terça-feira, 25 de agosto de 2009

Los fanáticos y los manipuladores

Hace unas semanas, con motivo de un show de doña Leire Pajín y otros socialistas, explotando con toda desvergüenza el fusilamiento de las "trece rosas" en 1939, hice un comentario en Libertad Digital exponiendo al respecto algunos detalles importantes, de los que los progres, en general, no quieren ni oír hablar. Por ejemplo, que las trece mujeres (y 42 hombres de los que nadie se acuerda) fueron fusiladas en relación más o menos lejana con un atentado terrorista (pese a ello fue un crimen legal). Y, sobre todo, que ellas y ellos no murieron por la libertad sino, indiscutiblemente, por el totalitarismo staliniano, ya que estaban reorganizando las Juventudes del PCE, el sector más fanatizado de este partido, que se gloriaba de ser un partido agente de Stalin. El asunto lo he tratado con bastante atención en el libro Años de hierro.

¿Es que Pajín y compañía ignoran estas cosas? De ningún modo. Las conocen perfectamente, mucho mejor que la mayoría. Y es precisamente porque saben que la gran mayoría --inmersa en la televisión basura y similares-- ignora estos y tantísimos hechos más, por lo que ocultan la realidad e inventan una leyenda barata. Porque ellos no son fanáticos, sino manipuladores. Y lo que persiguen es difundir un fanatismo del que esperan sacar rentas electorales, ya que ese es precisamente su negocio: sus cargos, sus beneficios, sus prebendas, dependen de su habilidad en manipular la ignorancia. También dependen de ello sus bien conocidas corrupciones. Esta manipulación es ella misma una corrupción.

Reconocer que el fusilamiento de la mayoría de aquellas personas fue un crimen legal no puede servir de pretexto, en una democracia, para falsear la historia. Sí en un régimen totalitario. Al obrar como lo hacen, ya sabemos con qué y con quiénes se identifican nuestros socialistas. No en vano vuelven a llamarse "rojos" estos personajes.


"Otro mundo es posible", claman las izquierdas. Por supuesto, tienen razón: hay otros muchos mundos posibles fuera de la democracia, no hay más que echar una ojeada al planeta y a su historia. La cuestión es si son preferibles. Al voceras Chomsky, enamorado del totalitarismo, el embrutecido ignorante Chavez le parece ideal, después de todo ha sido un buen promotor de alguno de sus libros. Parece que está pensando en irse a vivir a Venezuela, aunque su talante de resistente heroico le inclina más bien a seguir en Usa, afrontando los más terribles sacrificios y amenazas en ese país insoportable.

Pío Moa


CHOMSKY I/II

Y ahora unas palabritas sobre "el gran Chomsky", el colegui del dictador Chávez:

"Una de las cuestiones más persistentes en el trabajo de Chomsky ha sido la lucha de clases. Ha azotado frecuentemente “el uso masivo de paraísos fiscales para trasladar la carga fiscal de los ricos al resto de la población”, y criticado la concentración de la riqueza en “fideicomisos” propiedad del uno por ciento más próspero. El código fiscal norteamericano está amañado con “complicados dispositivos para asegurarse de que los pobres –algo así como el 80% de la población– liquiden por los ricos”.
Pero los fideicomisos no deben ser tan malos. Después de todo, Chomsky, con un patrimonio neto por encima de los dos millones de dólares, decidió crear uno para sí mismo. Hace un par de años fue a una respetable empresa dirigida por respetables burgueses blancos y anglosajones, Palmer and Dodge, y con la ayuda de un abogado fiscal especializado en "planificación de impuestos sobre ingresos" puso en marcha un fideicomiso irrevocable para proteger sus activos del Tío Sam. Nombró a su abogado fiscal (¡todo radical socialista necesita uno!) y una hija como fideicomisarios. Al Fideicomiso Irrevocable Diane Chomsky (por el nombre de otra de sus hijas) ha asignado los derechos de autor de varios de sus libros, múltiples ediciones internacionales incluidas.

Chomsky está a favor del impuesto al patrimonio y la redistribución masiva de los ingresos, siempre y cuando no sea la redistribución de sus ingresos. No hay razón alguna para dejar que políticos radicales se entrometan en una sensata planificación del patrimonio.

Cuando pregunté a Chomsky sobre este fondo empezó a sonar de lo más burgués: "No voy a disculparme por apartar dinero para mis hijos y nietos", me escribió por correo electrónico. Chomsky no ofreció ninguna explicación de por qué condena a otros igualmente orgullosos de su disposición hacia sus propios hijos y que tratan de proteger sus activos del Tío Sam. Sin embargo, dijo que sus protecciones frente a los impuestos están bien porque él y su familia están "intentando ayudar a la gente que sufre".

