argentina - Terminada la ficción, resurge la pobreza

La miseria que hoy volvemos a ver en la Argentina es consecuencia directa de la soberbia, la incapacidad y el espíritu de venganza de los Kirchner. El problema de la pobreza está nuevamente sobre la mesa y algunos se preguntan cómo es posible que, luego de haber crecido durante cinco años a tasas chinas, volvamos a tener niveles de pobreza similares a los de la crisis del 2002.

Para responder a este interrogante lo primero que hay que tener en cuenta es que Argentina no creció a tasas chinas durante cinco años, sino que tuvo una reactivación artificial derivada de drogar la economía con una serie de distorsiones que, por un tiempo, generaron la ilusión del crecimiento a tasas chinas y reducción de la pobreza. Puesto en otras palabras, hoy estamos como el drogadicto después de que le pasa el efecto de la droga: peor que antes de drogarse. De manera que, terminada la ficción, resurge la pobreza.

Hubo varios elementos que generaron la ilusión del crecimiento y el descenso de la pobreza. En primer lugar, con la devaluación del 2002 lo que se hizo fue licuar el gasto público en salarios y jubilaciones y se les dio a los productores locales un tipo de cambio alto que los protegía de la competencia externa. Se le entregaba un mercado chico para ellos solos. A esto hay que agregarle que, durante algunos años, disfrutaron de energía barata. Con costos de mano de obra bajos y energía artificialmente económica, la rentabilidad aumentó y se puso en funcionamiento el stock de capital que estaba paralizado por la recesión. No hacía falta hacer grandes inversiones para producir, sólo era necesario pasarle el plumero a las máquinas que estaban paradas.

El segundo elemento que influyó en la reactivación fue la desconfianza en el sistema financiero, luego del corralito y el corralón, que hizo que mucha gente invirtiera en ladrillos reactivando la industria de la construcción aprovechando que el precio del metro cubierto de construcción era muy bajo medido en dólares.

Un tercer elemento vino del exterior con precios de materias primas que se mantuvieron al alza, así como un sector agropecuario que se encontró con un mejor tipo de cambio (a pesar de las retenciones que se establecieron en el 2002) y con precios que superaban ampliamente los niveles de los 90.

Un cuarto elemento consistió en que el tipo de cambio alto hizo que Argentina fuera barata en dólares y el turismo receptivo se transformara en otro factor de dinamización de la economía. El campo, la construcción, el turismo y el mercado interno para el sector industrial podían contratar más mano de obra porque era barata y esto hizo disminuir la tasa de desocupación.

Otro de los elementos que influyó para generar una sensación de bienestar económico fue el congelamiento de las tarifas de servicios públicos durante varios años. La gente podía acceder a energía, gas, transporte público, comunicaciones a precios artificialmente bajos.

A medida que las empresas iban recuperando rentabilidad gracias a los factores antes mencionados, el Estado empezó a otorgar incrementos de salarios. La famosa redistribución del ingreso. El salario empezó a ser menos barato a costa de una rentabilidad que todavía seguía siendo alta.

Pero el modelo tenía la semilla de su autodestrucción. Por un lado, el famoso tipo de cambio competitivo se financiaba con el impuesto inflacionario y, por otro, el fenomenal aumento del gasto público fue exigiendo una mayor presión impositiva hasta llevarla a niveles que ahogaron la actividad económica.

Parte del bienestar transitorio de la población se financió con consumo de capital. Al congelarse las tarifas de los servicios públicos, se dejó de invertir. Es como si en vez de arreglar la casa cuando se rompe algo, el dinero para mantenimiento se destinara a salir al cine, a cenar o a irse de vacaciones. Llega un punto en que la casa se cae a pedazos y ya no queda margen para seguir la fiesta del consumo.

Por el lado del impuesto inflacionario para financiar el tipo de cambio competitivo, tuvimos la aparición de una inflación cada vez más aguda que las autoridades se encargaron de negar. Esa inflación fue comiendo tanto el tipo de cambio real como el salario real. Empezaron entonces los controles de precios, las prohibiciones de exportación, los aumentos de los derechos de exportación, etc. La idea era quitarle rentabilidad a las empresas para compensar la caída del salario real por efecto de la inflación.

El sector privado ya no tenía capacidad de financiar este nivel de gasto ni salarios cada vez más altos porque la rentabilidad extraordinaria del mercado cautivo se esfumaba por el deterioro del tipo de cambio real, el incremento de los costes internos y los aumentos de la mano de obra.

El Gobierno se fue enredando cada vez más. A medida que el Banco Central inflaba los precios emitiendo, las autoridades intentaban compensar la caída del salario real con controles de precios para luego pasar a medidas más agresivas como las prohibiciones de exportación de carne, granos, lácteos, etc. Estas medidas fueron creando un clima de desconfianza que espantó cualquier intento de inversión, al tiempo que destruyó sectores económicos enteros.

Desesperadas por más recursos intentaron aplicar la famosa 125 llevando al país a la parálisis por un capricho y revanchismo que está lejos del análisis económico, pero cerca de la psiquiatría o la psicología.

Rebotada la 125, la desesperación condujo a la confiscación de ahorros en las AFJP desatando el pánico de los agentes económicos dado que el Gobierno daba muestras de no reconocer límites para respetar la propiedad privada con tal de seguir drogando la economía. A más violaciones de la propiedad privada, más fuga de capitales, retracción del consumo y menores estímulos a las exportaciones.

A la inconsistencia del modelo se le sumaron dos cosas: a) un Kirchner gritando desde la tribuna como un loco y b) una Cristina haciendo el ridículo en cada discurso. Esta combinación de discursos desaforados con la soberbia de la ignorancia generó pánico en los actores económicos. Digamos que el matrimonio se encargó de hacer aún más corta la ya de por sí corta mecha de la bomba de la inconsistencia económica.

