Más que de las encuestas, cuya capacidad de equivocarse casi iguala a la de nuestro presidente, me fío de Pilar Bardem para calcular cuántos turrones se comerá éste en la Moncloa.
Mientras las encuestas parecen pensar más en quién las paga que sobre quién versan, las palabras de Pilar Bardem han sido tajantes como el rayo y rotundas como el trueno. «Yo no soy de la ceja, y al que lo diga lo mato». ¡Menuda forma de decir las cosas! Que doña Pilar no era socialista, sino comunista lo sabíamos. Pero que fuera tan antizapaterista como para estar dispuesta a matar para demostrarlo es toda una sorpresa. Hasta ahora, había dado la impresión de no molestarla que la incluyesen entre los juglares del presidente. Y, sobre todo, ¿qué necesidad tenía de decirlo en un acto tan inocente como la presentación de las memorias de unos actores, a los que quitó todo protagonismo, algo que no se hace nunca a un colega? Habiendo tenido, además, infinidad de ocasiones más propicias para proclamarlo, la última, la lectura que hizo del manifiesto anticapitalista al finalizar la reciente manifestación de los sindicatos. Lo que tampoco le impide, como presidenta de la AISGE, vivir de la forma más capitalista posible, esto es, de las rentas, cobrando derechos de autor por cualquier trabajo más o menos intelectual que hayan hecho. Claro que de estos comunistas nuestros, que van a Cuba sólo como turistas, viviendo, trabajando y cobrando en el capitalismo más grosero, ya no nos extraña nada.
Lo que no hacía falta era la segunda parte de la frase. Eso de matar a alguien por decir algo ya no se estila. Más, en un país como el nuestro, donde se ha llevado a la práctica demasiadas veces. Viene a ser, doña Pilar, como citar la soga en casa del ahorcado. Con que hubiese dicho que no era zapaterista, bastaba. Si, además, nos dice por qué no lo es, o ha dejado de serlo, nos haría a todos un gran favor, dada la confusión reinante. ¿Porque Zapatero no es bastante de izquierdas? ¿Porque, siendo de izquierdas, hace cosas de derechas? ¿O porque ha descubierto que no es izquierdas ni de derechas, sino, simplemente, zapaterista? Y, si quiere hacerse un favor a sí misma, díganos por qué ha decidido decírnoslo precisamente ahora, ya que, en otro caso, olería a oportunismo.
Pero, por favor, sin amenazar a nadie de muerte. A no ser que sea de la izquierda del paredón y los gulags para quienes digan algo que no encaja en el sistema. Cosa que no creo, pues usted ha hecho lo que hizo siempre: leer el guión. Que, además, esta vez es acertado. El club de la ceja anda de capa caída y dentro de poco quedarán en él tan sólo Bibiana Aido y Zapatero. Este último, por llevarlas encima. Aunque habiendo depilación indolora...
José María Carrascal
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