domingo, 13 de dezembro de 2009

La biografía de un mar

El mar Mediterráneo es un mar especial. En parte, porque se comporta como un gigantesco lago confinado entre continentes ("entre tierras," como indica su nombre). En parte, porque a su alrededor han florecido algunas de las civilizaciones más influyentes en la historia de nuestra especie.

En parte, porque sus costas reverdecen con el que pasa por ser el mayor catálogo de biodiversidad del planeta. Su situación entre grandes macizos y cordilleras favorece la evolución de endemismos y su privilegiado comportamiento durante la última glaciación le permitió convertirse en una reserva biológica.

Es, por otro lado, uno de los mares más deteriorados del planeta, sometido a la constante presión urbanizadora de tres continentes que se bañan en él.

Por todo ello, el Mare Nostrum es objeto de deseo científico desde hace siglos. Y por ello se conoce bien su historia y su evolución. Aunque nunca se ha conocido tan bien como hasta ahora, cuando un equipo de investigadores españoles ha desvelado algunos de sus más añejos misterios en un trabajo que ha merecido su publicación en la prestigiosa revista Nature.

El trazo gordo de la biografía mediterránea era conocido. El pequeño mar se formó a partir del gigantesco océano de Tetis, una extensión de agua salada que inundaba el norte de África y prácticamente todo Europa hace 60 millones de años. Con el tiempo, la franja occidental de la cuenca se fue estrechando como consecuencia del acercamiento de la placa tectónica africana a la euroasiática. Sin embargo, se mantuvo siempre un aporte de agua a través de una boca gigantesca que ocupaba tierras inundadas de lo que hoy es Marruecos y el sur de la península Ibérica.

Hasta que esa puerta abierta al agua de occidente comenzó a cerrarse definitivamente. Donde antes había solo una vasta extensión marina afloraron dos cuencas diferenciadas. Hace 6 millones de años la más pequeña, la correspondiente al actual Mediterráneo empezó a desecarse. En poco tiempo toda su área quedo reducida a unos cuantos lagos minúsculos (a 2.000 metros por debajo del actual nivel del mar) aquejados de una terrible hipersalinidad como consecuencia de la evaporación. Hasta ellos, circulaban gigantescos cañones formados por la erosión del agua de ríos procedentes del continente en busca de un mar al que desembocar cada vez más pequeño y lejano.

El agua no llegó a desaparecer del todo así que los lagos interiores pudieron llegar a ser testigos de un fenómeno geológico único en la historia, que ahora el equipo de científicos liderado por Daniel García Castellanos Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera de Barcelona, dependiente del CSIC, ha convertido en noticia.

A lo largo de varios siglos, la presión del agua procedente del Atlántico erosionó la barrera entre la península Ibérica y África hasta que acabó por derrumbarla. De manera repentina, miles de millones de litros de agua fluyeron hacia el Mediterráneo con un caudal 1.000 veces mayor que el del Amazonas. Con tamaño grifo abierto, el mar Mediterráneo pudo adquirir su nivel de llenado actual en cuestión de dos años.

En tiempos geológicos, acostumbrados a contar los periodos por milenios, que un fenómeno de estas características ocurra en 24 meses es un verdadero exotismo. No es difícil imaginar el impacto biológico y ambiental que tuvo que suponer el llenado de todo un mar en sólo dos añadas. Todo eso ocurrió hace unos 5,3 millones de años, haciendo subir el nivel del mar a razón de 10 metros al día y generando una cicatriz de erosión en el lecho de 200 kilómetros de longitud. Es el estudio de esos restos erosionados lo que ha permitido a los expertos de hoy reconstruir el guión de uno de los sobresaltos geológicos más dramáticos de la historia de nuestro planeta. Un fenómeno que, a buen seguro, volverá a ocurrir dentro de unos cuantos millones de años.

Jorge Alcalde
http://findesemana.libertaddigital.com

Nenhum comentário:

 
Locations of visitors to this page