quinta-feira, 24 de dezembro de 2009

Promesa cumplida

Navidad; es tiempo de cumplimiento de promesas. La certeza de que el destino humano tiene un sentido, que somos parte de una realidad abierta a la trascendencia, que la única pregunta importante -por qué estoy aquí, cuál es mi destino- tiene respuesta, una respuesta convertida en buena noticia, la mejor de las noticias. Los acontecimientos que el tiempo alumbró se convierten en signo permanente. Nació un Niño hace algo más de dos mil años. Lo acogieron unos padres, como se acoge al misterio que envuelve nuestra vida. Supo ese Niño cuál era su condición, mostrarnos que Dios es para todos. Desde entonces cada niño que nace es signo, se renueva nuestra condición de hombres libres.

Siguen y seguirán las voces que proponen el sinsentido, las del hombre solo, en un universo carente de propósito, un universo abarcable desde el conocimiento, pero inhóspito para quienes sienten y aspiran a que los límites de la existencia vayan más allá de lo que vemos físicamente. Voces de fuera, y también de dentro de cada uno de nosotros. La libertad; otro misterio que hay que saber emplear. Podemos elegir en qué poner el valor, en dónde radica lo verdadero, lo permanente, lo eterno. La promesa cumplida se hizo carne, el Niño que nació nos interpela desde su existencia real, como nos interpelan tantos hombres y mujeres que lo siguieron y lo reconocieron a lo largo de la historia. Muchos nos lo han dicho de las formas más hermosas, de palabra y con su vida. Descubrir el milagro de la vida del Niño de Belén es reconocer que la nuestra también es milagro, oportunidad permanente, siempre abierta a compartir esa vivencia con todos. En el cruce de propuestas que los hombres nos hacemos hay mucho de que prescindir y olvidar. Hoy es momento de escuchar, llegaron los tiempos de las promesas cumplidas. No es el final de nada, es el comienzo renovado, es el tiempo de la Navidad.

César Nombela

www.abc.es

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