domingo, 11 de maio de 2008

¡Caramba con Franco!

Sobre Franco se han escrito las cosas más insólitas. Y de todos los colores. Giménez Caballero, en su época de llevarse bien con el régimen, lo calificó de «falo incomparable» mientras que Paul Preston va diciendo necedades como la de que Franco alargó la guerra para matar a más enemigos. Lo primero nunca logré entenderlo y lo segundo constituye una de las mayores majaderías escritas en los últimos años con el agravante de que rezuma ese desprecio bobalicón e injusto que algunos anglosajones profesan a España. También hay que destacar que Giménez Caballero no se caracterizó nunca por la claridad de su estilo y que Preston encaja en la labor de historiador como dos pistolas en la cintura de Cristo. Quizá por eso no me extraña el ridículo tan espantoso que sufrió el año pasado en la Feria del Libro cuando alguien, seguramente deseoso de humillar a la pérfida Albión, le puso a firmar libros en la caseta donde yo me encontraba. Señalo esto porque ya pensaba que había oído todo lo que se podía escuchar sobre Franco cuando esta semana me he enterado de dos episodios que me han sumido en el estupor. El primero es que, según confesión de José María Iñigo, Franco logró que Massiel ganara el festival de Eurovisión con la ayuda, previamente pagada, de checos y búlgaros. La hazaña no tiene, desde luego, desperdicio. Ahí es nada. Franco no sólo llegó a convencer a los jurados de Eurovisión para que votaran a España sino que además logró que en la tarea lo ayudaran checos y búlgaros, gente que no sólo no concursaba sino que además estaba gobernada por dictaduras comunistas. Cómo lo hizo se me escapa, pero hay que reconocer que la proeza es impresionante. Claro que resulta pequeña si se compara con la segunda perla de esta semana. Como saben los lectores, la Justicia española atraviesa por una situación de caos que no tiene precedentes ni parangón en nuestra dilatada Historia. Pues bien, el ministro de Justicia, don Mariano Fernández Bermejo nos ha asegurado que la culpa del marasmo judicial la tiene Franco. Yo, de entrada, no le voy a llevar la contraria al ministro porque siendo Fernández Bermejo hijo de un jefe local del Movimiento nacional seguro que de eso sabe mucho más que yo. Sin embargo, reconozco que nunca hubiera pensado que Franco a más de tres décadas de su muerte y tras gobiernos de izquierdas y derechas pueda aún ejercer su siniestra influencia en la marcha de nuestra administración de justicia. Convencidos estábamos nosotros de que batallas después de muerto sólo las ganaba el Cid y de que, a pesar de lo que escribió en su día Vizcaíno Casas, Franco no podía resucitar y ahí lo tienen ustedes, saboteando juzgados y audiencias para que la izquierda no pueda descansar tranquila. Todo esto me sobrecoge y, sobre todo, me crea una enorme desazón de cara al futuro. ¿De qué va a servir, por ejemplo, la ley de memoria histórica si, por más que lo arranquen de calles y plazas, Franco es capaz de ocasionar semejantes desastres a sus enemigos de antaño? ¿Para qué llevamos treinta años en democracia si en cualquier momento aparece Franco y arma la de San Quintín? Lo ignoro. Es más. Creo que ni siquiera Paul Preston sería capaz de imaginarlo.

César Vidal

Nenhum comentário:

 
Locations of visitors to this page