sexta-feira, 5 de junho de 2009

Permiso para Mozart

En uno de los apartados de su reciente y estupendo libro El Islam. Poder y conflicto, Violeta Yangüela, intelectual dominicana, cuenta la historia del fallido montaje de la obra de Mozart Idomeneo en la Ópera de Berlín.

En una escena de esa ópera se cortan las cabezas de Mahoma, Buda, Jesús y Neptuno. El Ministerio del Interior alemán recomendó a la directora del teatro la suspensión de las representaciones porque ya no se puede mostrar la cabeza de Mahoma, después del célebre affaire de las caricaturas danesas.

Ángela Merkel condenó esa autocensura y afirmó que el teatro había entregado su libertad artística y se había rendido a los miedos del terrorismo. A consecuencia de lo cual el excesivamente prudente ministro del Interior se reunió con representantes del Consejo Central Islámico y acordaron volver a presentar la ópera. No obstante, el secretario general de la Unión Turca Islámica –sí, de ese país que pretende entrar en la Unión Europea– dijo que, pese a haber alcanzado un acuerdo respecto de Mozart, dudaba de que Alemania y su "población islámica" pudieran trabajar juntos para resolver sus "diferencias básicas". Como si la población islámica de Alemania no tuviera nada que ver con el país: y es que no lo tiene. Alemania es un territorio a conquistar.

Ésa es una de las diferencias de concepción del mundo que, con una coherencia envidiable, expone Violeta Yangüela en su libro: el Islam está lanzado a la conquista de todo el territorio no islámico del planeta. ¿Y Occidente? A la defensiva, en el mejor y más raro de los casos. Entregado, la mayoría de las veces.

Mahoma.
Creo que la forma de presentar el material en este libro es sumamente eficaz. Pocas veces se hace, antes de entrar en el tema de las actuales barbaridades de los musulmanes, una historia de los orígenes, de Mahoma y de la veloz y, aparentemente, imparable expansión de esa fe por todo el Oriente Medio, Jerusalem, Bizancio, Persia, hasta llegar a España, en un proceso de menos de un siglo. Y sin embargo esos orígenes lo explican casi todo. Incluso que ningún cristiano y ningún budista –y qué decir de los paganos, que deben de ser escasos– sueñen con poner una bomba por las escenas de la ópera de Mozart que pudieran, como dicen los gazmoños de la televisión, "herir su sensibilidad".

Las fuentes de Yangüela son óptimas, desde Bernard Lewis hasta Oriana Fallaci, desde Ayaan Hirsi Ali hasta Samuel Huntington, pero el resultado de su tarea no es un texto erudito y farragoso, sino un buen resumen de divulgación –que no de vulgarización–. La segunda parte de la obra, presentada como "Anexos", recoge unos cuantos artículos, bien elegidos, que resumen la labor que, como periodista, desarrolla desde hace tiempo la autora (entre otros, "¿Permiso para Mozart?", del que he tomado el título para esta reseña).

¿Qué supone en este caso un buen resumen de divulgación? Que en menos de un centenar de páginas encuentre el lector no sólo la historia de Mahoma y la expansión del Islam, que ya he mencionado, sino que cuente con cuadros genealógicos que le expliquen dónde y cuándo nacen las disidencias entre los seguidores del Profeta, por qué se matan chiíes y sunníes, de dónde procede la dinastía Saúd, qué es el wahabismo y quién es Ben Laden. Y también cómo se diseñaron sobre el mapa los actuales Estados árabes y qué importancia tuvo el petróleo en ese trazado, así como en la creación de Israel.

No es fácil lanzarse hoy a escribir sobre estos asuntos. Casi se diría que está prohibido, o al menos muy mal visto, escoger el camino de la crítica del Islam, y más aún el de la defensa del derecho de Israel a existir. Ya no digo ni siquiera defenderse. Apenas a existir. Más difícil aún es hacerlo desde Hispanoamérica, donde la izquierda peronista es el pensamiento general dominante, mucho más allá de la hipocresía y la pusilanimidad europeas, donde Chávez hace antisemitismo abierto –y paga por él–, tanto como los secuaces de Kirchner. La República Dominicana, siendo un país considerablemente equilibrado, si se piensa en el casi infinito dominio de Trujillo, de los trujillistas y de Balaguer, no es menos peligroso. Requiere valor la cosa de escribir así allí. Y aprovecho para explicar a mis lectores algo que no parece demasiado claro: en Europa, las fatwas las dictan los doctores del Islam, que para eso están, ante la media sonrisa de los demás, empezando por la izquierda. En América Latina, las fatwas, que rara vez son expresas pero existen, las dictan las izquierdas.


VIOLETA YANGÜELA: EL ISLAM. PODER Y CONFLICTO. Búho (República Dominicana), 2009, 160 páginas.

Horacio Vázquez-Rial

http://libros.libertaddigital.com

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