domingo, 27 de setembro de 2009

La foto

No se habla de otra cosa que de la foto. La foto por definición. En ella aparecen dos menores de edad, las hijas de Zapatero y Sonsoles Espinosa. Toda suerte de opiniones y comentarios. Lo cierto es que la foto ha roto, y de qué manera, la discreción de cinco años. No tengo muy claro que las hijas de un Presidente del Gobierno no puedan ser fotografiadas. Lo son las hijas de Obama y nada sucede. Lo son las hijas de los Príncipes de Asturias y no pasa nada. Pero hay que respetar la decisión de los padres. Para mí, que ese ocultamiento responde a la explotación que en los últimos años han hecho determinados famosos de sus hijos. Pero no es el caso del matrimonio Rodríguez Zapatero-Espinosa. Todo se mueve sobre un finísimo hilo que establece la frontera entre lo correcto y lo indeseable.

En la foto, los que quedan mal –y lo siento porque añado un disgusto al ya padecido–, son los padres de las menores fotografiadas. Y me voy a explicar. Las hijas del Presidente del Gobierno son muy libres de vestirse como quieran en la intimidad. Y los padres de las hijas del Presidente del Gobierno tienen el deber de mantener una estética en sus niñas cuando van de visita. Eso tan antiguo de ir de visita a otra casa. No sólo para visitar al Presidente de los Estados Unidos y su mujer, sino para ir a la casa de la tía Crescencia, que también merece un detalle de atención y respeto. Precisamente porque son menores, los padres tienen la autoridad de decirles a las niñas. «Cambiaros, que así no podéis ir a ninguna casa normal».

Paso por encima de las niñas, que son menores, que merecen todo mi respeto y simpatía y que no tienen la culpa de lo que ha sucedido. Pero no puedo pasar de su indumentaria. Acto privado o acto público no es el debate. Fotografía familiar o fotografía oficial, tampoco. Buen gusto o mal gusto –es decir, nula intención de respetar con la apariencia–, sí. Las hijas de un mandatario no pueden visitar junto a sus padres a otro Jefe de Estado o primer Ministro con túnicas negras, pulseras marchosas y botas militares. Y esas niñas lo han hecho así porque sus padres no les han explicado que una cosa es vestirse para su casa y sus amigos y otra muy diferente hacerlo para visitar a un Presidente de los Estados Unidos.

Las víctimas de la foto son las hijas. Estoy seguro de que no van a repetir la experiencia. Hoy, en el mundo, es prácticamente imposible guardar el carácter privado de un documento fotográfico. Vuela a mil kilómetros por décima de segundo de una lado al otro de la tierra. Muchos de los internautas han hecho mofa y escarnio de dos inocentes. No de sus personas, sino de su manera de vestir. «Góticas» les dicen. Y todo eso lo podrían haber remediado sus padres con un poco de sentido común.

Servidor no es nadie, como decía Tono. Pero aún así, si me reclama el Rey, o el propio Presidente del Gobierno para acudir a visitarlos en compañía de mis hijos, que no son menores, y mi hija se presenta con una túnica negra, pulseras malonas y botas militares, le digo que no, que así no me acompaña a ninguna parte. Antes hablaba de gusto, y no es eso. Todo se reduce al respeto y al sentido común. La indumentaria «progre», que es la más cara y pensada de todas, para casita y nada más. Sentido común en los padres y buena educación en las hijas. Lo que ha fallado.

Alfonso Ussía
www.larazon.es

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