Por más que los pocos oficialistas que quedan insistan en echarle la culpa a la crisis internacional, la realidad es que el 98% de la crisis es pura incapacidad del matrimonio.

Si el Gobierno, desesperado por más recursos y negándose a la austeridad fiscal, atacó la propiedad privada; si las autoridades del frente económico hicieron lo imposible para que las empresas no produjeran ni vendieran; si Kirchner destruyó lo poco que quedaba del mercado de capitales confiscando los ahorros en las AFJP; si, el sector agropecuario, que era el que podía mantenerle a flote la economía porque los precios de las materias primas no habían bajado tanto, fue ninguneado por el Gobierno, era obvio que la economía iba a paralizarse.

Así, la pobreza resurgió con una fuerza inusitada por dos razones: a) los salarios reales fueron licuados por la inflación que generó el Gobierno y b) el paro mostró su desagradable cara ante la parálisis económica que indujo el comportamiento del Gobierno. Si el modelo era intrínsecamente inconsistente, el matrimonio se encargó de hacerlo explosivamente inconsistente.

¿Cuándo es pobre la gente? Cuando el ingreso que genera le alcanza para adquirir muy pocos bienes y servicios. ¿Y por qué sucede esto? Porque la economía produce pocos bienes, porque el salario se deteriora ante la inflación que produce el Estado y por el aumento de la desocupación.

La inflación era inherente al modelo económico y, por lo tanto, la carrera precios y salarios tenía que terminar en lo que terminó: caída del salario real. Los controles de precios, regulaciones y ataques a la propiedad privada produjeron una contracción de la producción de bienes y servicios, la otra pata del problema. Al producirse menos, aumentó la desocupación disparando la pobreza.

Si el modelo estaba basado en financiarse con el impuesto inflacionario y en atacar la propiedad privada por necesidad de recursos para el Estado y comportamientos primitivos en el manejo de la economía, era inevitable el problema de pobreza del que todos hoy se espantan.

Agotada la capacidad de financiación a través del sector privado de un gasto público cada vez más alto e ineficiente, se terminaron los recursos para subsidiar la energía barata, el gas barato y el transporte público barato, entre otros bienes abaratados artificialmente, y comenzaron a aparecer los tarifazos (los cuales, por cierto, todavía no terminaron).

La lógica económica más elemental indica que para que un país pueda eliminar la pobreza tiene que crear puestos de trabajo bien remunerados. Para crear esos puestos de trabajo se requieren inversiones competitivas. Es decir, inversiones que no surjan al amparo de privilegios, restricciones a la competencia, etc. Pero para que haya inversiones competitivas tiene que haber respeto por los derechos de propiedad, fuertes incentivos a la competencia y un Estado que no estorbe la producción. Como puede verse, no hace falta inventar la pólvora para acabar con la pobreza.

¿Qué hizo el gobierno de Kirchner? En vez de estimular la inversión con seguridad jurídica, previsibilidad en las reglas de juego e inserción de la Argentina en el mundo, tomó el camino inverso. Atacó la propiedad privada, aplicó un salvaje impuesto inflacionario a los sectores de ingresos fijos y se movió constantemente con medidas arbitrarias. El cocktail perfecto para hacer estallar la pobreza.

En el interregno, lo que hizo fue disimularla gracias a los precios internacionales de las materias primas, que le permitió apropiarse de una parte creciente de la renta del campo y consumiendo el stock de capital existente. Al comienzo del ciclo las empresas estaban felices porque tenían buena rentabilidad, pero esa rentabilidad se fue esfumando por mayor presión tributaria, precios políticos y medidas irracionales de todo tipo. Cuando se terminó de ahogar al sector productivo, estalló el problema de la pobreza. Kirchner lo único que hizo fue reactivar artificialmente la economía ayudado por un excepcional contexto internacional. Lo que Kirchner no hizo fue hacer crecer la economía. Reactivar es poner en funcionamiento, transitoriamente, el stock de capital existente. Crecer es generar condiciones para atraer inversiones que amplíen la capacidad de producción y que aumenten la oferta de bienes y servicios.

¿Puede el gobierno de Kirchner dar vuelta esta situación? Parece bastante difícil porque ha perdido toda credibilidad y ya ha hecho tanto daño a la confianza de la gente que nadie está dispuesto a invertir en un país manejado por un matrimonio que, por decirlo de alguna manera, tiene serios descontroles emocionales.

La pobreza que hoy volvemos a ver es directa consecuencia de la soberbia, la incapacidad y el espíritu de venganza que dominan al matrimonio. Las medidas arbitrarias y la parálisis económica son sólo la derivada de esa soberbia, incapacidad y espíritu de venganza dominante.

El diagnóstico anterior me lleva a otra conclusión. Argentina podría rápidamente salir de esta crisis económica. Ni siquiera hace falta un Adenauer para ponerla en funcionamiento. Con un mínimo de humildad, racionalidad y previsibilidad en las reglas de juego, no seríamos Irlanda, pero sí podríamos frenar esta lamentable decadencia.

Es curioso, pero me animaría a decir que, dados los comportamientos totalmente insólitos, los problemas institucionales que conducen a estas crisis económica y estallido de la pobreza parecen estar ligados a explicaciones de la ciencia de la psiquiatría más que a la ideología. Por eso, si esto fuera cierto, revertir la actual crisis podría resultar, tal vez, más sencillo que en las crisis anteriores a pesar del campo minado que está dejando el matrimonio.

