terça-feira, 1 de dezembro de 2009

“El totalitarismo ya está aquí”

Dalmacio Negro es miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

Es uno de los intelectuales más brillantes de la actual filosofía política en español. En su último libro, El mito del hombre nuevo, publicado por Ediciones Encuentro, ofrece a sus lectores un lúcido examen de la utopía que asola Occidente; el proyecto de modificar la naturaleza humana recreándola por completo. Su lectura nos abre a nuevas -e inquietantes- perspectivas.

- Comienza su nuevo libro hablando del proyecto de construcción de una nueva religión secular. ¿Podría explicarnos qué clase de religión es esta?

- Sus principios radican en el artificialismo que discurre por toda la cultura europea desde el contractualismo político del siglo XVII. Se basa en la idea de que, ya que el hombre ha hecho muchas cosas con su voluntad, mediante la ciencia y la técnica se puede construir prácticamente todo, incluso a sí mismo.

- ¿Y dónde está lo sagrado en esta nueva religión?

- Se sacraliza el poder de la voluntad humana gracias al conocimiento. Del mismo modo que el ser humano tiene una dimensión política o una dimensión económica, también tiene una dimensión religiosa. El hombre cree siempre que tiene un fin que realizar o alcanzar, pero en la religión secular del hombre nuevo se suprime la idea de que pueda haber un más allá.

- Entonces, ¿en qué se diferencia la religión secular del ateísmo?

- El ateísmo niega a Dios, pero lo presupone. En la religión secular, la idea de Dios desaparece por completo. No obstante, funciona como una religión al dirigir las creencias, pues toda acción humana se apoya en creencias. Fuera de la religión secular, prácticamente toda acción humana descansa íntimamente en la contraposición entre vida eterna y vida temporal. En cambio, en la religión secular desaparece esta contraposición porque es una religión de y para este mundo.

- Dedica una parte de su libro al análisis de las bioideologías. Menciona al ecologismo, el feminismo, la obsesión por la salud… ¿Podría explicarnos qué son?

- Las ideologías prácticamente han muerto. Pertenecen a una época mecanicista, en la que predomina la física. Hoy en día, la física ha sido sustituida por la biología. Lo expresaba muy bien Michel Foucault cuando, hace ya tiempo, hablaba de que lo que ahora importa es la nuda vida.

- ¿Y cual es la aplicación digamos “práctica” de estas bioideologías?

- La destrucción de lo natural. En el caso del feminismo la desigualdad natural de sexos. En la ideología de la salud, la obsesión por la vida en contraposición a los hechos naturales de la enfermedad y la muerte… Si no hay más que esta vida, hay que cuidarla y prolongarla al máximo.

- ¿Se estaría sustituyendo la eternidad por la inmortalidad?

- Esto lo refleja muy bien, por cierto, Michel Houellebecq; sus novelas muestran la actual situación espiritual a este respecto, principalmente la de Europa. Sin embargo, la ideología europeísta progresista esta penetrando en otras culturas y civilizaciones, por ejemplo, en América.

- ¿Hasta qué punto las bioideologías están presentes en el programa de los partidos político?

- Lo que divide hoy a la derecha de la izquierda es la fascinación por la cultura de la muerte. La izquierda, para distinguirse de la derecha, se hace radicalmente abortista, cuando eso no tiene nada que ver con la izquierda clásica.

- ¿Karl Marx rechazaría el aborto?

- Seguramente. La izquierda también se muestra partidaria de la eugenesia, la eutanasia, el ecologismo… En realidad, el origen de las bioideologías es el nacionalsocialismo a través de la llamada Revolución de Mayo del 68. Es como la revancha del nacionalsocialismo frente al marxismo, cuya concepción mecanicista, que se preocupa más de las estructuras sociales, lo contenía, al menos relativamente.

- Sin embargo, este es el signo distintivo de la izquierda de hoy para parecer progresista…

- Efectivamente. Tras de la caída del Muro, la socialdemocracia no tenía nada que decir e hizo suyas las vaguedades del 68. La derecha es más restrictiva, pero porque tiene un electorado que aún no se ha acomodado a eso.

