Los antimilitaristas profesionales se han convertido en los grandes amigos del Ejército. Los que hacían favores a los terroristas, les persiguen hasta debajo de las piedras. Los que prometían a los nacionalistas darles lo que pidieran, no se hablan con ellos. Los republicanos de toda la vida, brindan por el Rey. Sólo les falta proclamarse católicos apostólicos romanos para pertenecer a la derechona española. Que todo se andará, si es necesario para ganar las próximas elecciones. Yo, que Rouco, me andaría con cuidado, no fuera a encontrarme cualquier día con la familia Rodríguez Zapatero en el Vaticano. Ropa negra ya tiene.
Lo peor de todo no es que sea una mentira. Los políticos mienten por naturaleza. Lo peor de todo es que la farsa no sirve para nada. Como esos saltimbanquis que dan dos volteretas para caer como estaban, las cabriolas que está haciendo el equipo Zapatero no sirven para resolver los problemas de España, bastantes creados por ellos. Tras cinco años engañando, ya no engañan a nadie. «No piensa en la sucesión», dice Leire Pajín. Cuando un portavoz oficial dice algo, lo cierto suele ser lo contrario. Zapatero no piensa en la sucesión. Tiene pesadillas con ella y volver a la nada de donde vino. De ahí su agitado moverse de un sitio a otro, su chorreo de vaciedades, su patético abrir de brazos.
2009, que iba a ser su año triunfal, se ha convertido en su annus horribilis. Todo le ha salido mal. Perdió Galicia, perdió las elecciones europeas, perdió la pinza anti-PP en el País Vasco. La crisis económica devora sus planes antes de que surtan efecto, el déficit se dispara y el paro no cesa. Piratas y secuestradores no le dan tregua. El estatuto catalán le ha salido un petardo, que puede estallar en cualquier momento, y hasta los de la ceja le miran cejijuntos. En un año, ha pasado de sitiador a sitiado, de dueño del cotarro a chantajeado incluso por los nacionalistas canarios, de poner en la calle a los ministros superfluos a que los ministros vivales se le vayan, de dar patadas al PP a implorar su ayuda. A estas alturas, sólo le queda envolverse en la bandera y proclamarse el mayor patriota de España. Empieza ya a hacerlo, ¿no lo notan en sus parrafadas?
Aunque, ¿saben una cosa? Conociéndole como ya le conocemos y visto que echar las culpas al PP ya no funciona, puede vaticinarse que terminará echándoselas al pueblo español, que no ha sabido entender sus planes para resolver los problemas culturales, territoriales y económicos que tiene este país desde tiempo inmemorial. O sea, que los antiespañoles somos nosotros. Cuando un inútil es incapaz de reconocer sus errores reacciona así.
En cualquier caso, ¡adiós 2009, y que no vuelvas! Lo de «próspero año nuevo» habrá que dejarlo para cuando ZP pertenezca a esa historia que deseaba borrar.
José María Carrascal
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