Roberto Cachanosky

Los fanáticos y los manipuladores

Hace unas semanas, con motivo de un show de doña Leire Pajín y otros socialistas, explotando con toda desvergüenza el fusilamiento de las "trece rosas" en 1939, hice un comentario en Libertad Digital exponiendo al respecto algunos detalles importantes, de los que los progres, en general, no quieren ni oír hablar. Por ejemplo, que las trece mujeres (y 42 hombres de los que nadie se acuerda) fueron fusiladas en relación más o menos lejana con un atentado terrorista (pese a ello fue un crimen legal). Y, sobre todo, que ellas y ellos no murieron por la libertad sino, indiscutiblemente, por el totalitarismo staliniano, ya que estaban reorganizando las Juventudes del PCE, el sector más fanatizado de este partido, que se gloriaba de ser un partido agente de Stalin. El asunto lo he tratado con bastante atención en el libro Años de hierro.

¿Es que Pajín y compañía ignoran estas cosas? De ningún modo. Las conocen perfectamente, mucho mejor que la mayoría. Y es precisamente porque saben que la gran mayoría --inmersa en la televisión basura y similares-- ignora estos y tantísimos hechos más, por lo que ocultan la realidad e inventan una leyenda barata. Porque ellos no son fanáticos, sino manipuladores. Y lo que persiguen es difundir un fanatismo del que esperan sacar rentas electorales, ya que ese es precisamente su negocio: sus cargos, sus beneficios, sus prebendas, dependen de su habilidad en manipular la ignorancia. También dependen de ello sus bien conocidas corrupciones. Esta manipulación es ella misma una corrupción.

Reconocer que el fusilamiento de la mayoría de aquellas personas fue un crimen legal no puede servir de pretexto, en una democracia, para falsear la historia. Sí en un régimen totalitario. Al obrar como lo hacen, ya sabemos con qué y con quiénes se identifican nuestros socialistas. No en vano vuelven a llamarse "rojos" estos personajes.


"Otro mundo es posible", claman las izquierdas. Por supuesto, tienen razón: hay otros muchos mundos posibles fuera de la democracia, no hay más que echar una ojeada al planeta y a su historia. La cuestión es si son preferibles. Al voceras Chomsky, enamorado del totalitarismo, el embrutecido ignorante Chavez le parece ideal, después de todo ha sido un buen promotor de alguno de sus libros. Parece que está pensando en irse a vivir a Venezuela, aunque su talante de resistente heroico le inclina más bien a seguir en Usa, afrontando los más terribles sacrificios y amenazas en ese país insoportable.

Pío Moa


CHOMSKY I/II

Y ahora unas palabritas sobre "el gran Chomsky", el colegui del dictador Chávez:

"Una de las cuestiones más persistentes en el trabajo de Chomsky ha sido la lucha de clases. Ha azotado frecuentemente “el uso masivo de paraísos fiscales para trasladar la carga fiscal de los ricos al resto de la población”, y criticado la concentración de la riqueza en “fideicomisos” propiedad del uno por ciento más próspero. El código fiscal norteamericano está amañado con “complicados dispositivos para asegurarse de que los pobres –algo así como el 80% de la población– liquiden por los ricos”.
Pero los fideicomisos no deben ser tan malos. Después de todo, Chomsky, con un patrimonio neto por encima de los dos millones de dólares, decidió crear uno para sí mismo. Hace un par de años fue a una respetable empresa dirigida por respetables burgueses blancos y anglosajones, Palmer and Dodge, y con la ayuda de un abogado fiscal especializado en "planificación de impuestos sobre ingresos" puso en marcha un fideicomiso irrevocable para proteger sus activos del Tío Sam. Nombró a su abogado fiscal (¡todo radical socialista necesita uno!) y una hija como fideicomisarios. Al Fideicomiso Irrevocable Diane Chomsky (por el nombre de otra de sus hijas) ha asignado los derechos de autor de varios de sus libros, múltiples ediciones internacionales incluidas.

Chomsky está a favor del impuesto al patrimonio y la redistribución masiva de los ingresos, siempre y cuando no sea la redistribución de sus ingresos. No hay razón alguna para dejar que políticos radicales se entrometan en una sensata planificación del patrimonio.

Cuando pregunté a Chomsky sobre este fondo empezó a sonar de lo más burgués: "No voy a disculparme por apartar dinero para mis hijos y nietos", me escribió por correo electrónico. Chomsky no ofreció ninguna explicación de por qué condena a otros igualmente orgullosos de su disposición hacia sus propios hijos y que tratan de proteger sus activos del Tío Sam. Sin embargo, dijo que sus protecciones frente a los impuestos están bien porque él y su familia están "intentando ayudar a la gente que sufre".

Ciertamente, Chomsky es rico precisamente porque ha sido un capitalista enormemente exitoso. A pesar de la retórica contraria a los beneficios, al igual que cualquier capitalista corporativo se ha convertido a sí mismo en una marca comercial. Tal y como John Lloyd aseguró, escribiendo críticamente en la publicación de izquierdas New Statesman, Chomsky está entre aquellos "abiertos a convertirse en un bien de consumo; esto es, convertirse simplemente en uno de los múltiples productos del mercado capitalista de los medios, en una manera que los periodistas y escritores mal pagados y con exceso de trabajo empleados en partidos revolucionarios raramente consiguen".

Los negocios de Chomsky funcionan de la siguiente manera. Ofrece conferencias en los campus universitarios de todo el país a 12.000 dólares la pieza, a menudo docenas de ellas al año. ¿No puede escucharlo en directo? No hay problema: puede conectarse a internet y bajarse fragmentos de conferencias anteriores por una módica cantidad. Puede escuchar a Chomsky hablar durante un minuto sobre "derechos de propiedad": le costará 79 céntimos. También se puede comprar un CD con fragmentos de antiguas conferencias por 12,99 dólares.

Pero los libros son el pilar de Chomsky, que se ha convertido en un fenómeno en el mercado editorial internacional. La marca Chomsky significa ventas inmediatas. Como explica la publicista Dana O'Hare, de Pluto Press: "¡Todo lo que tenemos que hacer es poner el nombre de Chomsky a un libro y se vende inmediatamente!".

