domingo, 6 de dezembro de 2009

Un gobierno crucificado

El Gobierno y su presidente no han calibrado la importancia del fenómeno religioso. Además, el PP ha aprendido a no entrar «al trapo» en materias tan sensibles y, al final, lo que aflora es una profunda división en las filas socialistas. Se trata de una cuestión de pura lógica política: cuando se vive una desgracia, afloran los sentimientos religiosos más profundos del ser humano. En una etapa de recesión económica, de desarraigo familiar y paro generalizado, la religión, Dios en suma, es lo único que les queda a muchas personas para seguir sobreviviendo. Es probable que la situación no sea tan dramática pero quizás Zapatero, que aún es joven, debería preguntar sobre cuestiones como la retirada del crucifijo a sus ministros de más edad, Moratinos por ejemplo. Estoy seguro que le ayudarían a comprender la religión y a no dar pasos en falso.

En 1919 el diario francés «L´Humanité» publicó la carta que le dirigió a su hijo el gran socialista francés Jean Jaurés, pues el chico le había pedido ser eximido de la enseñanza de la religión. El buen padre le decía de forma convincente: «Convéncete de lo que te digo. Muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión; pero todo el mundo desea conocerla». Antes, Jaurés le preguntaba a su hijo: «En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelon, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon de materias religiosas, sino también a Corneille, Racine..., en una palabra a todos estos maestros que debieron al cristianismo su inspiración?»

Me cuesta entender qué es lo que pretende el Gobierno con la retirada de los símbolos cristianos. La modernidad no comienza con la Revolución francesa. Y mucho menos con Zapatero. Un poco de lectura no le vendría mal a nuestro presidente para no acabar crucificado.

Jorge Trías Sagnier
www.abc.es

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