sábado, 26 de dezembro de 2009

Las películas de la década 2000-2009

En esta década que acaba se habrán producido en el mundo cientos de miles de películas. Lo que en términos prácticos equivale al infinito. Nadie las puede ver todas. Ni siquiera Miguel Marías. El circuito de exhibición habitual hace una selección brutal, ya que las multisalas se ponen de acuerdo en reproducir un tipo de cine fácilmente masticable, con pocas excepciones.

Afortunadamente, gracias a las maravillas de la tecnología y del mercado se ha ampliado exponencialmente la posibilidad de ver películas más allá del modelo estándar y las industrias más potentes. Especialmente importante es la colaboración entre cinéfilos de todo el mundo, que ponen a disposición de sus pares cinéfagos películas para descargar y, elemento imprescindible, los subtítulos necesarios para poder apreciar las cintas en diferentes idiomas. Internet es una inmensa torre horizontal de Babel.

Precisamente el carácter globalizado del cine, la expansión de las fronteras del continente cinematográfico, es la característica más decisiva de aquél. El eje fundamental del mundo se está desplazando del Atlántico al Pacífico, tanto en lo económico como en lo cultural. De lo que se sigue que EEUU seguirá con la preeminencia cinematográfica pero Europa irá cediendo protagonismo a Asia como escenario del cine de autor.

Ahora viene la lista con las mejores películas de la década. El orden es tan convencional como poco arbitrario. De lo que se trata con las listas, como dice Umberto Eco, es de filtrar, domeñar, controlar el infinito. También de influir en las generaciones venideras. En este caso he seleccionado una película por año, y ni siquiera porque me parezca la mejor de la cosecha, sino porque creo que es la más significativa, la que alumbra con mayor precisión su entorno vital, no sólo artístico. Y es que, parafraseando a un evolucionista, la historia del cine consiste en la selección de las más aptas, no de las más fuertes...

– Año 2000: In the mood for love, de Wong Kar Wai.

Para empezar, la película más elegante, sofisticada, romántica y... asiática. Wong Kar Wai deslumbró con un tapiz de luz, flema hongkonesa y música envolvente como volutas de humo para un espectáculo erótico que sublimaba el principio del deseo, de lo que pudo haber sido y no fue.

– 2001: Inteligencia artificial, de Steven Spielberg.

Steven Spielberg.
Kubrick llevaba años dándole vueltas al cuento de Brian Aldiss Los superjuguetes no duran todo el verano. Finalmente, le pasó sus reflexiones a Steven Spielberg, al que veía más capacitado desde el punto de vista de los efectos especiales. El resultado es un curioso híbrido kubrick-spielbergiano, con esa belleza gélida característica del primero y el calor emocional propio del segundo. Finalmente, una recreación del Pinocho del Collodi y una reflexión sumarísima acerca de qué sea esa cosa llamada "ser humano".

– 2002: Gerry, de Gus van Sant.

Gus van Sant es el director americano de la década. Conceptualmente sólo comparable a David Lynch, transita del riesgo vanguardista más radical a películas de compromiso con el modelo convencional, en la mejor tradición del cine americano, con una tensión no contradictoria entre el arte y la industria. Gerry es la película que hubiese rodado Samuel Beckett en América.

– 2003: The Brown Bunny, de Vincent Gallo.

La peor película presentada jamás al Festival de Cannes. Eso fue lo que sentenció el crítico norteamericano Roger Ebert (el intercambio de insultos entre el crítico y el director fue antológico, una pequeña obra maestra del arte del vilipendio). ¿Sería por su estilo minimalista, por su austeridad trapense, o por la larga y explícita fellatio con la que termina? Pero si Chloe Sevigny no tuvo ningún problema en hacérsela al director, productor y actor principal (así, cualquiera), no seremos nosotros los que protestemos ante el enésimo final feliz del cine made in USA, después de una hora y media de desolada y estilizada puesta en escena a lomos de una moto amarilla devorando sal. Una indie porno y poética.