Poner su nombre en un libro no debe confundirse con escribir un libro, porque sus más recientes volúmenes son, principalmente, transcripciones de conferencias o entrevistas que ha realizado a lo largo de los años, puestas entre cubiertas y vendidas al público. Se le podría llamar "marketing multinivel para radicales". Chomsky lo ha admitido así: "Si se observa las cosas que he escrito –artículos para Z Magazine, o libros para South End Press, o lo que sea–, se basan principalmente en charlas y encuentros, y ese tipo de cosas. Pero soy una especie de parásito. Quiero decir que estoy viviendo del activismo de otros. Y soy feliz por hacerlo".

Los esfuerzos de marketing de Chomsky tras el 11 de Septiembre dan un nuevo significado al término "especulador de guerra". En los días siguientes a la tragedia subió su precio de 9.000 a 12.000 dólares, porque súbitamente era más demandado. También hizo caja produciendo otro libro instantáneo. Seven Stories Press, una pequeña editorial, unió varias entrevistas (realizadas por correo electrónico) que Chomsky concedió en las tres semanas siguientes al ataque contra las Torres Gemelas y llevó el libro a la imprenta. Sus polémicos puntos de vista estaban de moda, sobre todo más allá de nuestras fronteras. En diciembre de 2001 habían vendido los derechos al extranjero en más de diecinueve idiomas distintos. El libro llegó a la lista de bestsellers en Estados Unidos, Canadá, India, Italia, Japón y Nueva Zelanda. Es seguro asumir que ingresó cientos de miles de dólares sólo por este volumen.

Chomsky ha sido particularmente crítico, a lo largo de los años, con los derechos de propiedad privada, que considera simplemente una herramienta de los ricos que no da ningún beneficio a la gente normal. "Cuando los derechos de propiedad son garantizados al poder y al privilegio, se puede esperar que sean dañinos para la mayoría", escribió en un foro de discusión para el Washington Post. Los derechos de propiedad intelectual son igualmente despreciables. Según Chomsky, por ejemplo, las compañías farmacéuticas que han gastado millones de dólares en el desarrollo de las medicinas no deberían tener ningún derecho a patente. Los derechos de propiedad intelectual, argumenta, "tienen que ver con el proteccionismo".

El proteccionismo es malo, sobre todo cuando es cosa de otros. Pero cuando se refiere al trabajo publicado del propio Chomsky, entonces este abogado de la apertura de la propiedad intelectual se vuelve bastante egoísta. No es aconsejable descargar el sonido de una de sus conferencias sin pagarla, advierte su compañía de discos, Alternative Tentacles (¿tuvo Andrei Sajarov acuerdo alguno con una compañía de discos?). Y en lo que se refiere a sus artículos, es mejor quedarse con las manos en los bolsillos. Si se acude a la página oficial de Noam Chomsky, la advertencia es bien clara: "El material de este sitio está sujeto a derechos de autor propiedad de Noam Chomsky y/o Noam Chomsky y sus colaboradores. Ningún material de este sitio puede ser reimpreso o republicado en otros sitios web sin permiso escrito". No obstante, el sitio web ofrece la oportunidad de "sublicenciar" el material."

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

Imperialismo, fase superior del chavismo

Quienes hasta hace unos meses aún reían las gracias del petrotirano venezolano se están quedando de piedra ante la extensión salvaje y brutal que el chavismo experimenta por toda Hispanoamérica, ante el silencio repulsivo y colaborador de Zapatero y Moratinos y la aparente indiferencia obamita. Es tal la ofensiva chavista por el continente, tan violenta y poco disimulada, que hay que tener muy pocos escrúpulos y ningún apego por la libertad para no temer esta última fase del chavismo: imperialismo duro y puro, caracterizado al menos por cinco aspectos.

En primer lugar, su base en Venezuela se afianza. Hugo Chávez continúa la persecución de la sociedad civil venezolana, cada vez más débil. Se cierran medios de comunicación, se arman milicias, se apalean opositores. Es un totalitarismo de libro, que se desarrolla ante nuestros ojos y que no parece que tenga solución a medio plazo. Venezuela está perdida para la causa de la libertad y los derechos humanos.

En segundo lugar, este imperialismo funciona mediante la desestabilización de las democracias parlamentarias. Sigue esta estrategia en Colombia, proporcionando financiación, retaguardia y armamento a las FARC, a la vez que colabora con ellas en el negocio del narcotráfico. Contra el gobierno de Bogotá, Chávez usa la violencia directa, apenas disimulada por los dirigentes de las FARC, que han acabado por doblar la cerviz ante el nuevo amo del socialismo hispanoamericano, de quien son cada vez más una sucursal.

Si contra Colombia la violencia es directa, en Honduras, la estrategia chavista-zelayista pasa por la progresiva desestabilización de las instituciones con actos periódicos de violencia callejera y terrorista. Aquí usa la clásica estrategia golpista o revolucionaria: crear desórdenes callejeros, desprestigiar las instituciones para dividirlas y agotarlas. Hasta ahora, Honduras ha resistido bien, pero los petrodólares empiezan a inundar sindicatos y partidos, y los millones pagados a campesinos y sindicalistas están bien documentados. También lo está la presencia de "asesores" chavista-zelayistas entre quienes planean, preparan y ejecutan los disturbios.

En tercer lugar, el imperialismo chavista se realiza mediante el advenimiento y sostenimiento de regímenes atraídos a su esfera, bien por la escasa capacidad intelectual y política de sus miembros, bien por su sectarismo, o bien por ambas cosas. Es el caso de Bolivia, de Ecuador y de Nicaragua, países convertidos ya en simples satélites de Venezuela, y su población dirigida por y para cumplir los designios del petrotirano. Ni queriendo, podrían Morales, Correa y Ortega, desligarse de Chávez. Sólo la resistencia a ellos en esos países podría cambiar el gobierno y rescatar la independencia nacional.

