terça-feira, 8 de janeiro de 2008

Los entusiasmos de Zapatero

El entusiasmo de Rodriguez Zapatero a dos meses de las elecciones generales en España forma parte, sin duda, de sus estrategias políticas. Pero no es sólo eso. Forma parte también del guión de quién ciertamente se encuentra embebido de sus engreimientos y atrofiado por sus propios errores.

Es verdad que la actitud del presidente del Gobierno, utilizando el salón del Trono del Palacio Real, durante la Pascua Militar es chusca como pocas y tosca como no se recuerda en la historia reciente. Una rueda de prensa ficticia, pero real, que es el mejor formato para un político que tiene mucho que esconder y poco de lo que presumir. Zapatero, en una comparecencia ante los periodistas sin cámaras nu micrófonos, se despachó a gusto contra la Iglesia y contra los Cardenales Rouco y García Gasco, azuzando la división dentro de la Conferencia, criticando a la Iglesia por la concentración del 30 de diciembre y destrozando todo lo que sea respeto a la libertad de expresión.

Es evidente que Zapatero quiere meter a la Iglesia en la campaña electoral. Y la Iglesia no está en campaña electoral por mucho que el Jefe del Gobierno utilice mítines encubiertos en el Palacio Real. El presidente ha tenido y tiene entre sus grandes objetivos de la legislatura el cambio en el modelo de sociedad. Un cambio diseñado desde el laicismo radical excluyente y obsesivo. Una transformación que ha tocado a todos los palos posibles y que por lo tanto ha conseguido que media España se sienta agredida por unas políticas que ofenden los principios y que hacen tambalearse unos valores establecidos en la democracia española.

Zapatero, sin duda, detrás de esas críticas esconde un profundo nerviosismo. Con estos ataques a la Iglesia pretende buscar también el voto más radical, más a la izquierda del PSOE en un momento en que a los socialistas no les sobra absolutamente nada. Necesitan todos los votos, vengan de donde vengan, para ganar las elecciones. Y por lo que parece están dispuestos a ello sea como sea.

La actitud del presidente del Gobierno en el Palacio Real demuestra que estamos ante la campaña más dura, más hostil y más rastrera que hemos vivido en España. Donde el Partido Socialista parece dispuesto a cualquier cosa y en la que vamos a ver de todo. Nadie en su sano juicio puede pensar que Zapatero está de acuerdo con lo que se dijo en la Plaza de Colón el 30 de diciembre; pero lo que parece de otro mundo es que el presidente, con estas formas, quiera alentar hasta el ultimo minuto la tensión, el enfrentamiento y la dureza. Zapatero empezó así la legislatura y así va a terminar.

Ignacio Villa
www.libertaddigital.es

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