– 2004: El hijo, de los hermanos Dardenne.

Ni Lynch, ni Cronenberg, ni Jarmusch, ni Godard ni Moore (sic). Los amos del Festival de Cannes son una pareja extraña: hermanos, belgas, documentalistas, modestos. Tipos humildes que hacen un cine soberbio. Los Dardennehan atesorado con sus últimas tres películas un palmarés de escándalo: dos Palmas de Oro, una mención del jurado, premios de interpretación... Su estilo es inconfundible: cámara al hombro, pegada a los poros de sus protagonistas, nada de psicología barata, ni una concesión a la galería sociologista, problemas vitales acuciantes y, lo mejor, una manera física de presentar problemas abstractos, a los que dejan envueltos en una aura de misterio.

– 2005: Match Point, de Woody Allen.

Woody Allen.
La mejor película de Allen en lustros es tan buena que éste parece un Scorsese imitando a Fritz Lang con toques sociales a lo Agatha Christie. Sexo incandescente y asesinatos brutales al ritmo azaroso que marca un destino guasón. Una hermosa tragedia griega situada en un Londres postmoderno.

– 2006: Honor de caballería, de Albert Serra.

Llega un jamelgo libre y salvaje. Rocinante, don Quijote y Sancho Panza se hacen catalanes de la mano de Albert Serra, un objeto volador no identificado en el cutre y amuermado panorama cinematográfico español. Histrión y delicado, vanguardista reaccionario, Serra es capaz de hacer que algún día una película española gane el Festival de Cannes. Almodóvar no se lo perdonará jamás.

– 2007: The Trap, de Adam Curtis.

El género documental renació y alcanzó la Palma de Oro de Cannes. Paradójicamente, lo hizo con Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, el más torticero jamás hecho. Pero ahí están Requiem por Billy el Niño (2007), de Anne Feinsilber, Capturando a los Friedman (2003), de Andrew Jarecki, y, sobre todo, la trilogía de Adam Curtis para la BBC: El siglo del individualismo (2002), El poder de las pesadillas (2004) y La trampa. ¿Qué sucedió con nuestros sueños de libertad? (2007), una de las más potentes, y discutibles, reflexiones que el cinematógrafo ha sido capaz de parir en su siglo de existencia.

– 2008: The Wire, de Simon & Burns.

Esta década han destacado series que no sólo son populares, sino que han alcanzado el status indiscutible de obras de arte: Los Soprano, El ala oeste de la Casa Blanca, 24 o... The Wire. Empezó en 2003 y terminó en 2008. Su hueco, como el de las anteriores, no ha sido cubierto por ninguna.

– 2009: Up, de Docter y Peterson.

Otro gran fenómeno de la década: la emergencia del cine de animación como si fuera un ave fénix. El responsable es Pixar,y para finalizar el año y la década ofrecieron este chute de valores heroicos y sencillos, más cercanos a la entereza sentimental de John Ford que a la deriva de Walt Disney. Y además en 3D, la tecnología que ha explotado por fin... pero será en la próxima década cuando halle su clímax. Todo ello con el permiso de la potente animación asiática.

* Otras películas que tener en cuenta; agrupadas, esta vez, al geográfico modo:

– Estados Unidos: Mulholland Drive (2002), de David Lynch; Death Proof (2007), de Quentin Tarantino; El incidente (2008), de Night Shyamalan.

– Europa: Juventude em marcha (2006), de Pedro Costa; Déjame entrar (2008), de Tomas Alfredson; Vals con Bashir (2007), de Ari Folman.

– Asia: Night and day (2008), de Hong SangSoo; Secret Sunshine (2007), de Lee Chang-dong; Unknown Pleasures (2002), de Jia Zhang-ke.

– América del Sur: La niña santa (2004), de Lucrecia Martel; Tropa de élite (2007), de José Padilha; Nueve reinas (2000), de Fabián Bielinsky.

Santiago Navajas

Pinche aquí para acceder al blog de SANTIAGO NAVAJAS.

http://www.libertaddigital.com

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