En cuarto lugar, el imperialismo chavista usa la corrupción, el chantaje y la compra de voluntades –caso de la maleta descubierta con destino a los Kirchner–, y la instrumentalización de las instituciones internacionales. Es el caso de la OEA. Últimamente, su comportamiento ha traspasado todo lo admisible. No sólo porque la OEA la presida Insulza, un chavista antidemócrata declarado; la Comisión Iberoaméricana de Derechos Humanos enviada a Honduras, formada en su mayor parte por chavistas de toda Hispanoamérica, cometió todas las arbitrariedades, manipulaciones y ocultaciones imaginables para afianzar la versión propagandística de Chavez en Honduras. Si la OEA tenía escasa legitimidad antes de este episodio, ahora ha perdido cualquier posibilidad de redención. Hoy es un instrumento en manos de la tiranía chavista.

En quinto lugar, Chávez ha arrebatado a Fidel Castro la legitimidad revolucionaria. Hasta da lástima observar al antaño orgulloso y poderoso Castro convertido en un vejestorio manipulado y usado como un monigote por el gorila rojo. Con una Cuba a la deriva y empobrecida y un castrismo sin futuro, Caracas es ahora el centro del socialismo hispanoamericano, y lo mismo utiliza a Castro que arma a las FARC o desestabiliza Centroamérica. El socialismo hispanoamericano se ha rendido a Chávez.

No seguiremos más. Tal es la gravedad del asunto. Chávez es, sin ningún género de duda, la mayor amenaza para la libertad y la democracia en Hispanoamérica en mucho tiempo y por mucho tiempo. En el pasado reciente, ninguna dictadura, ni comunista ni autoritaria, ha atesorado tanto poder y tantas ansias imperialistas y agresoras. Que Chávez sea un analfabeto no lo hace menos peligroso: extenderá aún más la violencia, la guerra y la opresión por todo el continente, no sólo lastrando su desarrollo económico y social, sino muy posiblemente arrastrando a varias naciones a la guerra.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

segunda-feira, 24 de agosto de 2009

Paulo Coelho disponibiliza livros inéditos para download gratuito

Paulo Coelho, escritor. Foto divulgação


O escritor Paulo Coelho completa 62 anos nesta segunda-feira e, para comemorar a data, decidiu presentear os fãs com livros inéditos de sua autoria. Pelo Twitter, o escritor de "O alquimista" anunciou que em seu blog , seriam disponibilizados para download gratuito versões em diferentes línguas de três livros que nunca foram publicados.

"Queridos leitores, abaixo vocês podem encontar alguns livros que estão disponíveis apenas na internet. Não pretendo vender os direitos para editoras nos próximos dois anos. (...) Com amor, Paulo", escreveu o autor.

"O caminho do arco", que conta a história de Tetsuya, o melhor arqueiro do país, que passa seus ensinamentos a um menino de seu vilarejo, que pode ser baixado em português, inglês, espanhol, italiano e alemão.

Dividido em dois volumes, com versões em inglês e português, "Histórias para os pais, filhos e netos" traz contos baseados em tradicionais fábulas e contos de fadas, além de historinhas baseadas em experiências pessoais do escritor.

Por fim, "Guerreiro da luz" é um apanhado em três volumes de textos de Coelho que foram publicados na internet, disponíveis em português, inglês e francês.

O Globo

http://paulocoelhoblog.com/internet-books

La decadencia española y sus límites

Calibrar la decadencia española exige compararla con los países exitosos, pero no menos con su propia "edad de oro" entre los Reyes Católicos y Carlos II. Podemos resumir así el contraste: durante su auge, España no cesó de producir un alto número de personajes de gran talla en la política, las artes, el pensamiento, la milicia, la literatura, la religión, las exploraciones y conquistas..., a los que aquí hemos hecho muy somera alusión; desde finales del siglo XVII, y durante dos siglos más, descuellan muy pocas figuras de primera fila. El nivel general, sin ser desdeñable, resulta mediocre, y el país solo en pequeña medida se sumó al desarrollo científico y tecnológico.

Decadencia, a pesar de que las condiciones materiales mejoraron notablemente. A principios del siglo XVIII España contaba con unos 7,5 millones de habitantes, y al final con 10,5, lo que se debió a medidas racionalizadoras de origen francés, a una menor incidencia de las epidemias y a un mayor conocimiento de las normas de la economía, pues la riqueza del país también aumentó. Durante milenios, los saberes económicos fueron menores que la inquietud por las razones de la escasez y por las alternancias, duras de explicar, entre prosperidad y miseria; pero a lo largo del siglo XVIII diversos misterios de la economía se irán desvelando, hasta dar lugar a una nueva ciencia, aun si no muy exacta. Mas, como vemos, explicar la historia por la economía viene a ser como explicar a Cervantes por las curvas de sus ingresos a lo largo de su vida, o por sus querellas "de clase": el siglo XVIII español se parecería al XVI en el aumento demográfico y económico, y se diferenciaría en que no fue acompañado de una eclosión cultural ni de lejos semejante.

Un decaimiento tan sorprendente como el español, ha suscitado mucha discusión. Stanley Payne ha señalado en su libro sobre el catolicismo español: "Los que se adhieren a la tesis de Weber referente a la relación entre el protestantismo y el capitalismo afirman que un país tan católico como España era inevitablemente incapaz de llevar a cabo, en el siglo XVII, las drásticas transformaciones de su estructura económica y de su marco sociocultural. Esto es sin duda cierto, pero no solo a causa del catolicismo español. La católica Francia (...), padeció la misma incapacidad, y en el siglo XVII desarrolló una de las economías más avanzadas del mundo, dejando a España en una posición por completo dependiente. La católica Bélgica fue, más tarde, el único país que se industrializó con tanta rapidez como Inglaterra. El obstáculo a un nuevo desarrollo en España no radicaba en la religión como tal, sino en la cultura española, en la cual estaba encajada la religión".