Ciertamente, Chomsky es rico precisamente porque ha sido un capitalista enormemente exitoso. A pesar de la retórica contraria a los beneficios, al igual que cualquier capitalista corporativo se ha convertido a sí mismo en una marca comercial. Tal y como John Lloyd aseguró, escribiendo críticamente en la publicación de izquierdas New Statesman, Chomsky está entre aquellos "abiertos a convertirse en un bien de consumo; esto es, convertirse simplemente en uno de los múltiples productos del mercado capitalista de los medios, en una manera que los periodistas y escritores mal pagados y con exceso de trabajo empleados en partidos revolucionarios raramente consiguen".

Los negocios de Chomsky funcionan de la siguiente manera. Ofrece conferencias en los campus universitarios de todo el país a 12.000 dólares la pieza, a menudo docenas de ellas al año. ¿No puede escucharlo en directo? No hay problema: puede conectarse a internet y bajarse fragmentos de conferencias anteriores por una módica cantidad. Puede escuchar a Chomsky hablar durante un minuto sobre "derechos de propiedad": le costará 79 céntimos. También se puede comprar un CD con fragmentos de antiguas conferencias por 12,99 dólares.

Pero los libros son el pilar de Chomsky, que se ha convertido en un fenómeno en el mercado editorial internacional. La marca Chomsky significa ventas inmediatas. Como explica la publicista Dana O'Hare, de Pluto Press: "¡Todo lo que tenemos que hacer es poner el nombre de Chomsky a un libro y se vende inmediatamente!".

Poner su nombre en un libro no debe confundirse con escribir un libro, porque sus más recientes volúmenes son, principalmente, transcripciones de conferencias o entrevistas que ha realizado a lo largo de los años, puestas entre cubiertas y vendidas al público. Se le podría llamar "marketing multinivel para radicales". Chomsky lo ha admitido así: "Si se observa las cosas que he escrito –artículos para Z Magazine, o libros para South End Press, o lo que sea–, se basan principalmente en charlas y encuentros, y ese tipo de cosas. Pero soy una especie de parásito. Quiero decir que estoy viviendo del activismo de otros. Y soy feliz por hacerlo".

Los esfuerzos de marketing de Chomsky tras el 11 de Septiembre dan un nuevo significado al término "especulador de guerra". En los días siguientes a la tragedia subió su precio de 9.000 a 12.000 dólares, porque súbitamente era más demandado. También hizo caja produciendo otro libro instantáneo. Seven Stories Press, una pequeña editorial, unió varias entrevistas (realizadas por correo electrónico) que Chomsky concedió en las tres semanas siguientes al ataque contra las Torres Gemelas y llevó el libro a la imprenta. Sus polémicos puntos de vista estaban de moda, sobre todo más allá de nuestras fronteras. En diciembre de 2001 habían vendido los derechos al extranjero en más de diecinueve idiomas distintos. El libro llegó a la lista de bestsellers en Estados Unidos, Canadá, India, Italia, Japón y Nueva Zelanda. Es seguro asumir que ingresó cientos de miles de dólares sólo por este volumen.

Chomsky ha sido particularmente crítico, a lo largo de los años, con los derechos de propiedad privada, que considera simplemente una herramienta de los ricos que no da ningún beneficio a la gente normal. "Cuando los derechos de propiedad son garantizados al poder y al privilegio, se puede esperar que sean dañinos para la mayoría", escribió en un foro de discusión para el Washington Post. Los derechos de propiedad intelectual son igualmente despreciables. Según Chomsky, por ejemplo, las compañías farmacéuticas que han gastado millones de dólares en el desarrollo de las medicinas no deberían tener ningún derecho a patente. Los derechos de propiedad intelectual, argumenta, "tienen que ver con el proteccionismo".

El proteccionismo es malo, sobre todo cuando es cosa de otros. Pero cuando se refiere al trabajo publicado del propio Chomsky, entonces este abogado de la apertura de la propiedad intelectual se vuelve bastante egoísta. No es aconsejable descargar el sonido de una de sus conferencias sin pagarla, advierte su compañía de discos, Alternative Tentacles (¿tuvo Andrei Sajarov acuerdo alguno con una compañía de discos?). Y en lo que se refiere a sus artículos, es mejor quedarse con las manos en los bolsillos. Si se acude a la página oficial de Noam Chomsky, la advertencia es bien clara: "El material de este sitio está sujeto a derechos de autor propiedad de Noam Chomsky y/o Noam Chomsky y sus colaboradores. Ningún material de este sitio puede ser reimpreso o republicado en otros sitios web sin permiso escrito". No obstante, el sitio web ofrece la oportunidad de "sublicenciar" el material."

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

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