- ¿Podría explicarnos esta conexión que también apunta en su libro de las bioideologías con el nazismo?

- El nazismo, ideología racista, se interesó decididamente por la biología. El nacionalsocialismo empezó a experimentar con la vida humana en los campos de concentración y exterminio, si bien conservaba -a diferencia de lo que hoy sucede- el pudor de intentar ocultar todo lo que hacía. Hoy es como si se pensase en crear una raza nueva.

- ¿Y como se pasa del nazismo a mayo del 68?

- El nazismo quedó en el aire y, a partir del 68, rebrotó con las bioideologías. Es por entonces cuando Foucault afirma que la vida se ha convertido en el centro de la política. Por ejemplo, en Marcuse está muy clara la idea del hombre nuevo. Las novelas de Houellebecq, repito, creo que reflejan muy bien esta persecución de la inmortalidad, de una raza perfecta, de la existencia perfecta, sana, solidaria…

- ¿Y cual sería el fin último de esta vida perfecta?

- Las ideologías y las bioideologías son ateologías políticas, dependientes de la religión secular. Lo que persiguen es crear un tipo de hombre del que se ha excluido toda conflictividad, deseo y sentimiento, en posesión de una racionalidad puramente instrumental que se limite a vivir feliz en la monotonía de su existencia.

- ¿Anida en el proyecto socialista de Zapatero el deseo de crear un hombre nuevo?

- Creo que sí. Pero de una manera muy tosca y disparatada, sin saber qué fin se persigue en realidad, como no sea el de destruir la nación. Pensemos en el caso del aborto. Se denuncian genocidios por todas partes y, sin embargo, al mayor magnicidio al que estamos asistiendo, sin comparación ninguna, es al de aborto. Sin embargo, lo único que escandaliza son los genocidios soviéticos y, sobre todo, los Konzentrationlager.

- Con el agravante de que los otros genocidios al menos se perpetraban en tiempos de guerra…

- Ahora se justifica como medio para suprimir los conflictos y conseguir la “felicidad”. Los gobiernos ya no protegen la vida, que es la función principal de todo gobierno, sino que dejan libremente al albedrío del particular privado, mediante su legislación permisiva -cuando no incitadora- la vida de un ser humano. Se puede discutir interminablemente, pero la ciencia ha establecido que desde la concepción existe un nuevo ser humano.

- La eutanasia sería otra ‘aplicación’ de estas bioideologías.

- Si se acepta el aborto, con más razón la eutanasia. Tenía razón Julián Marias cuando decía que una de las cosas más graves que han ocurrido es la aceptación social del aborto. A ello han contribuido no solo los intelectuales, sino, quizá más, los políticos con la idea de ganarse, sobre todo, a la juventud. Forman parte de la estrategia del sexo como opio del pueblo.

- ¿Cree usted que marchamos hacia un tercer totalitarismo?

- Es una tendencia en las sociedades occidentales y ya está aquí. Estamos en el totalitarismo que advertía Tocqueville, que es el totalitarismo democrático en el que los hombres, explotados y dominados, sin embargo, creen ser libres.

- ¿Y que es lo que podría hacer caer este nuevo totalitarismo?

- Supongo que caerá por agotamiento de las ideas. Controlada la cultura por la socialdemocracia, dueña del Estado, me parece que el cristianismo no tiene fuerza para oponerse. Entre las otras religiones, el islam sí se opone. El ataque del islam proviene, en gran medida, de su oposición a esta religión secular, más que al cristianismo. Por otra parte, el cristianismo casi se ha reducido al catolicismo, si bien las iglesias particulares, desorientadas, están muy debilitadas. Parece que solamente el papado tiene ideas claras.

- ¿Qué cabría hacer para frenar esta religión secular?

- Tener las ideas claras y los cristianos, además, rezar.

Dalmacio Negro, Catedrático Emérito de Ciencia Política de la Universidad San Pablo - CEU

www.albadigital.es

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