segunda-feira, 2 de agosto de 2010

El pulpo y Ahmadineyad

El líder iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha arremetido contra el pulpo Paul , al que acusa de «extender la propaganda internacional y la superstición». Quienes crean «en esas cosas», arengó, no pueden ser líderes de «grandes naciones, como Irán, que aspiren a la perfección humana». Una andanada que, a su vez, ha movido a varios medios de Prensa a buscar la reacción del pulpo. Sus razones frente a los ataques del integrista iraní. Nosotros no hemos querido ser menos. Y, por lo que pudieran iluminar en el turbio escenario internacional, reproducimos los argumentos del cefalópodo:

1. Este sujeto está colgado. Y lo que es peor, como todo dictador, su sentido del humor es nulo. De hecho, cuando un sistema político pierde el gusto por la ironía autocrítica y la vertiente cómica —a veces ridícula— de la vida es que se desliza peligrosamente hacia el autoritarismo. Todas las dictaduras son solemnes y mortalmente aburridas. Y si la democracia comienza a perder su sentido del humor, es señal de que algo va muy mal en el sistema.

2. Este personaje anda a la búsqueda desesperada de un enemigo. Tiene nostalgia de George W. Bush. Añora los tiempos en los que se percibía en el eje del mal. Un líder en apuros necesita un enemigo sin fisuras que le permita cerrar filas en su sociedad, militarizarla, convencerla de que se encuentra al borde de la guerra y evitar que preste atención a los problemas reales del día a día. Obama no debe de parecerle un enemigo lo bastante rotundo y modélico. Y la ha emprendido con este pobre pulpo.

3. Este hombre carece de sentido de la objetividad. La predicción de que España ganaría el Mundial fue la mera constatación de lo inevitable. Este Ahmadineyad carece de sentido de la historia. Se niega a ver la realidad. Y no hay que ser adivino para certificarlo.

Alberto Sotillo

www.abc.es

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