Es uno de los intelectuales más brillantes de la actual filosofía política en español. En su último libro, El mito del hombre nuevo, publicado por Ediciones Encuentro, ofrece a sus lectores un lúcido examen de la utopía que asola Occidente; el proyecto de modificar la naturaleza humana recreándola por completo. Su lectura nos abre a nuevas -e inquietantes- perspectivas.
- ¿Y dónde está lo sagrado en esta nueva religión?
- Se sacraliza el poder de la voluntad humana gracias al conocimiento. Del mismo modo que el ser humano tiene una dimensión política o una dimensión económica, también tiene una dimensión religiosa. El hombre cree siempre que tiene un fin que realizar o alcanzar, pero en la religión secular del hombre nuevo se suprime la idea de que pueda haber un más allá.
- Entonces, ¿en qué se diferencia la religión secular del ateísmo?
- El ateísmo niega a Dios, pero lo presupone. En la religión secular, la idea de Dios desaparece por completo. No obstante, funciona como una religión al dirigir las creencias, pues toda acción humana se apoya en creencias. Fuera de la religión secular, prácticamente toda acción humana descansa íntimamente en la contraposición entre vida eterna y vida temporal. En cambio, en la religión secular desaparece esta contraposición porque es una religión de y para este mundo.
- ¿Se estaría sustituyendo la eternidad por la inmortalidad?
- Esto lo refleja muy bien, por cierto, Michel Houellebecq; sus novelas muestran la actual situación espiritual a este respecto, principalmente la de Europa. Sin embargo, la ideología europeísta progresista esta penetrando en otras culturas y civilizaciones, por ejemplo, en América.
- ¿Karl Marx rechazaría el aborto?
- Seguramente. La izquierda también se muestra partidaria de la eugenesia, la eutanasia, el ecologismo… En realidad, el origen de las bioideologías es el nacionalsocialismo a través de la llamada Revolución de Mayo del 68. Es como la revancha del nacionalsocialismo frente al marxismo, cuya concepción mecanicista, que se preocupa más de las estructuras sociales, lo contenía, al menos relativamente.
- Sin embargo, este es el signo distintivo de la izquierda de hoy para parecer progresista…
- Efectivamente. Tras de la caída del Muro, la socialdemocracia no tenía nada que decir e hizo suyas las vaguedades del 68. La derecha es más restrictiva, pero porque tiene un electorado que aún no se ha acomodado a eso.
- ¿Podría explicarnos esta conexión que también apunta en su libro de las bioideologías con el nazismo?
- El nazismo, ideología racista, se interesó decididamente por la biología. El nacionalsocialismo empezó a experimentar con la vida humana en los campos de concentración y exterminio, si bien conservaba -a diferencia de lo que hoy sucede- el pudor de intentar ocultar todo lo que hacía. Hoy es como si se pensase en crear una raza nueva.
- ¿Y cual sería el fin último de esta vida perfecta?
- Las ideologías y las bioideologías son ateologías políticas, dependientes de la religión secular. Lo que persiguen es crear un tipo de hombre del que se ha excluido toda conflictividad, deseo y sentimiento, en posesión de una racionalidad puramente instrumental que se limite a vivir feliz en la monotonía de su existencia.
- ¿Anida en el proyecto socialista de Zapatero el deseo de crear un hombre nuevo?
- Creo que sí. Pero de una manera muy tosca y disparatada, sin saber qué fin se persigue en realidad, como no sea el de destruir la nación. Pensemos en el caso del aborto. Se denuncian genocidios por todas partes y, sin embargo, al mayor magnicidio al que estamos asistiendo, sin comparación ninguna, es al de aborto. Sin embargo, lo único que escandaliza son los genocidios soviéticos y, sobre todo, los Konzentrationlager.
- Con el agravante de que los otros genocidios al menos se perpetraban en tiempos de guerra…
- Ahora se justifica como medio para suprimir los conflictos y conseguir la “felicidad”. Los gobiernos ya no protegen la vida, que es la función principal de todo gobierno, sino que dejan libremente al albedrío del particular privado, mediante su legislación permisiva -cuando no incitadora- la vida de un ser humano. Se puede discutir interminablemente, pero la ciencia ha establecido que desde la concepción existe un nuevo ser humano.
- ¿Cree usted que marchamos hacia un tercer totalitarismo?
- Es una tendencia en las sociedades occidentales y ya está aquí. Estamos en el totalitarismo que advertía Tocqueville, que es el totalitarismo democrático en el que los hombres, explotados y dominados, sin embargo, creen ser libres.
- ¿Y que es lo que podría hacer caer este nuevo totalitarismo?
- ¿Qué cabría hacer para frenar esta religión secular?
- Tener las ideas claras y los cristianos, además, rezar.
Dalmacio Negro, Catedrático Emérito de Ciencia Política de la Universidad San Pablo - CEU
www.albadigital.es
Nenhum comentário:
Postar um comentário