No sé si las oraciones de Zapatero en Washington ayudarán a impedir que siga decayendo la estrella de Obama. pero éste, de momento, se ha apuntado un tanto por la rapidez con que ha enviado a los marines a Haití. Es verdad que, aunque fuera sólo por cercanía, a quien correspondía la primera reacción ante la catástrofe era a los norteamericanos. Y no creo que hayan defraudado a nadie, más allá de los disparates de Hugo Chávez o de las injustas críticas del ministro francés de Cooperación, desautorizado después por Sarkozy.
Frente a esa respuesta veloz llama la atención, una vez más, la incapacidad de la Unión Europea para tomar decisiones rápidas ante las crisis mundiales. Se ponga como se ponga Leire Pajín, Zapatero no lidera ninguna recuperación de Haití, ni la glamurosa presencia de De la Vega hace pensar en una eficaz actuación de la Unión Europea.
Algunos países europeos, entre ellos España, han dado muestras de su solidaridad, pero, como Unión Europea, seguimos siendo un desastre. Hablamos de acercamiento al ciudadano, pero creamos institución tras institución y la toma de decisiones se complica y retrasa porque no hay quien ponga de acuerdo a Veintisiete países, más preocupados por su imagen propia que por la de la Unión.
A Lady Ashton le han reprochado en el Parlamento Europeo que no haya viajado a Haití, perdiendo la primera gran ocasión de dar visibilidad a su cargo de ministra europea de Exteriores. Eso no es lo peor, porque lo que más quieran ahora los haitianos no son visitas de ese tipo. Lo peor es que la UE ha vuelto a dar muestras de lentitud y descoordinación. Como siempre, aportamos el dinero y poco más. No está mal, pero deberíamos pasar a otro nivel de compromisos. Tal vez sea un buen momento para resucitar la vieja idea -por cierto, francesa- de crear una fuerza europea de protección civil, capaz de actuar de manera urgente.
Luis Ayllón
www.abc.es
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