segunda-feira, 7 de dezembro de 2009

Historia de Israel - Los Acuerdos de Camp David

Sadat, Carter y Begin.
Los Acuerdos de Camp David, que cumplen en 2009 treinta años, fueron el primer tratado de paz entre Israel y un país árabe. Y no era un país árabe cualquiera sino Egipto, por entonces el líder de ese mundo.

Por la parte egipcia, el artífice fue el sucesor de Nasser en la Presidencia del país, Anuar Sadat, que detentó el poder entre 1970 y 1981, cuando fue asesinado por un grupo fundamentalista islámico, en buena medida por haber firmado la paz con los israelíes.

Es interesante observar que el background de Sadat no apuntaba a que fuera, precisamente, el hombre de la paz con Israel, pero así fue. Había sido un nacionalista con fuertes tendencias islamistas: de hecho, por un breve período de tiempo fue miembro de la Hermandad Musulmana. También militó en un grupo profascista denominado Misr al Fatah, y en plena guerra mundial, entre 1941 y 1942, formó parte de una unidad progermana: de hecho, cuando se rumoreó que Hitler había sobrevivido y se encontraba refugiado en algún lugar del Medio Oriente, escribió una carta pública en la que lo alababa. Luego de ser expulsado del ejército, se sumó a los Oficiales Libres, liderados por Nasser, que en 1952 tomaron el poder por medio de un golpe de estado.

Luego de la muerte de Nasser, en septiembre de 1970, Sadat fue designado nuevo presidente de Egipto.

Tampoco el artífice israelí parecía destinado al acuerdo. Menahem Begin, líder de la derecha nacionalista, venía de militar en los grupos guerrilleros judíos de la época anterior a la conformación del moderno Estado de Israel. Luego de varios intentos fallidos, en 1977 logra acceder al Gobierno, y al poco tiempo cursa una invitación a su homólogo egipcio para que visite Jerusalén y contribuya a la construcción de una nueva fase en las relaciones entre ambos países.

Sadat.
Sadat responde positivamente y acude a la capital del Estado judío. En la Knesset (Parlamento), hace un llamado emotivo: no más sangre, no más guerras, que prepara el camino a los célebres acuerdos del año siguiente.

El encuentro de Camp David fue auspiciado por el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, y se prolongó por espacio de 13 días. Dieciséis meses más tarde, ya en 1979, se firmó el acuerdo formal.

En 1978, Menahem Begin y Anuar Sadat vieron premiados sus esfuerzos con el Premio Nobel de la Paz.

El texto acordado incluía una mención, si bien no explícita, a la OLP, pero sí a la situación de Gaza, Judea y Samaria. Y es que Egipto no quería que se entendiera que sacrificaba la causa palestina en aras de la paz, su paz, con Israel. A pesar de todo, el mundo árabe repudió abiertamente el acuerdo; las excepciones fueron Sudán, Somalia y Marruecos. De hecho, los repudiadores rompieron los lazos económicos y diplomáticos que les unían con El Cairo, y Egipto fue expulsado de la Liga Árabe, cuya sede fue trasladada de El Cairo a Túnez.

El 6 de octubre de 1981, en un desfile militar que se estaba celebrando en el Cairo en conmemoración de la Guerra de Yom Kippur, Sadat fue asesinado por un grupo islamista encabezado por Jalid Islambuli. Este sujeto fue detenido, juzgado y, en abril del año siguiente, ejecutado. El Gobierno iraní creó un mural y una calle en memoria del criminal; calle y mural que siguen en su sitio, lo que representa un importante punto de fricción entre El Cairo y Teherán.

El sucesor de Sadat, Hosni Mubarak –que resultó herido en el magnicidio–, mantiene hasta hoy la paz con el Estado judío. Pero no es una paz cálida, afectuosa, sino, más bien, fría, signada en todo caso por la ausencia de conflicto bélico entre Egipto e Israel. En el país árabe existe un fuerte movimiento contrario a la normalización de las relaciones con Israel, movimiento que, paradójicamente, ampara el propio Gobierno Mubarak.



Julián Schvindlerman

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