Como indica Payne, el decaimiento de la católica España no puede oponerse a un esplendor protestante general, pues ni todos los países protestantes ni todos los católicos experimentaron auge y declive respectivamente. Inglaterra y partes de la Alemania protestante se hicieron ricas y productivas en casi todos los terrenos, pero otras zonas alemanas permanecieron pobres, así como Escandinavia o Escocia, y Holanda decayó notablemente. En conjunto, el desfase entre países protestantes y católicos no fue demasiado grande; y, políticamente, la división religiosa de Alemania contribuyó a mantener a esta como un conglomerado de pequeños estados impotentes.

Se han dado muchas descripciones de los retrasos españoles, como el rutinarismo y retracción de la enseñanza superior y media –acentuada, pero no causada, en 1767 por la expulsión de los jesuitas–; del aumento de la vida marginal, de la prostitución, de la baja calidad del clero –aunque la Inquisición tuvo poca actividad en el siglo XVIII–, de un tipo de caridad que fomentaba la vagancia, puesto por Calderón en labios de un labrador ante un pedigüeño en El gran teatro del mundo: "Decid: ¿no tenéis vergüenza / que un hombrazo como vos / pida? ¡Servid, noramala! / No os andéis hecho bribón. / Y si os falta que comer, / tomad aqueste azadón / con que lo podéis ganar... En otros países se buscaban remedios más prácticos, si bien a veces brutales. Hay mil indicios más de degradación social, como una obsesión enfermiza por el honor, cada vez más convertido en afán incluso delictivo de aparentar, la corrupción del poder, la ostentación parasitaria de los poderosos en contraste con la (relativa) vieja sobriedad, etc.

Al principio de este libro he expuesto la hipótesis de que entre los elementos que conforman las culturas, el religioso es el focal, en contra de la opinión corriente que atribuye ese carácter a la economía, o a versiones eclécticas que valoran por igual a economía, religión, arte, política, etc. Tal hipótesis considera al hombre condicionado por su peculiar posición en la naturaleza y la incertidumbre (excepto la muerte) introducida por el tiempo; el ser humano se halla "acuciado no solo por las necesidades, la enfermedad y mil desgracias, al igual que los animales, sino también por una inquietud espiritual acerca del sentido de su vida y de la vida y el mundo en general, de su origen y destino. La calma de esa inquietud nace de las explicaciones religiosas, básicamente imaginativas pero hemos de suponer que verídicas de algún modo, pues en otro caso habrían conducido a un fracaso esencial de las culturas humanas". Cierto que no es fácil concretar de qué modo preciso la religiosidad crea valores y moral, y condiciona la variada actividad de la gente.

Podría objetarse que el siglo XVIII, precisamente, marcará un progresivo alejamiento de la fe hacia la razón y la ciencia, una progresiva relegación del clero y secularización de la cultura y de la vida común. Sin embargo cabría contraargüir que la relevancia otorgada a la razón y la ciencia nace del cristianismo, y que ni una ni otra chocan o se apartan de la religión salvo cuando se convierten, a su vez, en fes sustitutorias. Sin entrar en más disquisiciones, me inclino a pensar que la eclosión de personajes brillantes durante la edad dorada española tiene mucho que ver con aquel espíritu religioso que produjo las disputas y especulaciones de la escuela de Salamanca, la poesía mística, la reforma de Trento o una vida universitaria inquieta; mientras que la decadencia reflejaría una religiosidad ritualista y formal, anquilosada y a la defensiva, cada vez más milagrera, "popular" hasta extremos grotescos, con acentuado contraste entre el estilo más rigurosamente cristiano y la superstición, la popularidad de la blasfemia y las conductas inmorales. No hubo, desde luego, un cambio radical entre las dos épocas, y los mismos fenómenos de religiosidad degradada se daban en el siglo XVI; solo que en menor proporción y contrarrestados por el impulso reformista eclesiástico, lo que fue dejando de ocurrir en el siglo XVII.

Surge la pregunta de a qué obedeció este constatable anquilosamiento religioso. No parece que se explique por la economía ni por la cantidad. Los clérigos abundaban a finales del siglo XVI, quizá el 1,2% de la población; pero a mediados del siglo XVIII pudo llegar al 1,5 (no el 3, o hasta el 10% como a veces se lee); y la economía empeoró durante el siglo XVII, cuando se aprecian esos factores de degradación, mientras que mejoró en el XVIII, sin que dichos factores desaparecieran. No encuentro una respuesta clara, pero el hecho parece indudable.

Debe matizarse, finalmente, que la decadencia no supuso una quiebra. La nación conservaba un imperio que por sí solo la convertía en gran potencia, aunque ya no de primera línea, y sería capaz de sacudirse en buena medida la presión satelizante francesa, de reconstruir una marina poderosa tiempo después del desastre de Vigo-Rande, de ampliar el imperio, explorar nuevas tierras, e infligir una humillante derrota a Gran Bretaña cuando esta creyó, prematuramente, que la América hispana estaba lista para caer en sus manos. Su infraestructura educativa, aunque en muy mal estado intelectual, seguía existiendo y nunca dejó de haber una élite instruida e inquieta, surgió algún pensador y divulgador como Feijoo o un genio como Goya. La Iglesia, pese a su semiparálisis intelectual, conservó su impulso evangelizador. La abolición de los fueros catalanes y valencianos liberó un impulso de iniciativa comercial y productiva que contrarrestó algo la abulia prevaleciente en otras regiones...

