Hace 5,33 millones de años se produjo la mayor inundación conocida nunca en la Tierra. Y ocurrió en el Mediterráneo, entonces una cuenca reseca, un desierto de altísimas temperaturas a 1.500 metros de profundidad, donde el agua se reducía a unos pequeños lagos perdidos y la vida era casi inexistente. De repente, una avalancha de agua como no podemos imaginar encontró camino en el Estrecho de Gibraltar desde el Atlántico y convirtió la zona en el mar que conocemos ahora. El ímpetu del «trasvase», mil veces superior a la corriente del río Amazonas, fue tan potente que el nuevo mar se formó en menos de dos años, un abrir y cerrar de ojos si se considera el tiempo desde un punto de vista geológico. Cada día, el nivel de las aguas subía diez metros. El estudio, realizado por investigadores españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que publica esta semana la revista Nature, descarta las teorías de que este mar «en medio de las tierras» había tardado en formarse de 10 a 10.000 años.
«No puede relacionarse seriamente con el diluvio universal porque sucedió hace 5 millones de años, los primeros homínidos todavía estaban restringidos al sur de África y, obviamente, ni siquiera hubieran podido contarlo, pero realmente parece algo bíblico», reconoce Daniel García-Castellanos, científico del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, en Barcelona. Lo que ocurrió, según describe, es más o menos como sigue. El Mediterráneo se encontraba entonces absolutamente seco -la llamada crisis salina del Mesiniense-, al quedar aislado de los océanos durante un largo período de tiempo, alrededor de unos 300.000 años. Pero el Estrecho sufrió un hundimiento tectónico y las aguas del Atlántico descargaron con toda su fuerza sobre la zona del Mediterráneo, que se encontraba 1,5 kilómetros por debajo del nivel del mar. La inundación fue «rapidísima», tuvo un ritmo frenético que provocó en el fondo marino una erosión de cerca de 200 kilómetros de longitud y varios kilómetros de anchura. El Mediterráneo tardó entre unos meses y dos años en llenarse, un «guiño» en el tiempo de la Tierra.
Desbordamiento extremo
«Es el caso más extremo de este tipo de desbordamiento, mucho más abrupto de lo que se había imaginado», dice García-Castellanos. «El agua circulaba a cientos de kilómetros por hora». Quedó una señal del acontecimiento: el canal erosivo que atraviesa el estrecho, de unos 500 metros de profundidad y hasta ocho kilómetros de anchura. Se extiende a lo largo de unos 200 kilómetros entre el Golfo de Cádiz y el Mar de Alborán.
Ese gigantesco surco fue descubierto hace unos años, cuando los ingenieros del túnel que debía unir Europa y África estudiaban el subsuelo del Estrecho de Gibraltar. Entonces, los geólogos y geofísicos pensaron que esta enorme erosión había sido producida por algún río de gran caudal durante la desecación del Mediterráno en vez de por la inundación. «Esperamos que el artículo contribuya, en cierta medida, a planificar las obras del túnel para unir Europa y África. Sería cerrar un bello círculo que nuestra investigación acabara contribuyendo a ello», apunta el investigador.
¿Puede ocurrir algo semejante de nuevo en algún lugar del mundo?
«No, el único lugar comparable sería el Mar Muerto, pero está demasiado aislado para sufrir un proceso parecido».
Judith de Jorge - Madrid
www.abc.es
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