Moncloa y su prensa amiga andan últimamente algo alteradas por lo paletamente, dicen, que en España ensalzamos y encumbramos todo aquello que la prensa internacional dice de nosotros. En este caso, los artículos demoledores sobre la gestión de Zapatero que se han sucedido en una buena parte de los medios más influyentes. Y no voy a ser yo la que contradiga lo de la simplicidad en la veneración de todo aquello que se escriba en inglés y desde ciudades con glamour como Londres o Nueva York.
Incluso reconociendo algunos editoriales especialmente inteligentes y agudos como el «Legislating Prosperity» del The Wall Street Journal de hace unos días, lo cierto es que la prensa extranjera sabe menos, por motivos obvios, que la prensa que trabaja sobre el terreno que es la prensa nacional. Y tampoco es tal su supuesta mayor objetividad puesto que está ideológicamente tan determinada como la nuestra.
Pero tiene gracia que quien ahora diga esto, la izquierda española, sea la misma que en 2004 basó todo su discurso de la «mentira masiva» del PP sobre el 11-M en los contenidos de la prensa extranjera. Que, al parecer, poseía entonces una verdad superior que desconocíamos en España y que legitimaba la agitación promovida por el PSOE en la calle en las horas previas a las elecciones.
Ni entonces ni ahora tiene la prensa extranjera capacidad para contarnos lo que no sepamos. Sobre la crisis económica, en este caso. Pero la prensa extranjera sí es un excelente termómetro para evaluar el estado de nuestra imagen internacional. Y la recurrencia de artículos sumamente críticos con la situación de España es relevante en un sentido. En lo que tiene de indicador de la caída en picado de la marca España, con sus inevitables consecuencias en las decisiones de las élites internacionales en todo aquello que atañe a nuestro país.
Edurne Uriarte - Catedrática de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco
www.abc.es
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