sexta-feira, 14 de agosto de 2009

¿A dónde va Irán?

Dos meses después de las elecciones en Irán cuyo masivo fraude dio la victoria a Mahmud Ahmadineyad, el panorama político en el país está lejos de aclararse. No sólo los manifestantes siguen atreviéndose a salir a la calle a pesar de la brutal represión, sino que las fracturas dentro del régimen se acentúan. Lo que si parece indiscutible es que, de momento, los vencedores de esta situación son los Guardianes de la Revolución quienes, en su celo islámico, están dispuestos a desbancar en el poder a los propios ayatolas. Aunque entre los Guardianes se da el fervor religioso y su cuerpo cuenta con escuelas de teología por las que pasan miles de jóvenes iraníes, entre sus líderes ninguno destaca por su devoción o por su calidad como clérigo. Al fin y al cabo no fueron creados por Jomeini, en 1979, para sembrar su ideología, sino para defenderla de los enemigos internos y externos.

Los Guardianes de la Revolución han ido creciendo en número y en relevancia desde su nacimiento. Y hoy no sólo gestionan buena parte de la riqueza iraní, sino que son los encargados de controlar las aguas del Golfo o, por citar otro caso significativo, desarrollar el programa nuclear así como el misilístico. Hay quien ve en este imparable ascenso de los Guardianes de la Revolución un giro en la república Islámica de Irán hacia rasgos menos religiosos y más militaristas. Pero la legitimidad de los Guardianes se basa en salvar el régimen teocrático sin el cual no tienen ningún sentido.

Ahora bien, lo que sí es evidente es que los Guardianes siempre han sido los más radicales, los más osados y los más predispuestos a asumir riesgos, encontrando en la confrontación con el mundo su mayor regocijo. Su mayor poder, por tanto, promete más tensión, no menos; más engaños, no menos; y, muy especialmente, una apuesta acelerada por el programa nuclear, no una apertura hacia la negociación del mismo.

Rafael L. Bardají

www.abc.es

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