«El Gobierno no negocia con terroristas ni paga rescates» Miguel Ángel Moratinos, Ministro de Asuntos Exteriores español, dixit. Primera mentira: que no negocian con terroristas. ¿Qué hubo entonces con ETA? ¿O no son terroristas? Son capaces de decirlo. Segunda mentira: que no pagan rescates. ¿quién pagó entonces el del Alakrana? ¿Quién se dispone a pagar el de los cooperantes apresados en Mauritania? ¿No dicen que han movilizado todos los recursos para liberarles? ¿O también eso es mentira? Tampoco nos extrañaría. Aunque Moratinos dejó la traca para el final: «Este Ministerio ha demostrado que tiene instrumentos, capacidad e influencia que ofrecen resultados».
Lo que ha demostrado ese Ministerio es que no tiene instrumentos, ni capacidad ni influencia para resolver los problemas que se plantean a España y a los españoles en tierra, mar y aire, en África, Asia, Europa, América y no digo Oceanía porque, afortunadamente, no se nos plantean allí, pues de planteársenos, los perderíamos. Resolver los problemas no es pagar el rescate a los piratas, ni aceptar los expulsados de otros países, ni firmar las declaraciones que nos exigen otros gobiernos, ni permitir que detengan a nuestros barcos, ni disculparnos porque nuestras patrulleras persiguen a contrabandistas, como ha hecho nuestro Gobierno en los casos de los piratas somalíes, del petrolero en Guinea Bissau, de la señora Haidar y de Gibraltar. Por no hablar ya de los infinitos desplantes que se han hecho a nuestro ciudadanos y empresas en países «hermanos», como Argentina, Bolivia o Venezuela, donde el Gobierno español lo único que sabe es ofrecer un pañuelo a los damnificados para que se sequen las lágrimas.
La única realidad es que el peso de España en la escena internacional no ha hecho más que disminuir desde que Moratinos se hizo cargo de su política exterior. Sus colegas europeos desconfían de él por considerarle antiisraelí y procastrista. Mientras en Gaza, la Habana y Caracas, le desdeñan por considerar que la política exterior española está sometida, hoy más que nunca, a la de Washington. Por si ello fuera poco, acaba de sufrir dos señaladas derrotas. En Honduras, su apoyo incondicional al ex presidente Zelaya nos deja sin representante en aquel país y con un nuevo presidente resentido con España. Mientras en Chile, la más que probable llegada al poder de un conservador que pone fin a la era post Pinochet, deja al Gobierno español, como vulgarmente se dice, colgado de la brocha.
En resumen, que la España democrática alcanza con Moratinos su nivel más vulnerable y menos influyente en la arena internacional, situación por cierto que coincide con la de su escena interior.
Y no les digo nada cuando conozcan de cerca a Zapatero en Bruselas.
José María Carrascal
www.abc.es
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