Dicen que todo el mundo tiene su minuto de gloria y a Llamazares le ha llegado al fin. Un tipo que debería andar escondiéndose por las esquinas y pidiendo perdón por haber convertido una formación seria y decisiva como Izquierda Unida en Izquierda Hundida camina ahora sacando pecho. Un tipo cuya valía quedó probada tras tomar una fuerza política con 14 escaños y dejarla con uno solo va por ahí tirándose el pegote de ser un perseguido por el imperialismo, una suerte de nuevo Ché porque el FBI- a todo hay quien gane y a tonto, también- ha tenido la ocurrencia de usar su pelo para desarrollar un retrato actualizado del mismísimo Bin Laden. Gaspar no se lo cree, está «sembrao», chupando más cámaras, televisiones, portadas y entrevistas que en toda su vida. A buenas horas mangas verdes. No faltan sesudos tertulianos, «border line» todos ellos, que van diciendo gilipolleces como que ahora a Llamazares le pueden pegar un tiro en cualquier aeropuerto. La estulticia no conoce límites. Él, entusiasmado, denunciando al imperialismo, sintiéndose perseguido y superando por unos minutos, su insignifiancia. Criaturica. Ahora que Izquierda Unida comienza a remontar el vuelo, lo peor que le podía pasar es que este tipo retomara protagonismo y volviera a hacerse con el poder. Porque seguir sigue, irse no se ha ido y que yo sepa, no ha pedido perdón por hundir en la miseria a un partido en el que me consta hay mucha gente seria y honrada, que en los tiempos que corren al menos, creen en algo. Lo dicho, le ha tocado la loto.
Jerónimo Tristante
www.larazon.es
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