El rumor se hizo noticia en Granada. Federico no está en la fosa de Alfacar. O «Manolillo El Comunista» se equivocó o Ian Gibson no entendió bien su cerrado acento chavico. O tal vez los restos estén a cuatrocientos metros, en El Caracolar. No sería una sorpresa aunque sí ha sorprendido que no haya aparecido ningún resto de nadie. Nada. Y por supuesto nadie sabe nada. Qué curioso. En Granada hay un Parque García Lorca, un Patronato García Lorca, una Casa Natal de García Lorca, un Premio de Poesía García Lorca y una Fundación García Lorca con una importante sede en construcción financiada por todas las administraciones. Sin embargo, al cabo de siete décadas, la investigación sobre una personalidad de la talla literaria y la relevancia histórica del poeta sólo ha podido conducirnos a un paraje con dos tapones de cerveza. Federico no se merecía esta broma macabra pero Granada y Andalucía han de saber también que su prestigio está en juego. No es admisible ningún circo más como éste ni tampoco lo es que cualquier barranco tome en vano el nombre del escritor.
Hay que saber la verdad –esqueleto único de la Historia– y hay que obligar a hablar a quienes pudieran conocerla en vez de tanto caparazón propagandístico e institucional en torno a la figura del dramaturgo del que, por cierto, viven no pocos. Peor que Lorca fuera asesinado por los disparos es que siga enterrado por el silencio, una vergüenza que todavía mancha a su tierra natal y además dice muy poco de su familia en caso de que esconda algo. Esto último no quiero ni imaginarlo como tampoco quiero creer a quienes piensan, por otra parte, que este primer acto fallido sólo ha buscado aumentar el mito y la expectación de cara al 2011 que no es una fecha cualquiera. Es el setenta y cinco aniversario del 18 de agosto, y del 18 de julio, para más seña año electoral previo a otras elecciones.
Santiago Talaya
www.larazon.es
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