Pío Moa
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

sábado, 22 de agosto de 2009

La decadencia española (II) El contraste con Francia e Inglaterra

También entraban en decadencia Polonia, Suecia y Holanda, en vivo contraste con el auge francés e inglés. Francia hubo de superar a mediados del XVII una nueva guerra civil ("de la Fronda"), pero, restablecida la paz interna, se expandió en todas direcciones, contra España, Holanda y el Imperio. Luis XIV, el Rey Sol sostuvo tres guerras internacionales de envergadura contra numerosos enemigos, de las que salió bastante bien librado, aunque la última, la de Sucesión española, le llevó a la bancarrota financiera. Aun así, el país se repuso con rapidez y seguía en primera línea europea al morir Luis XIV, en 1715, dos años después del tratado de Utrecht. Dejaba un país engrandecido, comienzos de un imperio americano en la cuenca del Misisipi (Luisiana), enclaves en India y África, y relaciones políticas y comerciales con países tan alejados como Siam. La vida intelectual y literaria de Francia (Corneille, Racine, Molière, Boileau, Descartes, Pascal...) la hacían el centro de Europa, y del francés una lengua franca cortesana hasta en Rusia. Las reformas económicas de Colbert, dirigistas desde el estado, triplicaron los ingresos estatales sin arruinar al país, y serían imitadas en Europa. Luis XIV doblegó también a los Austrias y en alguna medida satelizó a España.

La hegemonía francesa venía, más que de su abundancia de hombres y recursos, de las reformas acumuladas desde Richelieu. Durante siglos, la historia de Francia había venido marcada por la pugna entre la autoridad real y la de los oligarcas, que disponían de ejércitos privados y estaban dispuestos a aliarse con países extranjeros contra el rey, como harían hasta la Guerra de la Fronda. La realeza había obtenido victorias hasta hacerse casi absoluta, para volver una y otra vez a la situación previa. Pero Luis XIV obtuvo una victoria definitiva: supeditó efectivamente a los nobles, los alejó de sus posesiones y creó una nobleza cortesana en parte sufragada por el estado, y por ello dependiente. La centralización se extendió al terreno religioso por dos vías: por una parte se eliminó el potencial foco hugonote de disensión, incluso de guerra civil, revocando el Edicto de Nantes. Ahora se prohibía cualquier manifestación pública de protestantismo, los hijos de los hugonotes debían bautizarse por el rito católico, sus clérigos debían hacerse católicos, etc. Era prácticamente una ley de persecución y expulsión, pese a que se les prohibía salir de Francia: unos 200.000 hugonotes huyeron, lo que causó pérdidas económicas, si bien no muy graves. Por otra parte, la autoridad del Papado en Francia fue reducida a casi nada, agravando el galicanismo, siempre presente en la política francesa, aun sin llegar a crear una Iglesia nacional a la anglicana.

Cabe comparar estas reformas con las de los Reyes Católicos, que cimentaron el auge español. Las de España acabaron con el carácter banderizo de los nobles, hicieron indiscutible la autoridad regia, y lograron, por medios no disímiles de los de Luis XIV, la unidad religiosa y una considerable identificación del poder eclesiástico con el político. De ahí la fortaleza del estado y la casi ausencia de contiendas civiles (las revueltas comuneras, de las germanías o la guerra de Cataluña –más bien un conflicto con Francia–, tuvieron poca monta al lado de la sufridas por los países del entorno). Las reformas españolas fueron menos extremistas que las francesas, la economía menos dirigista, la autoridad del Papado más respetada, y la monarquía no pasó de autoritaria, lejos del absolutismo de Luis XIV, que serviría de modelo a otros países.

El símbolo del poder francés fue el colosal palacio barroco de Versalles, fuera de París, adonde se trasladó la corte, y en el cual el monarca se rodeó de un minuciosísimo protocolo y de una pompa con cierto matiz oriental. El diferente espíritu y época del apogeo francés y el español se revela bastante bien en el contraste con otro edificio de funciones similares: El Escorial, construido por Felipe II. El propio Felipe orientó a sus arquitectos: quería una construcción sencilla, severa, noble sin arrogancia y majestuosa sin ostentación. Versalles, tres veces más grande que el ya impresionante Escorial, resulta a un tiempo noble y arrogante, majestuoso y enormemente ostentoso, con una decoración que apenas deja espacios vacíos. El Escorial fue concebido como palacio, basílica, biblioteca, centro de estudios, monasterio, pinacoteca y panteón, con la iglesia como centro. Versalles es propiamente palacio y corte, y a esta función se supeditan estrictamente las demás. Las torres de El Escorial, armoniosamente conjuntadas, crean una impresión de elevación, mientras que sus muros exteriores recuerdan una fortaleza. Nada más lejos de Versalles, cuya armonía se basa en las proporciones de un edificio sin torres, que refleja suntuosidad y poder, frente a la sobriedad del edificio hispano. No menos significativo es el contraste del paisaje entre los feraces y verdes llanos franceses y las estribaciones de la sierra de Madrid, sugestivas de un modo muy distinto. El Escorial nunca fue imitado, Versalles sí, en bastantes países europeos.

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También Inglaterra experimentó un auge extraordinario. Pasada la dictadura de Cromwell, el rey Carlos II –se convertiría al catolicismo en su lecho de muerte– procuró la tolerancia hacia los "papistas", pero el Parlamento impuso la oficialidad anglicana, la exclusividad de sus liturgias y el cese de los funcionarios no anglicanos. Hubo nuevas persecuciones contra los católicos y tomaron forma en el Parlamento las tendencias whig y tory, la primera más transigente con los no anglicanos y más intransigente con los católicos. En otro orden de cosas, la pugna con Holanda causó graves pérdidas a Inglaterra, pero mejoró cuando Luis XIV subsidió al gobierno inglés para que siguiera peleando, prometiéndole parte del imperio holandés.

