quarta-feira, 16 de janeiro de 2008

La Mona Lisa era la Mona Lisa


De los grandes enigmas de la humanidad que pendían del retrato realizado por Leonardo da Vinci -a saber: quién es Mona Lisa y por qué sonríe-, la primera ha quedado por fin resuelta por el afán del director de la Biblioteca de la Universidad de Heidelberg. Contra lo que se ha dado en pensar, Mona Lisa es efectivamente Mona Lisa, y no Jesucristo, ni María, ni una novia del mariscal de Francia, ni un posible amante del artista ni aún el mismo artista autorretratado en mujer.

El misterio de la identidad de uno de los retratos más discutidos de todos los tiempos parece resuelto por el bibliotecario Veit Probst, quien ha adelantado la próxima publicación de sus conclusiones, tras hallar la primera referencia contemporánea a Leonardo en un codiciado manuscrito de la noble universidad palatina.

Se trata de un volumen de 1503 del funcionario Agostino Vespucci, quien da cuenta en una nota al margen del retrato que el pintor estaba realizando a Lisa Gherardini, la mujer de Francesco del Giocondo, un conocido comerciante de la ciudad de Florencia bajo los Medici. En la nota garabateada sobre unas cartas de Cicerón, Vespucci compara a su amigo Leonardo con el artista griego Apeles. La constatación por la citada referencia ha sido recibida con enorme interés en medios expertos, debido a que es la única hallada directamente en la época en que el retrato fue realizado.

La obra ha sido archidiscutida por los historiadores del arte, debido a los presuntos códigos y referencias veladas en rasgos y detalles del segundo plano de llamativo interés, así como las posibles influencias anteriores que incluye o que ha podido ejercer sobre pinturas posteriores.
Pero el arcano prolonga su oscuridad sobre por qué la obra nunca fue consignada a su destinatario y por qué Da Vinci se la llevó consigo a Francia, donde el pintor la vendió poco antes de su muerte. La emergencia de la obra en París había dado curso a la idea de que la mujer fuese una de las mantenidas por Charles d´Ambroise, que había sido gobernador de Milán, o aún que fuese una feminización del andrógino modelo de desnudos Gian Giacomo de Caprotti, que vivía con el pintor.

Pero ya el artista e historiador toscano Giorgio Vasari había dejado escrito en 1550, treinta años después de la muerte del pintor, que Leonardo había pintado en torno a 1500 un retrato de la tercera mujer de un florentino llamada Mona -por Madonna, mi señora- Lisa del Giocondo. Y ni siquiera sería Probst el primero en dar con el libro de Vespucci, pues un ex empleado de la biblioteca, Armin Schlechter, ya había dado con él y publicó su hallazgo hace dos años, como acaba de demostrar la universidad, aunque sin mayor eco. Pero aún, para los expertos, tanto Schlechter como Probst sólo han logrado en realidad hacer más probable la más probable de las teorías al respecto, y es que efectivamente se trataba de Mona Lisa.

Um comentário:

Anônimo disse...

La tecnología al servicio del arte efectiviza y da herramientas que enriquecen su discurso...volteado la ecuación, pierde el arte, la tecnología y el tiempo.

 
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