sábado, 9 de janeiro de 2010

Europa, ja, ja, ja

Cuando la pepona socialista me adoraba, Leire Pajín anunció urbi et orbe el encuentro planetario entre los Presidentes Obama y Zapatero; desconocía que el Presidente del Consejo de Europa, según el Tratado de Lisboa, iba a ser el belga Herman van Rompuy, flamenco, aficionado a la poesía zen. Socavones de la política improvisada. Ahora los responsables del protocolo estudian si cuando vuelva el negro que tenía el alma blanca, a quien debe estrechar la mano en primer lugar, si a un devaluado Rodríguez Zapatero o al amante de las sutilezas niponas como corresponde.

Nuestro Rey de Reyes ha empezado tronante, amenazando con sanciones a los países europeos que no cumplan las normas económicas. La carcajada ha tenido que ser universal, cuando es España la que no cumple ni con el deber de ir a misa financiera.

No sólo el «Financial Times» y «The Economist» nos han dado un cero revolcón, nada raro en un periódico salmón como el primero que siempre nos ha sido hostil, sino también «Le Figaro», «Il Corriere della Sera» o el «Frankfurter Allgemeine Zeitung». La más importante opinión publicada en Europa considera de risa preocupante que el país de la cola presida los destinos europeos en este semestre.

Felipe González, en alguno de sus delirios democráticos, siempre diferenciaba entre la opinión pública y la opinión publicada. No le faltaba razón pero es que a José Luis Rodríguez Zapatero lo trucan con Mr. Bean y lo difunden por Internet; es ese actor cómico británico cuyas películas siempre nos ponen en los vuelos internacionales y que es el paradigma de lo absurdo y la subnormalidad autopretenciosa y satisfecha.

Estos seis meses con ZP pueden ser una risa...

O Morales o Montilla

Nada hay más fanático que un converso, tal como el charnego cordobés José Montilla, que aún está haciendo los últimos cursos para hablar en catalán acelerado y que siendo pretendidamente socialista intenta adelantar por la derecha a sus socios independentistas poniendo el intermitente a la izquierda. Su proclama a las doscientas fuerzas vivas de Cataluña no es más que un patético esfuerzo por ganar las próximas elecciones que se supone, según las encuestas, será para Convergencia i Unió (CiU).

Todo hay que decirlo: tales disparates vienen abonados por un Tribunal Constitucional que lleva tres años y medio rascándose rítmicamente la pelusa del ombligo.

En una mañana leí sesudamente el Estatuto de Cataluña y por la tarde lo respasé haciéndole dulces objeciones. Por supuesto que no soy jurista pero por farragoso que sea su texto, más amplio que la Constitución española, no sé que han hecho sus Señorías en 1.247 días, salvo esperar a que corra el viento y que Zapatero, autor del invento, se le ocurra la redoma del aprendiz de brujo.

Moratinos y el burdeos

Miguel Ángel Moratinos, acaso por estar casado con una francesa, siempre alaba como el mejor al vino de Burdeos, desdeñando a nuestros mejores vinos nacionales. Políticamente es líquido. Si José María Aznar le hubiera conseguido una Alta Comisión de las Naciones Unidas estaría en las filas del PP, pero Aznar, en sus entrevistas con Kofi Annan, se olvidó. Intentó arreglar el desaguisado Chencho Arias meando en el mingitorio del Santiago Bernabeu, salpicando al Secretario General de las Naciones Unidas, pero ya fue tarde para las ambiciones de Moratinos, que cree tener el santo y la limosna para resolver el conflicto de Oriente Medio.

Dice el barbián que España jamás paga rescates. Será a los de Greenpace, porque desde nuestra transición política se han pagado rescates sustanciosos y los del atunero «Alakrana» a ver cómo lo cuentan, a ver cómo lo resolvieron con una de las agencias británicas especialistas en secuestros o a ver qué exenciones fiscales le dieron al armador para que pagara de su peculio sin hacer ningún ruido. Moratinos tiene la cara que tiene, es decir, enorme.

El personaje de la semana

El Rey

Don Juan Carlos recibió a la elite de las Fuerzas Armadas en la última Pascua Militar. Tuvo que esperar diez minutos a que el Presidente del Gobierno llegara al acto, probablemente habiendo perdido el norte entre Eurasia y América. Ya le pasó al Mariscal Von Manstein, que telegrafió a Adolf Hitler: «Estoy más cerca de Mongolia que de Berlín». Por lo general ZP siempre está más cerca de Ulan Bator que de su sitio. Extraño culo inquieto a quien no le gusta viajar. El Rey tiene dos discursos donde los que gobiernan meten poca mano y el principal de ellos es el de la Pascua Militar. El Rey ha reconocido que estamos en guerra contra el terrorismo, y que en Afganistán estamos en un frente. Se le reconoce la claridad de sus palabras.

Martín Prieto

www.larazon.es

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