Sucedió a Carlos, en 1685, Jacobo II, a quien, por ser católico, depuso el Parlamento tres años después, en la llamada Revolución Gloriosa. Fue sustituido por su hija María y su esposo Guillermo III de Nassau, estatúder holandés. La revolución concedió mayor tolerancia a otras confesiones protestantes, no así a la romana, y fue subrayada por el sangriento aplastamiento de resistencias en Irlanda, donde más tierras pasaron a manos de ingleses, y por hechos como la matanza de Glencoe, en Escocia. Guillermo III finó en 1702, sucediéndole la reina Ana, bajo la cual Inglaterra tuvo un triunfo de gran envergadura en 1707 al unirse con Escocia en un reino, el de Gran Bretaña, con un solo parlamento, aunque los dos países conservaran leyes, moneda y religión distintas (anglicana y presbiteriana). Londres consiguió su objetivo con una mezcla de promesas de ventajas comerciales, de amenazas de cortar el comercio, y de sobornos; pero la unión demostraría ser efectiva y crearía un poder británico fuerte. No obstante persistió en Escocia una resistencia llamada jacobita, por mantener la legitimidad de Jacobo II.

Sería con a la Guerra de Sucesión española como Gran Bretaña iba a alcanzar una clara supremacía sobre los mares y la plenitud de su primer imperio, centrado en las colonias de América y con aspiraciones sobre las posesiones españolas.

Aspecto decisivo de este período fue una evolución constitucional opuesta al absolutismo y al dirigismo estatal francés, manifiesta en la Declaración de Derechos del Parlamento, impuesta a Guillermo III y a María, por la cual la monarquía quedaba limitada con nitidez: sin aprobación del Parlamento, el rey no podía promulgar leyes, impuestos, obtener su propio dinero personal o reclutar tropas en tiempos de paz; no podía presionar las elecciones ni rechazar las decisiones parlamentarias, y el Parlamento debía ser convocado con frecuencia. En conjunto, Inglaterra se acercó más que el resto de Europa a lo que hoy llamamos democracia, aunque permaneció como una sociedad aristocrática, cuyo trato a la gente común podía ser despiadado.

La tendencia se vería teorizada por el filósofo John Locke, a quien suele llamarse padre del liberalismo. Según él, la soberanía reside en el pueblo y se expresa en el Parlamento debiendo separarse los poderes legislativo y ejecutivo. El estado debe amparar el derecho del individuo a la vida, la propiedad, la libertad y la búsqueda de la felicidad, que expresan la ley natural instituida por Dios –concepción poco protestante–. El estado debe aplicar la ley con espíritu tolerante, teniendo en cuenta la diversidad de intereses y opiniones, aunque su tolerancia no abarcaba al catolicismo, para el que propugnaba un duro tratamiento. La vida social se cimenta en un contrato que permite al hombre salir del "estado de naturaleza", en el cual no existe protección de los derechos; y a ese estado se vuelve si el poder público incumple el contrato.

Hay similitudes y discrepancias entre estas teorías y las de la Escuela de Salamanca. Locke concreta un sistema práctico para conciliar el principio de la soberanía popular con la disparidad de intereses sociales y frenar la tendencia del poder a hacerse absoluto, repartiéndolo. Los pensadores españoles no habían encontrado un medio de evitar la tiranía, salvo matar al tirano, remedio en general poco práctico. Por su parte, el sistema de Locke no permite explicar la evolución histórica anterior, que quedaría como un dañino "estado de naturaleza", y debe recurrir al mito del contrato. Para los de Salamanca, no existe contrato ni estado de naturaleza, el hombre es por constitución sociable, vive necesariamente en sociedad, y las distintas formas de organización social y política son válidas siempre que no vulneren la ley natural y se conviertan en tiranía. En todo caso el pensamiento de Salamanca, tan prometedor, quedó paralizado en el primer cuarto del siglo XVII.

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Tiene interés asimismo la decadencia holandesa. El país vivió entre 1650 y 1672 como república no declarada, con intensa rivalidad entre la casa de Orange, a la que pertenecían los gobernadores o estatúderes, y los "regentes", potentados comerciantes. Esos años gobernó el país Johan de Witt, político y matemático distinguido. El choque comercial con Inglaterra, que aspiraba a desbancar a Holanda, motivaría tres guerras. El año 1672 , conocido como "el del desastre", el país sufrió derrotas ante Inglaterra y Francia juntas, y los Orange culparon a Witt, le organizaron una encerrona y un motín supuestamente popular, que linchó con la mayor crueldad a él y a su hermano Cornelis, en La Haya. Los cuerpos desnudos, mutilados y desventrados, quedaron expuestos públicamente, y durante más tiempo los corazones de ambos, a modo de trofeos. El crimen fue maquinado probablemente por Guillermo III, que sería rey de Inglaterra.

Witt había presidido un tiempo de esplendor. La riqueza de Holanda había atraído a gentes de la Europa más pobre, y el interés económico creó un clima de tolerancia; floreció el arte, en especial la pintura, con Rembrandt, Vermeer y muchos más, y la filosofía con Spinoza. Holanda había hecho cruciales innovaciones económicas como la Bolsa y la sociedad anónima (primacía disputada por Inglaterra), y Ámsterdam fue el mayor centro financiero de Europa. Su tecnología naval era la mejor, sus exploradores llegaron al norte de Canadá y al sur de Australia, y sus compañías comerciales, en cuyos ingresos entraba también la piratería, forjaron un imperio por África, América y el Índico, en gran parte a costa de Portugal. En él, los holandeses no se mezclaban con los nativos, a quienes trataban sobre la base del beneficio crematístico que reportaban.

Al subir Guillermo III al poder inglés, la hostilidad entre los dos países dio paso a una relativa alianza, que se vendría abajo en 1713, al cambiar los intereses británicos. Para entonces Holanda había perdido su poderío naval, la hegemonía esclavista, que heredó Gran Bretaña, y la primacía financiera, que pasó de Ámsterdam a Londres. En adelante hubo de limitarse a defender su independencia, amenazada por Francia, y su brillo cultural se fue apagando. Retuvo, no obstante, buena parte de su imperio.

Pío Moa
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