terça-feira, 2 de junho de 2009

Ofensiva iraní en Latinoamérica

Mahmud Ahmadineyad y Hugo Chávez.
Irán realiza grandes esfuerzos para establecer vanguardias en Latinoamérica y el Caribe. La importancia que la teocracia islámica atribuye a esta tarea se aprecia en los recursos financieros que le asigna: por ejemplo, 2.000 millones de dólares, junto con Venezuela, para financiar "proyectos sociales" en la región; 1.100 millones para ayudar a Bolivia a desarrollar su sector de hidrocarburos, 1.000 millones a Nicaragua para infraestructura hidroeléctrica y portuaria.

El interés de Teherán por Latinoamérica se refleja también en los tres viajes del presidente Ahmadineyad a países del área en años recientes, siempre con Venezuela como punta de lanza. También han visitado la región el canciller y otros altos funcionarios iraníes, incluidos miembros de los cuerpos de seguridad e inteligencia.

La pregunta lógica e inquietante es: ¿qué justifica semejante despliegue en una región geográficamente tan alejada de Irán? Es una pregunta que se hacen incluso en Teherán, donde algunos no ven sentido económico alguno en gastar sumas tan cuantiosas en naciones con las que el comercio es insignificante. Sería bueno que los países latinoamericanos empezasen a hacerse esa misma pregunta, antes de que sea demasiado tarde, dados los antecedentes y la conducta del régimen de los ayatolás.

Terrorismo

Una de las razones de esta avanzada ha sido la penetración en la tradicional esfera estadounidense. En este punto, Hugo Chávez ha ejercido de celestina. Las visitas de Ahmadinejad han sido a países donde el venezolano tiene gran influencia: Bolivia, Ecuador y Nicaragua; además de Venezuela y, por supuesto, Cuba. De la mano de Chávez, el régimen iraní ha logrado abrirse puertas, incluso ha logrado algunos apoyos diplomáticos en su carrera por hacerse con armas nucleares.

Los nexos con los ayatolás no forman parte de la usual práctica diplomática, y conllevan relaciones con grupos terroristas reconocidos. Esta dinámica es inherente a la ideología expansiva y violenta del jomeinismo, propia de la República Islámica. En este sentido, hay que recordar que Irán está considerado "el más activo patrocinador estatal del terrorismo", como reportaron recientemente la BBC y varios organismos oficiales occidentales. Como consecuencia de los lazos de Chávez con Irán, abrieron oficinas en Caracas las agrupaciones terroristas Hizbolá y Hamás, a las que Teherán respalda con fondos, logística y armas. Por su parte, en Bolivia misioneros chiitas construyen mezquitas y realizan tareas de proselitismo entre los indígenas.

Terroristas de Hezbolá.
Recientemente Los Angeles Times informó de que funcionarios occidentales temen que Hizbolá esté usando Venezuela como base para sus operaciones. Un oficial ligado a la lucha antiterrorista dijo a ese diario que la de Caracas con Teherán está convirtiéndose en una asociación "estratégica".

No hay que olvidar que Hizbolá ya perpetró dos atroces ataques terroristas en la región, ambos en Buenos Aires, Argentina: en 1992 colocó una bomba en la embajada de Israel, a resultas de los cual asesinó a 29 personas e hirió a 242; dos años después voló el edificio de la comunidad judía de la ciudad, causando 86 muertes y 300 heridos. Las investigaciones sobre estos atentados tomaron su tiempo, pero los resultados fueron muy claros. El reporte oficial, del 25 de octubre de 2006, confirmó la responsabilidad directa de Hizbolá e Irán en los dos.

Ahora cabe preguntarse: ¿qué tramará este fatídico consorcio ante la posibilidad de un conflicto armado de Irán con Estados Unidos o Israel? ¿Será ésta la razón de fondo de la presencia iraní en Latinoamérica?

Narcoterrorismo 

Fuentes policiales y el Departamento del Tesoro norteamericano han documentado ampliamente que terroristas de Hizbolá han encontrado aliados y recaudan fondos en la zona de la Triple Frontera (Brasil, Argentina y Paraguay), así como en la Isla Margarita (Venezuela). También han confirmado la vinculación de Hizbolá con el tráfico de drogas y el lavado de dólares en varios países de la región, como por otro lado quedó de manifiesto en agosto pasado con la desarticulación, en Colombia, de un grupo compuesto por operativos del grupo terrorista libanés y un cártel local de narcotraficantes. Valga la pena señalar que Hizbolá mantiene una lucrativa distribución de drogas en el Medio Oriente y que se abastece parcialmente en Afganistán. Por lo que hace al país de Chávez, hoy es, en palabras de un antiguo guerrillero colombiano, "el templo de la droga".

Es indudable que todo este trasfondo de terrorismo y narcotráfico incrementa significativamente el riesgo para la seguridad latinoamericana. No deja de resultar sorprendente, por ejemplo, que la embajada de Irán en Managua sea una de las más grandes de Nicaragua, algo que no se corresponde con la aparentemente exigua relación bilateral entre ambos países.

De las incontables acciones reprobables de Hugo Chávez, la apertura de las puertas del Hemisferio a Irán y a su corte terrorista es, sin duda, la más irresponsable y grave de todas.


© AIPE

JAIME DAREMBLUM, director del Centro de Estudios Latinoamericanos del Hudson Institute.

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