La Electricidad de Caracas, fundada por Ricardo Zuloaga en 1895 para ofrecer servicio eléctrico a los 72.000 habitantes que por entonces tenía la capital venezolana, fue durante más de un siglo una empresa eficiente, confiable, seria y respetada tanto por sus trabajadores como por su numerosa clientela. Aunque nunca trabajé en ella, la llegué conocer bien, porque varios de sus directivos fueron socios míos en el diario La Verdad. |
Para 1985, cuando mi amigo Francisco el Curro Aguerrevere fue nombrado presidente de La Electricidad, esa empresa daba servicio a alrededor de un millón de personas y tenía más de 11.000 accionistas. Era la empresa privada más grande de Venezuela, ampliamente respetada por su seriedad, eficiencia, buen servicio y solidez. Asimismo, encabezaba la Bolsa de Valores de Caracas por la confianza que inspiraban sus ejecutivos y directores, lo cual se reflejaba en el valor de sus acciones y la regularidad con que pagaba dividendos.
En el nuevo siglo, La Electricidad se convirtió en una de las primeras víctimas del socialismo del siglo XXI, el cual causó una creciente desconfianza entre los inversionistas. Así las cosas, el precio de sus acciones se desplomó y una compañía relativamente pequeña de Texas, AES, pudo comprar –a precio de gallina flaca– el 86% del total de las mismas.
En febrero de 2007, Chávez anunció su decisión de que el gobierno monopolizara toda la producción y distribución de electricidad en el país, y así, una de las más antiguas, confiables y exitosas empresas privadas venezolanas pasó a ser otra subsidiaria de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
La producción petrolera de Pdvsa ha seguido cayendo en picada desde que en el año 2002 sus trabajadores se declararan en huelga y 18.000 de sus gerentes y técnicos más capacitados fueran despedidos y luego reemplazados por chavistas dedicados a cobrar sus sueldos y a trabajar lo menos posible. La ineficiencia de todo lo hoy relacionado con Pdvsa en parte explica por qué los venezolanos sufren hoy en día frecuentes apagones. El racionamiento eléctrico que afecta su bienestar, a la vez reduce drásticamente la productividad de las industrias y los comercios.
El llamado Plan Especial de Racionamiento Eléctrico afecta a todo el país e incluye "suspensiones del servicio por un máximo de cuatro horas" diarias. A los chavistas no parece importarles mucho el hambre que sufrirán sus compatriotas cuando se pudra parte de los alimentos refrigerados, tanto en los hogares como en los restaurantes, mercados y centros de procesamiento.
La gran interrogante es: ¿reaccionará la mayoría de la población de Venezuela contra las barbaridades de Chávez antes de que éste termine de imponer el tipo de estado policial que ha mantenido la dictadura castrista en la isla prisión llamada Cuba, ese país que en los 50 competía con Venezuela en atraer inmigrantes de todas partes del mundo, en prosperidad y en crecimiento económico?
© AIPE
CARLOS BALL, director de la agencia AIPE.
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