Ha pasado prácticamente inadvertido, pero el pasado 5 de diciembre Benedicto XVI profirió una de las críticas más contundentes hecha por papa alguno contra una escuela teológica determinada. En un encuentro con un grupo de obispos brasileños, el Santo Padre cargó duramente contra la Teología de la Liberación y su influjo en la Iglesia Católica. |
Luego de resaltar la atracción que sienten ciertos teólogos de la liberación por los conceptos marxistas, Benedicto XVI describió esas ideas como "engañosas". Ciertamente, se trata de un lenguaje muy duro para un papa. El sucesor de Pedro destacó el daño que la Teología de la Liberación causa al catolicismo de la siguiente manera: "Las consecuencias más o menos visibles de ese enfoque doctrinal, caracterizadas por la rebelión, la división, el disenso, la ofensa y la anarquía, todavía se dejan notar –dijo a los obispos brasileros–, y provocan un gran sufrimiento y una grave pérdida de energías vitales en vuestras diócesis".
Hoy en día, hasta los más decididos defensores de la Teología de la Liberación admiten su colapso, incluso en América Latina. Antes tenidos por referentes de vanguardia, los teólogos de la liberación son hoy un puñado de clérigos y laicos, por lo común entrados en años, con cada vez menos influjo en el seno de la Iglesia Católica. Aun así, el Papa consideró oportuno enfatizar el daño que habían hecho a la Iglesia.
No cabe duda de que la Teología de la Liberación resultó un desastre para la evangelización católica. Muchos sacerdotes predicaban la lucha de clases, pero a los pobres les interesaban muy poco el marxismo y sus mensajes de odio. Preferían saber sobre Jesucristo y el amor que sentía por la gente, con independencia de la posición económica de cada quien. Lamentablemente, en los años 70 y 80 muchos seminaristas católicos leían más El Capital de Marx que La Ciudad de Dios de San Agustín o la Summa de Santo Tomás de Aquino, razón por la que no sabían explicar los principios fundamentales del catolicismo a su congregación.
Como reportó recientemente The Economist, países como Brasil, en otros tiempos epicentro de la Teología de la Liberación, están emergiendo como actores de importancia en el terreno de la economía global y logrando, así, sacar de la extrema pobreza a millones de personas. Otra buena noticia es que la Iglesia Católica está recuperando terreno en América Latina y dando la espalda a las irrelevancias de herejes como el ex sacerdote Leonardo Boff.
El propio Boff y sus semejantes deben estar sufriendo lo suyo al ver que la Iglesia Católica convertirse en el más señalado opositor del populismo izquierdista de Hugo Chávez y de la rauda manera en que el socialismo ha destruido un país como Venezuela.
Como bien sabe el papa Benedicto XVI, las ideas, empezando por las que son tan destructivas e incoherentes como la Teología de la Liberación, tienen consecuencias. Por ello, la Iglesia Católica deberá, tarde o temprano, hacer frente a su maléfico legado.
© AIPE
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